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El uso de las TIC: un cambio social y un reto para la comunidad educativa

Artículo de opinión


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Noemí Royes Rodríguez. Responsable del Ámbito de Nuevas Tecnologías de la Fundación Pere Tarrés. Miembro del grupo de investigación PSITIC de Blanquerna de la Universitat Ramon Llull (Barcelona)
El paso del tiempo ha demostrado que los grandes cambios están vinculados a la evolución de las sociedades y esta vez no tenía porqué ser distinto: la tecnología evoluciona en el contexto de nuestra sociedad. Aún así, hasta que la tecnología pierda el adjetivo de "nuevo” parece poco probable que centros educativos y profesorado se atrevan con ella e innoven didácticamente aprovechando sus potencialidades.

En este contexto convergen varias premisas: la falta de recursos técnicos, la falta de formación (del profesorado y también de las familias), el discurso compartido de la comunidad educativa, y por supuesto, una apuesta clara por parte de la Administración. Sin embargo, existe una cuestión madurativa de fondo. A las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) les falta aún tiempo dentro del aula y la comunidad educativa debe aprovecharlo para superar algo tan humano como la resistencia al cambio.

El proceso enseñanza-aprendizaje y metodologías didácticas

Alguien podría pensar que incorporar elementos tecnológicos podría ser sinónimo de innovación didáctica. Lo cierto es que sólo es así en aquellos casos en los que el profesorado hace el esfuerzo de crear una nueva metodología que tenga en cuenta las potencialidades de los elementos multimedia y la realidad e intereses de su alumnado. Quedó claro en su momento con el uso del video. De nada sirve equipar un aula con una PDI (pizarra digital interactiva), un cañón y ordenadores o tablets para todos si seguimos planteando la clase de la misma manera que lo hacíamos sin estos recursos. En la realidad, la innovación únicamente se materializa en aquellas aulas en las que el profesor asume su cambio de rol y cede el protagonismo del proceso de enseñanza-aprendizaje al alumnado.

Y aparecen los miedos. Ante esta nueva e incómoda realidad deberíamos reflexionar sobre algunas cuestiones: ¿Cómo vamos a seguir siendo referentes de los jóvenes que han crecido con la tecnología si nosotros aprendemos a usarla cuando para ellos ya está demodé? ¿Cómo vamos a recuperar la autoridad moral frente a temas en los que no nos sentimos seguros? Los roles han cambiado. Los niños y los jóvenes pueden enseñarnos muchas cosas y nosotros (los educadores) debemos reaprender y aprender a escuchar de nuevo. ¿Por qué nos resistimos a compartir habilidades?

La red está llena de espacios en los que buscar, compartir y crear contenido, espacios de comunicación, expresión y de conocimiento. Los jóvenes viven en un mundo 2.0 y ya no podemos mantenerlos en la campanilla de cristal que los protegía de la libre información y la inmediatez. La realidad del presente 2.0 también es para la comunidad educativa.

El profesorado debe volver a ganarse la autoridad y el respeto porqué es competente en aquello que hace. No es suficiente tener experiencia en una materia porqué la modernidad líquida (1) en la que vivimos la mantiene efímera y fugaz. Lo que sabemos hoy ya no sirve mañana. Cuando nos conectemos mañana a la red habrán salido, de nuevo, otras herramientas y nuevos puntos de encuentro…

Hay una frase que se repite en tono de queja en muchos encuentros del mundo TIC: "Tenemos una escuela del siglo IXX, un profesorado del S.XX, y un alumnado del siglo XXI”. Lo sabemos, y parece que lo admitimos con cierta resignación.

El conocimiento ya no está dentro de los muros del aula, ni la verdad absoluta la tiene el profesor. Estamos en la obligación de repensar la educación y las competencias que necesita el alumnado de hoy para mañana. No podemos limitarnos a enseñar lo que nos enseñaron cuando fuimos a la escuela. Tenemos la obligación de ir más allá, y aprender a aprender con ellos. Dotarlos del protagonismo y también de la responsabilidad de su propio proceso de aprendizaje. Hacerlo bien significa convertirnos en acompañantes de su proceso porqué lo que sí debe continuar vigente son los valores transversales de la educación. A raíz de esto, Genís Roca, al que merece la pena escuchar si tienen la oportunidad, comentaba en una conferencia una frase que quiero reproducir: "Si un profesor puede ser substituido por un ordenador, entonces es que no era buen profesor y debía ser substituido”.

La mayoría de expertos en TIC y profesores preocupados por la innovación educativa coinciden en apuntar las siguientes habilidades como necesarias para el alumnado del siglo XXI:

- Buscar información en la red (no sólo en Google), seleccionar fuentes fiables y distinguir la información veraz de la que no lo es.

- Relacionarse virtualmente y de forma segura: conocer los límites y riesgos de la red (control de datos personales, virus, derechos de usuario, etc.) y aprovechar las oportunidades de diálogo y gestión del conocimiento de las redes sociales.

- Organizar su "vida digital”: almacenar correctamente la información, actualizar los contenidos de los que disponga en la red, controlar el tiempo que dedica a cada tarea y usar los recursos que facilitan su ejecución (buscadores, lectores de RSS, herramientas virtuales, etc.).

En cuanto a las herramientas, y aprovechando que los jóvenes las usan de forma natural e intuitiva, tenemos la obligación de no dejar pasar la oportunidad. Más allá del uso lúdico podemos encontrar una forma didáctica de incluir sus propias aficiones e intereses en el aprendizaje. Algo tan sencillo como que utilizar el Messenger para realizar un trabajo de grupo, el Google Maps para organizar una ruta, o cualquier buscador para informarse sobre el destino de fin de curso. Hay miles de herramientas gratuitas que podemos utilizar en el aula.

El reto no es sólo la incorporación de más tecnología al aula sino el aprovechamiento de las potencialidades de los nuevos medios. La incorporación de inputs multimedia en tanto que forman parte del lenguaje de nuestro alumnado y de nuestra realidad más allá de las paredes del aula.

En el marco del ITWorldEdu (2) que se celebró en Barcelona a finales del mes de octubre, Jordi Adell apuntó algunas de las oportunidades que nos ofrecen las TIC:

- Aprovechar de la fuerza del grupo para el aprendizaje colaborativo.

- Estimular el trabajo con la información: buscar, analizar, discutir, transformar, compartir.

- Aprender creando e integrando lenguajes y herramientas: texto, audio e imágenes.

- Realizar actividades centradas en la realidad del alumnado movilizando sus emociones y las actitudes.

La organización del centro

Más allá del currículum y su implementación en el aula, existe una necesidad cada vez mayor de poder gestionar los recursos humanos y materiales del centro. Cualquier centro educativo dispone de su propio sistema de gestión para organizar las suplencias, las salidas, la reserva de la sala en la que está instalado el proyector, etc. pero progresivamente irán entrando nuevos recursos y surgirán nuevas necesidades de gestión. Las plataformas educativas son una buena opción para agilizar la reserva de espacios, la resolución de incidencias técnicas, el horario de actividades, etc. puesto que muestran la disponibilidad de espacios y personas en tiempo real.

Si retomamos el hilo conductor de este discurso, la necesidad de adaptarnos al cambio constantemente, se impone poder gestionar los recursos de forma eficaz y con poco esfuerzo. Este hecho, vinculado a la necesidad de ir reduciendo la rigidez de los espacios y horarios escolares debería invitarnos al uso de "nuevas” herramientas sin demasiado esfuerzo. Por ejemplo, el uso de un Wiki para compartir conocimiento entre el claustro de profesores o la creación de un blog para explicar a las familias las actividades que se realizan en el centro. Obviamente existen herramientas 2.0 mucho más potentes o con otras funcionalidades pero cada uno las irá descubriendo según su necesidad.

Para ser honestos con la realidad, la inclusión de las TIC en el aula está recorriendo un largo y arduo camino. Es evidente que además de los retractarios, los problemas de dotaciones y recursos, etc. se esconde un problema de fondo llamado capacitación (formación) y habilitación de espacios y claustros. Además, las leyes educativas y la estructura organizativa y jerárquica de los centros educativos debe respaldar, con acciones, la implementación de las medidas consensuadas. Pero la necesidad de mantener al alumnado motivado y activo se impone, más si sabemos que su presente y su futuro es tecnológico.

La comunidad educativa debe construir un discurso compartido que capacite a los educandos para un mundo cambiante. Debemos enseñarlos a ser críticos y autónomos y para ello es necesario romper los muros que separan a la escuela de la realidad del alumnado.

Pensando en clave del siglo XXI necesitamos revisar, a la luz de las TIC, la educación en valores como eje transversal imprescindible para esta evolución sin peder de vista que el objetivo no es aprender TIC sino aprender muchas cosas con ellas.

Notas al pie:

1. Zigmunt Bauman "la educación, en la época de la "modernidad líquida””, ha abandonado la noción de conocimiento de la verdad útil para toda la vida y la ha sustituido por la del conocimiento «de usar y tirar», válido mientras no se diga lo contrario y de utilidad pasajera”

2. http://www.itworldedu.cat
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