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¿Qué estrategias de aprendizaje resultan adecuadas para afrontar la diversidad de los alumnos?

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Mª Dolores Muzás Rubio. Licenciada en Pedagogía, postgrado en Orientación. Orientadora del Instituto Superior de Formación Profesional Mendizabala de Vitoria
El alumno/a necesita estrategias de aprendizaje que le conduzcan a "aprender a aprender”, esto es lo que en definitiva le va a permitir encontrar las respuestas que la vida le va a ir pidiendo.

El profesor/a puede tener claro cómo enseñar, sin embargo, lo más importante es que descubra qué herramientas puede ofrecer al alumnado para que éste llegue a aprender.

En una ocasión me comentaba un compañero que iba cada día para clase pensando en lo que iba a hacer, en cómo iba a enfocar la materia, en cuánto le faltaba para completar el programa previsto…, la conversación nos llevó a descubrir que lo que merecía más nuestra preocupación era identificar qué tendrían que hacer nuestros alumnos para llegar a aprenderse aquello que nosotros considerábamos tan importante.

Creo que una de las tareas importantes de comienzo de curso es que el profesor/a, al realizar la presentación de la materia, del área correspondiente desarrolle de manera experiencial, práctica, aquellas estrategias que el alumno ha de utilizar para poder aprenderla.

Al propio tiempo, el modo de aprender de cada alumno/a es diverso, como somos diversos cada uno, y esto tiene que ver con las experiencias previas, con las capacidades ya desarrolladas, con los conocimientos básicos adquiridos, con los sentimientos y la emociones, etc.

A partir de estas convicciones podemos señalar algunas claves que nos ayudarán a desarrollar estrategias que permitan y potencien los diversos modos como aprenden nuestros alumnos:

1ª clave: El alumno/a constructor de su aprendizaje / El profesor/a mediador

El cambio de una enseñanza basada en la transmisión del conocimiento hacia un proceso que pretende alcanzar la autonomía del alumno y promueve una mayor gestión del aprendizaje por parte del alumnado, requiere modificar los modos en que el profesor plantea el trabajo en el aula, cambiar aquellas estrategias de enseñanza que no sean adecuadas a este objetivo por otras que favorezcan que sea el propio alumno el protagonista de la tarea educativa y el profesor el mediador, acompañante, motivador y orientador de dicho proceso.

Una estrategia que es especialmente útil para este fin es el Plan de trabajo: El alumnado cuenta con la organización de las actividades a desarrollar y conoce las exigencias y los criterios de evaluación a los que debe dar respuesta. Por otro lado, el profesorado tutoriza y orienta de forma individualizada.

Además, podemos señalar entre otras estrategias que ayudan a avanzar en este sentido:

- Favorecer el trabajo personal, realizar procesos de investigación de forma personal y adaptada a las distintas posibilidades del alumnado.

- Ofrecer un proceso que provoque un trabajo activo y de búsqueda, teniendo como apoyo pautas para observar la realidad, recoger datos, organizarlos y estructurarlos, así como la utilización de materiales diversos como apoyo para la síntesis y el aprendizaje.

- Orientar al alumnado para que analice sus aprendizajes y sepa pedir ayuda. Ofrecer pistas para que el alumno/a dé el siguiente paso, dándole el apoyo necesario con el fin de evitar los fracasos repetidos.

- Ofrecerle la posibilidad de elegir entre actividades diferenciadas, utilizar medios y recursos variados, contar con materiales adecuados a su medida

- Favorecer la autoevaluación, informar al alumno/a de su proceso y potenciar la autoestima. Una herramienta de especial utilidad en este sentido es el portafolio.

2ª clave: Construir los nuevos conocimientos sobre los conocimientos y experiencias previas

Para que la actuación educativa pueda ser eficaz, es muy importante tener en cuenta que cada nuevo aprendizaje se integra en los anteriores y de esta manera se va haciendo posible la maduración de las capacidades. Cuando los aprendizajes afectan al desarrollo de las funciones cognitivas, es decir cuando inciden en la maduración de los núcleos centrales de la persona, hacen que evolucione la Zona de Desarrollo Potencial (todas aquellas competencias que están todavía latentes y que necesitan de una mediación para su desarrollo) hacia la Zona de Desarrollo Real con lo que aumentan las competencias que se sitúan en esta zona. Para ello tiene que darse una intervención adecuada en la Zona de Desarrollo Próximo (lo que es capaz de hacer el alumno/a con ayuda de un adulto o de un igual)

Los aprendizajes no se dan aislados, sino que están relacionados entre sí, se suceden en cadena, por lo que es fundamental que cuando el alumno vaya a realizar cualquier aprendizaje le sea posible vincularlo a otros adquiridos previamente, es decir pueda dar el paso siguiente apoyándose en el anterior.

Cuando el alumno lo único que hace es repetir aprendizajes ya adquiridos, no hay novedad ni nuevo aprendizaje, y aquella acción pierde todo interés y toda eficacia. Cuando lo que se le presenta como motivo de aprendizaje se sitúa demasiado lejos de lo que puede entender, provoca desinterés o frustración.

Es, por tanto, fundamental desarrollar algunas estrategias tales como: Plantear preguntas al comienzo de la tarea que ayuden a vincular los nuevos aprendizajes con los ya adquiridos, situar los aprendizajes en relación a experiencias vividas, recordar estrategias de aprendizaje utilizadas en situaciones semejantes, etc.

3ª clave: Aplicación y generalización de los aprendizajes realizados a partir de experiencias y hechos de vida

Se trata de que el alumno/a vaya más allá de la necesidad inmediata que originó la tarea o más allá de sus propias necesidades concretas. Es decir, se trata de entender que la actividad le servirá para otras ocasiones de aprendizaje, de relacionar estas actividades con experiencias del pasado y con propuestas para el futuro, de reflexionar sobre las situaciones de la vida a través de un mecanismo de generalización y transferencia.

Como estrategias posibles señalamos:

Plantear la aplicabilidad de los aprendizajes a otras áreas de contenido, a experiencias de la vida real, a las profesiones y a valores de su vida. Con preguntas planteadas por el profesor o que el propio alumno puede hacerse si se le motiva para ello, crear un nuevo sistema de necesidades que trascienda las actuales, intentar que los aprendizajes vayan más allá de lo inmediato y lo instrumental, proyectar los aprendizajes a nuevas situaciones presentes o futuras, provocar que el alumno relacione lo que ya conoce con lo que aprende, enseñar a "mirar”, a descubrir la realidad, aplicar el conocimiento a temas de interés para el alumno, etc.

4ª clave: Tener en cuenta la estructura afectiva del sujeto y favorecer la interacción en el aula

¿Qué interacción hay en nuestras aulas y en que dirección se da? Sin duda la interacción y la comunicación son el vehículo imprescindible para que se llegue a dar el aprendizaje. Todos sabemos por experiencia que la mayor o menor dificultad para el aprendizaje de una materia está íntimamente relacionada con las experiencias afectivas y las interacciones vividas con aquel profesor y/o con aquel grupo de compañeros. Se trata de un elemento fundamental para el aprendizaje que muchas veces queda fuera del análisis y la reflexión entre el profesorado. Por ello, es muy importante hacer conciencia de las relaciones, los sentimientos y los afectos que sustentan un aprendizaje.

Estamos hablando de una interacción del profesor con el alumno que tiene una serie de características que la convierten en una relación mediadora: que las relaciones se den en un marco de aceptación, de confianza mutua y de respeto; que se favorezca un clima de relaciones afectuosas que contribuya a la seguridad y a formar una autoimagen positiva y realista en los alumnos; que el profesor tenga en cuenta las capacidades del alumno para hacerlas avanzar. Esta relación estará siempre basada en el diálogo, en el arte de preguntar, de modo que ayude al alumno a sacar a la luz todas sus potencialidades y a realizar procesos de pensamiento personales que le ayuden a crecer.

Así mismo, favorecer las relaciones entre los iguales en el proceso de aprendizaje es sumamente importante y hay algunas estrategias que lo hacen posible. El trabajo cooperativo entre iguales dentro y fuera del aula es uno de los modos que mejor garantizan la construcción colectiva, con la aportación de cada uno desde sus posibilidades y características personales. La ayuda entre iguales asegura la cercanía en el lenguaje, en los intereses, en las motivaciones, en el conocimiento de aquello que ha exigido más esfuerzo para su comprensión.

Por otro lado cuando uno tiene que explicar algo a otro es la mejor manera de clarificarse y esforzarse por encontrar la palabra adecuada y el argumento necesario.

Por tanto, esta estrategia es de gran utilidad para el aprendizaje tanto dentro como fuera del aula. Es una gran ayuda tanto para clarificarse y poder aprender aquellos aspectos de mayor dificultad como para asegurar lo que inicialmente tiene aprendido.

Pienso que en este momento el profesorado estamos muy preocupados y en cierta manera bloqueados, buscando respuestas para cómo enseñar a la diversidad que tenemos en el aula. Estamos acostumbrados a "tener la respuesta”, a "aprender en los libros”, a "saber…”. Sin embargo, es probable que obtengamos más pistas si miramos a nuestros alumnos/as y en su diversidad descubrimos modos y estrategias que puedan ayudar a aprender a cada uno de ellos, según sus peculiares maneras de acercarse al aprendizaje. Dejemos que ellos conduzcan nuestras búsquedas.
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