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Las diferencias de género en la elección de los estudios y la profesión

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Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
En la actualidad, todavía existen estudios y profesiones en los que el número de matriculados hombres o mujeres destaca significativamente. Simplemente echando un vistazo a facultades de ingeniería, de enfermería o magisterio se comprueba que el porcentaje de estudiantes de ambos sexos no está nada igualado. Lo mismo ocurre en determinados Ciclos formativos de Grado Medio o Grado Superior.

¿A qué es debido? ¿Existen en nuestro contexto social componentes sexistas a la hora de elegir los estudios o la profesión? Los expertos que han participado en el monográfico 178 de Educaweb sobre género, estudios y profesiones han reflexionado sobre estas cuestiones y han propuesto algunas actividades de coeducación que pueden facilitar una elección de los estudios y profesiones, dejando a un lado los estereotipos de género.

Datos sobre la elección de estudios y profesiones

Durante el curso 2005/2006 se matricularon en la universidad un total de 1.443.811 alumnos, siendo el 54,3% mujeres, según datos del Ministerio de Innovación y Ciencia. Queda claro que la presencia de la mujer en el ámbito universitario es muy destacada, ya que a los elevados porcentajes de matriculadas se le suma un 60,5% de graduadas frente el 39,5% de hombres que finalizan sus estudios y obtienen el título.

En cuanto a las ramas de enseñanza, Ciencias Sociales y Jurídicas tuvo un 62,8% de mujeres matriculadas; enseñanzas técnicas un 27%; Humanidades un 62,9%; ciencias de la salud un 74,2% y Ciencias experimentales un 60%.

El porcentaje de hombres matriculados en carreras técnicas, como por ejemplo informática, es bastante superior al de las mujeres, mientras que en el resto de ramas de conocimiento aumenta el porcentaje de alumnas, especialmente en ciencias de la salud que engloba a los estudios de medicina, psicología, enfermería, etc.

La principal fuente de desigualdad aparece en el mercado de trabajo, puesto que las mujeres son las que presentan unos porcentajes más elevados de temporalidad, precariedad, desigualdad salarial, dificultades para acceder al empleo y promocionarse, ocupar puestos de responsabilidad y conciliar la vida laboral, personal y familiar.

Sin profundizar excesivamente en estos datos, cabe destacar que las mujeres ganaron de media un 26,3% menos que los hombres en 2006, según muestra la Encuesta de Estructura Salarial de 2006 publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Además, según el estudio Directivas en la empresa: criterios de decisión y valores femeninos en la empresa elaborado por investigadores de IESE, en 2004, las mujeres españolas ocupaban sólo el 5,41% de las presidencias de los consejos de administración de las empresas del IBEX 35. Fuera de estas empresas, la presencia de mujeres en puestos directivos era del 18,9% en empresas de más de 10 trabajadores. La media aumenta hasta el 27,2% cuando se trata de empresas con menos empleados.

El origen de las diferencias en la elección de estudios

En la actualidad, la perspectiva sexista todavía pesa en la elección de los estudios profesionalizadores. Parece ser que las causas pueden ser muy variadas, pero los expertos señalan los procesos culturales que se basan en estereotipos como punto determinante.

Ana Sánchez Bello en su artículo explica que "Estereotipar es asignar arbitrariamente ciertos hábitos, destrezas y expectativas a los diferentes grupos humanos sobre la base única de pertenencia a un grupo, sin tener en cuenta los atributos individuales y dando por sentado que lo que se atribuye al grupo es cierto.”De esta forma, los estereotipos adjudicados a la mujer la predisponen a dedicarse a la atención y servicio a los demás, considerando que las carreras técnicas quedan fuera de este perfil, y los estereotipos masculinos predisponen a los chicos a trabajos ligados con la actividad, la valentía, el poder, la competitividad, la aptitud para las ciencias, etc.

Estos estereotipos se transmiten desde la infancia a través del proceso de socialización mediante estímulos diferenciados (juegos, colores, formas de comportarse y dirigirse al niño o niña, etc.) y de la educación (libros de texto, profesorado, etc.). Para evitarlo, los expertos proponen trabajar a fondo la coeducación con medidas educativas que fomenten la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres: utilizando libros y materiales educativos que promuevan un trato equitativo, haciendo un uso no sexista de los espacios del centro, repartir de forma igualitaria las tareas de responsabilidad y representación, fomentar una orientación académica y profesional sin discriminación, etc.

Para lograrlo, el profesorado se convierte en un elemento fundamental, ya que a menudo se confunde la escuela mixta con la escuela coeducativa. Tal y como muestran Núria Solsona y Rosa Maria Palacios en su artículo, el reto más importante al que se enfrenta la formación del profesorado para provocar una mejora en la educación que reciben las niñas y los niños en las escuelas, es el de la falta de conciencia respecto al problema de la discriminación sexista.

Por último, me gustaría proponer una reflexión: algunas universidades quieren equilibrar la tendencia en los estudios técnicos, impulsando iniciativas de orientación para fomentar el interés de las estudiantes de ESO y Bachillerato por las carreras técnicas. Pero, ¿se están llevando a cabo iniciativas similares para impulsar el interés de los chicos por carreras como magisterio, enfermería o medicina?

Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
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