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Las Escuelas de Verano

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Efraín Soto Bañuelos. Docente Investigador de la Unidad Académica Preparatoria de la Universidad Autónoma de Zacatecas (México)
Con mayor fuerza, los cursos de verano se han venido a instalar en la conciencia de docentes, alumnos y personas que trabajan para instituciones públicas, en años recientes a partir de ésta idea del long life learning en el que prácticamente todos los profesionistas y personas que desempeñan algún oficio o que prestan algún servicio a la comunidad deben estar en constante y permanente capacitación, preparación o formación.

El sistema bajo el cual, casi ya todos los países están inmersos, en el que existe un espiral creciente de competencia y de personas que acumulan cada vez más conocimiento, está llevando a los individuos a olvidar esos anhelados momentos de "vacaciones” pues es en ese periodo en el que debe compensar sus carencias técnicas o de conocimiento acerca de algún aspecto relativo a su empleo.

Tanto los docentes como los estudiantes de cualquier nivel no escapamos de estas exigencias y es por ellos que buscamos escuelas de verano para expandir nuestro conocimiento o para suplir carencias de conocimientos o bien para especializarnos en algún área específica.

Los docentes por lo regular estamos en la búsqueda de mejores métodos de enseñanza, uso de herramientas para preparar o exponer clases, cómo identificar a los estudiantes por sus capacidades y estilos de aprendizaje para dirigir nuestras baterías a diseñar clases o sesiones que permitan un mejor aprendizaje para todos los estudiantes.

Cuando es por decisión propia, el docente tiene una motivación que le incita a participar, pero hay que tomar en cuenta que cuando es enviado por la institución se limita su desempeño, los resultados son menos importantes y por lo tanto para el asistente y para el facilitador se convierte en una tarea muy pesada.

Los estudios de especialización son también importantes para los docentes ya que les permite buscar mejores posiciones laborales y por ende mejoras salariales, además de profesionalizarse en áreas de su mayor interés.

Los estudiantes buscan cursos en verano que les permitan reponer asignaturas perdidas o suspendidas en el periodo que finaliza o bien adelantar algunos créditos de los siguientes cursos.

Los estudiantes de bachillerato, pero en mayor medida los de licenciatura buscan ampliar los conocimientos recibidos en la escuela o realizar prácticas en oficinas o empresas en las que puedan simular las condiciones reales de trabajo relacionadas con la profesión estudiada.

Después de encuadrar la importancia de estos cursos se pueden puntualizar los aspectos importantes a considerar para elaborar una buena escuela de verano, atractiva y que brinde resultados a los asistentes.

Profesorado. Al ser el encargado de llevar o conducir el curso es ideal que tenga una excelente preparación en el área que participará, además de tener experiencia en el manejo de grupos y con una personalidad que permita la empatía y tenga un buen trato para con los asistentes. Capacitado también en el manejo de las herramientas tecnológicas, así como tener un sólido conocimiento acerca de la evaluación de aprendizajes.

Temáticas. Dependiendo del target es como se diseñarán los contenidos, por ejemplo, si son estudiantes de bachillerato con la intención de tomar una decisión en cuanto su elección vocacional, pues en razón de ese objetivo se seleccionan contenidos adecuados y suficientemente ilustrativos para que sea alcanzado por los asistentes.

Si son maestros que buscan aprender a diseñar páginas web se buscará que los temas lleven gradualmente desde un desconocimiento básico de computación hasta la posibilidad de publicar una página web propia. Regularmente los docentes nacidos entre los 60's y 70's partimos, en el ámbito tecnológico, casi de cero, es un aspecto a considerar al planear los tiempos y los contenidos teóricos del curso.
Contenidos. Deben ser suficientes para mostrar un amplio panorama acerca del tema a revisar pero a la vez deben ser específicos para no abrumar de información a los asistentes, el curso de verano deberá ser un elemento que invite a seguir indagando, y para ello se anexa una bibliografía sugerida. Debemos ser realistas y saber que en un verano no se podrá cubrir una amplia variedad de contenidos, aunque sí de temas.

En ocasiones se vuelve más estresante, tanto para el facilitador o profesor, como para el asistente, el hecho de "tener que” revisar todo el material que se entrega en un principio, con lo que se pierde la esencia del curso y se hace, en realidad, fastidioso.

Objetivos. Deben ser adecuados tanto para el nivel educativo de los asistentes, como para el tiempo previsto para el curso, ya que en ocasiones son objetivos tan ambiciosos que se logran sólo parcialmente. Pero el caso contrario también es evitable pues si infravaloramos a los asistentes o creemos tener demasiado tiempo caemos en un error y el curso queda corto a las expectativas de quienes lo reciben.

La Escuela de Verano debe pues ser atractiva para los asistentes, con profesores reconocidos por su trayectoria y experiencia, con temáticas contextualizadas temporal y espacialmente ante las necesidades de formación exigidas por los ambientes escolares o laborales del medio en el que se pretende ofrecer el servicio de cursos de verano.

La accesibilidad en costos y calidad de los materiales que se ofrecen son también factores a tomar en cuenta para atraer a un mayor número de asistentes.
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