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La formación de los futuros graduados en magisterio
Artículo de opinión
Los títulos universitarios pasan a ser considerados Grados y tendrán una duración de 4 años. Todo ello tiene una importante repercusión en la formación inicial de los futuros maestros. Los planes de estudio se transforman y adaptan a los nuevos requisitos para intentar dar respuesta a las exigencias de una sociedad dinámica y compleja.
Reflexionando sobre las implicaciones de todo ello queremos aportar algunas consideraciones relacionadas con la dimensiones socio Emocionales.
En la realidad cotidiana, la tarea de los docentes consiste en provocar, orientar y acompañar hacia el aprendizaje. El futuro maestro/a deberá estar en disposición de observar, diagnosticar y elaborar estrategias de intervenciones específicas y adaptadas a las situaciones concretas del aula, del conjunto singular de estudiantes, o del grupo de los docentes. Ello precisa que en su formación inicial se hayan considerado los aspectos socio-emocionales, es decir, se conozcan a sí mismos y puedan proyectar en sus alumnos un verdadero modelo de equilibrio en su gestión emocional. Conseguir la implicación no sólo en el plano profesional sino también en el plano personal para poder estar en coherencia con la exigencia y complejidad social.
Estamos hablando de unas competencias centradas en el desarrollo de la inteligencia integral, teniendo una visión ecológica y sistémica de la realidad e incluyendo el dominio de las relaciones interpersonales. Es preciso dotar a los futuros docentes de una competencia social como modelo de comprensión y enseñanza de unas determinadas actitudes y conductas para el alumnado.
Si bien es cierto que de forma tradicional, la formación del profesorado ha abierto espacios para la comunicación, hay una tendencia común en entender que las escuelas actuales no están adaptándose lo suficientemente rápidas como para enfrentarse a los cambios que la sociedad del conocimiento y de la globalización vienen demandando.
Con el cambio de los planes de estudio, con el nuevo enfoque que imprime el EEES y el diseño curricular basado en el desarrollo de competencias, las futuras generaciones de maestros y maestras tienen la oportunidad y la obligación de asumir este reto. En este sentido, la estrategia que se considera más fecunda es la comunicación y reflexión compartida que se orienta a la mutua compresión. Nos estamos refiriendo a facilitar el contacto humano y la educación emocional como estrategia para conocer y saber utilizar de manera positiva los propios temores, el poder, los deseos, las emociones, etc. Ello implica establecer un espacio dirigido primero a la persona y después al docente.
El éxito de los maestros del futuro va a depender de su capacidad para participar en la situación escolar y para aceptar y explorar lo retos e imprevistos, atendiendo a una inteligencia integral, entendida como la confluencia de lo racional, lo emocional, lo actitudinal y lo social. Poder asumir un verdadero compromiso personal y más si este se puede canalizar en la propia realidad, permitirá establecer una sólida fundamentación para responder de manera serena y eficaz a las nuevas generaciones, a los retos de fu¬turo, a los imprevistos, y en definitiva, al desarrollo colectivo.
En este sentido, y a modo de conclusión queremos destacar algunos puntos "clave”, para que los futuros maestros puedan actuar como agentes activos y decisivos de su propia competencia profesional y personal:
- Formación práctica en estrategias y recursos para afrontar con éxito las relaciones interpersonales.
- Incluir técnicas de entrenamiento en la gestión emocional, así como para abordar el estrés, tanto por su utilidad personal, como profesional.
- Experiencias grupales y de trabajo cooperativo, resolución de conflictos y técnicas y habilidades comunicativas que tanta importancia tienen en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
- Estimular el respeto a la pluralidad de perspectivas, planteamientos, enfoques y proyectos como condición irrenunciable de toda práctica democrática.
- Provocar el análisis del contexto social (macro y micro) como factor clave en la orientación, sentido y potencialidad de los fenómenos educativos.
- Estimular la autonomía profesional del docente como expresión más amplia del sentido de flexibilidad que debería tener todo proyecto educativo.
Notas al pie:
1. El denominado Espacio Europeo de Educación Superior
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