El uso intencionado de estas clasificaciones se convierte en una herramienta de marketing institucional que no un instrumento de información y orientación al potencial alumno, lo que acaba por cuestionar el rigor científico de estos indicadores.
En Estados Unidos, la Association to Advance Collegiate Schools of Business (AACSB) se ha propuesto realizar un ambicioso estudio que, para aclarar las cosas, pretende, examinar el impacto de las escuelas de negocio en la sociedad, desde distintas perspectivas: el impacto sobre sus alumnos, el impacto sobre sus empresas y el impacto sobre la economía y la sociedad a la que pertenecen.
En relación a los alumnos, la investigación académica sobre el liderazgo directivo no puede ser teoría aislada de la realidad diaria. Tiene que ser relevante respecto a los temas que se suceden en el mercado y respecto a cómo son las empresas de este mercado, qué sectores son centrales, qué dimensión o capacidad de crecimiento, endeudamiento o exportación tienen.
Las escuelas de negocio tienen demostrar que facilitan una capacidad superior de inserción, mejora de empleo o de competencias específicas a sus alumnos. Ya no se trata sólo de crear buenos contables, gerentes o directores de proyecto. Es imprescindible formar en el pensamiento estratégico, además de en la gestión técnica o táctica. Por lo tanto, no vale sólo la acumulación de casos, ejemplos o la mera aportación de técnicas de gestión.
La docencia en las escuelas de negocio tiene que estar basada en investigación sólida sobre los elementos nucleares de las empresas de hoy en día, que se mueven en entornos complejos, cambiantes y con capacidad de aprendizaje.
La percepción de la propia comunidad educativa (alumnos, profesores) y la valoración del impacto es, por tanto, uno de los ejes centrales de medida de la calidad de las escuelas de MBA.
El segundo criterio es el impacto que tiene sobre las empresas de la comunidad en la que se asienta la escuela de negocios y que en buena medida financian la formación de los alumnos.. Si es un impacto global, pues global. Si es local, pues local. ¿Qué impacto concreto tienen sobre su el crecimiento, sobre sus políticas financieras, de recursos humanos, sus estrategias de marketing o de internacionalización, innovación o responsabilidad social (por poner algunos ejemplos) realizadas en las escuelas de negocios sobre las empresas?
Disponer de indicadores que soporten la actuación de una escuela de negocios debe ser otro reto a conseguir.
Finalmente, los decisores políticos, que intervienen en la definición de las políticas públicas macro y microeconómicas, en el crecimiento económico, en la innovación y en el liderazgo de las economías, tienen algo que decir, a la hora de medir el impacto de un centro MBA. ¿Se forman a meros gestores o a líderes? ¿Se construyen profesionales con valores o desalmados? ¿Se fomentan la creación de emprendedores o de directivos-asalariados?
Como podemos observar, la evaluación del impacto de las escuelas de MBA en su triple dimensión tiene todo su sentido. Por mi parte, haré lo posible para que esta forma de mesurar los centros arraigue en España.
Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com
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