El cambio en el marcado laboral se produce por las distintas prioridades de los egresados universitarios que, además, desde 1999 son cada vez menos. Este curso, el descenso es del 1'5% anual. Los nuevos titulados comprenden que la formación es importante para diferenciarse y, por lo tanto, una parte de ellos, prefiere perseverar en un proceso formativo realizando un curso de postgrado o de máster, vinculado ya a una posible especialización profesional. El contexto familiar y social en el que viven no les posibilita la emancipación hasta los 28-30 años y sus valores hedonistas y hábitos comodones no fuerzan a encontrar un empleo inmediatamente.
Muchos jóvenes universitarios tienden a buscar empleos en la administración pública o en entidades privadas -tipo cajas de ahorro- que les den una seguridad laboral en el marco de unos horarios cómodos y de la posible conciliación de la vida laboral con la vida familiar y personal. La realización personal no la buscan en el trabajo sino en el tiempo libre.
Otros titulados, quizás más dinámicos y valientes, antes que comprometerse con una empresa para un largo período de tiempo, prefieren apostar por organizaciones de las que puedan aprender, donde puedan viajar profesionalmente o trabajar fuera por un tiempo y donde tengan largo recorrido en su carrera profesional.
Esto que acabo de señalar implica que las empresas tendrán que hacer importantes esfuerzos para presentar a los potenciales nuevos empleados unos planes de carrera de acuerdo con su expectativas y, por lo tanto, personalizando unas propuestas que deberán ser flexibles en función de las necesidades de cada potencial fichaje.
Las empresas deberán demostrar, seguramente, también, como son de innovadoras, qué planes de expansión tienen y qué tipo de inversiones en recursos humanos se plantean.
Enric Renau
Editor
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