Como es natural, la educación y la formación no pueden -ni, probablemente quieren- escapar de este proceso de rápido y permanente cambio, aunque la evolución no es similar en todas partes.
Precisamente, en cierta manera, la eclosión de la web 2.0. es una respuesta tecnológica a las desigualdades socioeconómicas y, como es lógico, educativas.
La apertura de contenidos a la sociedad y la implicación de los usuarios en la generación de contenidos son imparables mediante procesos de participación y comunicación y el uso de tecnologías interactivas y herramientas colaborativas como los blogs, los wikis y las redes sociales, sencillas de utilizar.
La participación y la interacción configuran el propio proceso de construcción social, de aprendizaje y de difusión de ideas, rompiendo esquemas jerárquicos, tradicionales y estáticos.
Sin embargo, considero utópico o inocente pensar que estas alternativas participativas y abiertas de información, comunicación o formación substituirán los modelos formales de relación, transacción o educación.
Básicamente por razones económicas (¿Quién financia la innovación 2.0?), de diferenciación social (¿Cómo se van a diferenciar las clases sociales pudientes o culturalmente más preparadas?) y de gestión de la complejidad (¿Quién ordena la complejidad y la confusión?)
Mi opinión es que quien necesite calidad, personalización, orientación y agilidad, estará dispuesto a pagar dinero para disponer la información, la formación o el servicio, ya sea en educación o en cualquier otro ámbito.
Internet puede acercar la cultura o la información a nuevas capas sociales si se elimina la brecha digital, pero a su vez será utilizado y aprovechado de forma distinta por segmentos sociales distintos. Internet no nos hará más iguales.
Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com
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