En concreto "apoyando el aprendizaje a todas las edades y en diversas estructuras, facilitando a los ciudadanos los medios para gestionar su aprendizaje y su trabajo…”, es decir, orientando vocacionalmente, académicamente y profesionalmente.
Mi impresión es que el subdesarrollo histórico de estas políticas públicas de orientación en el Estado Español va a provocar el auge de las herramientas TIC de autoorientación y la expansión de comunidades virtuales de profesionales de la orientación, de tutores y de alumnos interesados en la cuestión.
Con la orientación puede pasar lo que ocurre con la medicina o con el turismo, por poner ejemplos dispares. Los usuarios de este tipo de servicios, cada vez más informados, acuden al especialista -médico, agente turístico o orientador- con información de partida -precisa, sesgada o errónea- y, al salir de la consulta, confirmarán los remedios médicos o propuestas de viajes con nuevos datos complementarios obtenidos de la red o de otras fuentes y pedirán más consejos a otros expertos, amigos con experiencias similares.
La información se ha socializado, con lo bueno y lo malo que ello implica.
Por esta razón parece lógico que crezcan cuantitativamente y cualitativamente los tests de autoevaluación y de perfiles, los buscadores de alternativas formativas como Educaweb.com y laborales como Infojobs.com, los intentos de encajar competencias, intereses y valores de los orientados con las necesidades del mercado laboral, así como los simuladores para recrear el proceso de toma de decisiones.
La otra gran novedad de los próximos años será el desarrollo de redes sociales que tengan como nexo las necesidades o posibilidades de orientación, en un sentido amplio. Estudiantes con estudiantes, profesores con profesores, orientadores con orientadores. Y entre ellos. comparando y valorando -anárquicamente o de forma estructurada- estudios, profesiones, ocupaciones, empresas, etc. Como ha sucedido siempre en la calle, en un encuentro familiar o en una fiesta juvenil, en el paro del desayuno laboral o en la cola de los parados delante las oficinas de empleo.
La orientación académica y laboral, como profesión y como una de las posibles soluciones concretas ante los retos que nos encontramos, no puede dormirse y decidir que la revolución tecnológica no va con ella.
El rol del/la orientador/a deberá reescribirse, acompañando por distintas vías y a través de distintos medios, a quien lo necesite.
Y sino, pregúnteselo a los médicos o a los agentes de viajes.
Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com
Opina sobre este tema en nuestro Foro |