Un buen ejemplo es el ámbito de la educación y la formación. Con la aparición de Internet a mediados de los 90, la forma de enseñar y de aprender se ha modificado sustancialmente. Las aulas y los centros de formación también están cambiando y la relación de los centros con la comunidad educativa a la que se dirigen, también.
Poca gente se hubiese imaginado, a mediados de los 80, como se transformarían los retos del sistema educativo gracias -o por culpa- de Internet. Probablemente, ninguna de las reformas políticas que se plantearon en Europa el último cuarto de siglo XX, consideró los efectos de Internet sobre la educación y la formación de la revolución digital en toda su dimensión. Y en España, hay motivos para pensar que tampoco se está pensando en ello en el siglo XXI.
Pondré algunos casos prácticos como ejemplo. Actualmente, según el estudio de la demanda de masters y postgrados 2008 realizado por el Instituto DEP con el apoyo de Educaweb.com, 1 de cada 4 alumnos españoles de formación de postgrado se informó a través de Internet sobre el curso o el centro al que se ha matriculado, por encima de la influencia de la empresa en la que trabajan, de los amigos que tienen, de la prensa, la radio o la televisión y de la publicidad convencional. Internet, por lo tanto, se ha convertido en un factor central de posicionamiento eficaz ante sus futuros clientes, sólo equiparado por las visitas al propio centro universitario.
Un segundo caso que describe la revolución que las TIC han generado en el modo de estudiar de los alumnos y en la forma de distribuir conocimiento es la aparición de google y otros buscadores con contenidos educativos (o no), y todo lo que ello conlleva. El docente, o bien acepta su nuevo rol como acompañante-guia y filtro- y acentúa su papel de provocador de debate y análisis crítico o quedará más obsoleto que el tocadiscos de vinilo o la caja registradora de manivela.
Finalmente, no podemos olvidar que, en nuestra sociedad, la imagen domina totalitariamente. Ni el éxito de youtube y de los blogs, como formas de comunicación, de transmisión de información y de expresión de la propia identidad individual y grupal. Si la escuela, los institutos y la universidad próximos y presenciales no aprovechan estas herramientas, aparecerán escuelas, institutos y universidades virtuales que las substituirán, si no lo están haciendo ya.
Las TIC pueden ayudar a cambiar el modelo educativo y de formación, en el aula, en el centro académico, en la relación entre la comunidad (estudiante, profesor, familia y gestores) y en el sistema educativo, pero el mundo de la educación tiene que ser valiente, atreverse a liderar este proceso de transformación para bien de todos y sin renunciar a los principios que han permitido a nuestra sociedad crecer y mejorar.
Enric Renau
Editor
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