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La sostenibilidad en la formación inicial del profesorado

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Melania Coya García. Pedagoga y Doctora en Ciencias de la Educación. Directora Científica del Departamento de Educación Ambiental del Instituto Erudite para a Investigación e Intervención Educativa de Tui (Pontevedra).
Los planes de estudio de las Facultades de Educación deberían articular una formación basada en la sostenibilidad y crear a profesionales reflexivos, sensibles y críticos con el desarrollo actual de nuestra sociedad y capaces de actuar y educar en un futuro para un desarrollo más sostenible. Profesionales que asuman el papel social de su profesión y la dirección de su actividad y, consecuentemente, su responsabilidad en la selección de estrategias y tecnologías coherentes, entre otros, con los fines de la sostenibilidad.

El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) propugna la reestructuración, entre otras, de la formación de los estudiantes universitarios, y parte de las competencias que los futuros profesionales deben desarrollar en su actividad investigadora y laboral. Una de las competencias básicas de los titulados universitarios es la consecución de un modelo de desarrollo social, económica y ambientalmente más sostenible que el actual. Además el EEES hace especial hincapié en el refuerzo de la calidad de la enseñanza universitaria y el enfoque social de la misma, con lo que la formación para la sostenibilidad significa una parte muy importante del cambio: aporta una dimensión fundamental a la formación que se imparte en las universidades, la dimensión socioambiental, aumentando así la calidad de la enseñanza e implicando a los futuros licenciados en la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales.

Actualmente queda demostrado que en su mayoría los estudiantes de las Facultades de Educación carecen de este tipo de formación sostenible y ello lo observamos claramente, entre otras variables, en su ejercicio profesional cuando los datos nos constatan que España es uno de los países desarrollados de la Unión Europea que menos centros escolares tienen adheridos al Programa Eco-Escuelas (fomentado por la FEEE - Fundación Europea de Educación Ambiental), o que tienen iniciado un proceso de Agenda 21 Escolar. Para iniciar estos procesos es indispensable que desde algún órgano o sector de los centros escolares se tenga conciencia del problema ambiental y se comprometa con la sostenibilidad para después extender esta conciencia ambiental al resto de la comunidad educativa. Y estos órganos o sectores están compuestos fundamentalmente por profesores. Por lo tanto, los profesores fueron, son y serán los promotores de estas iniciativas, y su falta o deficiente formación en la sostenibilidad tiene como consecuencia un ejercicio profesional pobre en ciertas áreas.

En los últimos años algunas Facultades de Educación, las menos, están trabajando en lo que se ha denominado como ambientalización curricular. Este proceso supone la introducción de contenidos y criterios ambientales y sostenibles en los planes de estudio para proporcionar a los estudiantes conocimientos, habilidades, actitudes y valores que les permitan desarrollarse profesionalmente con respecto al medio ambiente dentro de los esquemas de un desarrollo sostenible.

En el año 2000 se constituyó la red ACES (Ambientalización Curricular de los Estudios Superiores), formada por 11 universidades europeas y latinoamericanas. Con el apoyo financiero de un programa ALFA de la Comisión Europea (2001) se ha diseñado una propuesta de orientación curricular hacia la sostenibilidad de los estudios universitarios: el modelo ACES. Este modelo se implementó inicialmente de forma piloto en la Facultad de Educación (Educación Primaria) de la Universidad de Girona. Sintéticamente el modelo se puede definir por diez características que orientan la metodología docente y ofrecen algunas líneas del proceso a seguir para introducir la dimensión ambiental en el currículum universitario. Estas son:

1. Paradigma de la complejidad: el currículum integra la complejidad como paradigma interpretativo de la realidad y del pensamiento.

2. Flexibilidad y permeabilidad disciplinar: la formación universitaria debe permitir la apertura hacia nuevas disciplinas, así como la flexibilidad y la permeabilidad disciplinar en diferentes escalas: transdisciplinar, interdisciplinar, pluridisciplinar.

3. Contextualización: el proyecto curricular tiene que estar contextualizado en el espacio (local-global) y en el tiempo (historia, presente y visión de futuro).

4. Tener en cuenta al sujeto en la construcción del conocimiento: el proyecto docente debe considerar a la persona (individual y colectiva) como agente activo en la construcción del conocimiento.

5. Considerar los aspectos cognitivos, afectivos y de acción de las personas: la formación universitaria debe favorecer un desarrollo integral y considerar los aspectos cognitivos, afectivos y de acción de la persona (individuo y colectivo).

6. Coherencia e interacción entre teoría y práctica: el currículum universitario tiene que ser coherente y favorecer la relación entre el discurso y la acción, entre teoría y práctica (a diferentes niveles: institucional, docente y de investigación).

7. Orientación prospectiva de escenarios alternativos: el conjunto del currículum tiene que favorecer el pensamiento crítico y la toma responsable de decisiones pensando en el futuro posible.

8. Adecuación metodológica: hay que adecuar la metodología docente incorporando la que es propia de la disciplina que propone la ambientalización.

9. Espacios de reflexión y participación democrática: el currículum universitario tiene que ofrecer espacios de reflexión y participación democrática que lleven a la acción para el cambio hacia la sostenibilidad (en la institución y en el aula), implicando a todos los colectivos de la comunidad universitaria.

10. Compromiso para la transformación de las relaciones sociedad-naturaleza: la universidad y sus planes docentes tienen que favorecer el compromiso por el cambio hacia la sostenibilidad, es decir, hacia la equidad social, el desarrollo económico y el equilibrio ecológico” (Geli de Ciurana, A.M. et al, 2005: 3).

En líneas generales, para alcanzar los objetivos de la ambientalización curricular las Facultades de Educación deben iniciar un proceso basado en: a) una formación integral, b) una metodología de enseñanza interdisciplinar y, c) una estrecha relación con la realidad social (Coya, 2007).

- Formación integral: el programa educativo de los futuros profesores debe incidir simultáneamente durante el proceso de aprendizaje en tres niveles: cognitivo (conocimientos e información), afectivo (actitudes y valores) y comportamental (conductas). En este sentido, debe proporcionar los conocimientos e informaciones que permitan a los sujetos comprender y conocer el carácter complejo del medio ambiente y el significado del desarrollo sostenible. Debe también sensibilizar y concienciar a los estudiantes sobre la necesidad de caminar hacia un modelo de desarrollo y sociedad sostenible, favoreciendo una reflexión crítica y profunda de la ética actual y fomentando los valores y actitudes que implican la sostenibilidad. Por último, debe propiciar una actuación y participación personal y de los colectivos a favor del desarrollo sostenible, formando en aptitudes que permitan diagnosticar y analizar las situaciones para poder actuar responsable, eficaz y establemente y conseguir la mejora y protección del medio ambiente. Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que no se puede lograr el compromiso y la motivación de una persona a participar en la protección del medio ambiente si antes no ha conseguido un conocimiento adecuado de la problemática ambiental y una formación en valores y actitudes favorables al desarrollo sostenible.

- Metodología Interdisciplinaria: una de las características fundamentales de la ambientalización curricular es que debe fomentar y favorecer la interdisciplinariedad. El conocimiento y la comprensión de una realidad tan compleja como es el medio ambiente, en la que interactúan elementos bio-físicos, socioeconómicos y culturales, debe y tiene que ser estudiada desde un enfoque también complejo y multidimensional en el cual se articulen las distintas disciplinas y experiencias educativas. Este enfoque requiere un cambio en las concepciones disciplinares tradicionalmente utilizadas por los profesores universitarios para organizar el conocimiento y su producción. La aplicación de una metodología interdisciplinar implica la superación de dos importantes obstáculos inherentes a la actual articulación de la institución universitaria: la estructura curricular disciplinar y la actitud de los docentes frente a nuevas formas de trabajo.

- Relación con la Sociedad: resulta obvio que una formación dirigida hacia la consecución de un desarrollo sostenible no puede mantenerse ajena a la realidad social pues en ella y sobre ella es donde desenvolverán su labor científica o profesional los estudiantes.

Bibliografía:

Coya, M. (2007): "El reto de la Universidad en España: formación, investigación, gestión y extensión para un desarrollo sostenible”. En Escolano, A. (Ed.): Cambio educativo y cultura de la sostenibilidad. Valencia: Tirant lo Blanch, pp. 245-285.

Coya, M. (2004): "El medio ambiente en los planes estratégicos de las universidades”. En Cajide (Coord.): Calidad Universitaria y Empleo, pp. 83-89.

Coya, M. (2001): La ambientalización de la universidad. Un estudio sobre la formación ambiental de los estudiantes de la Universidad de Santiago de Compostela y la política ambiental de la institución. Santiago de Compostela: Servicio de Publicaciones e Intercambio Científico - Universidade de Santiago de Compostela.

Coya, M. (2001): "A necesaria reorientación das instituciones educativas cara a sostibilidade”. En Fernández, R. y Fernández, M.D. (Coords.): Retos educativos para o novo milenio. Santiago de Compostela: Consellería de Educación e Ordenación Universitaria - Xunta De Galicia, pp. 23-42.

Geli de Ciurana, A.M. et al (2005): "La sostenibilidad en la formación inicial del profesorado: aplicación del modelo Aces”. Enseñanza de las Ciencias. Número Extra.
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