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La convivencia es conflicto
Artículo de opinión
Pero el conflicto puede entenderse como un echo consustancial y necesario para la vida como consecuencia del legado de la no violencia de la Teoría crítica de la educación, la investigación para la paz entre otras. El conflicto es un proceso natural y positivo para las personas y grupos sociales, es inevitable a la existencia humana. Lo importante no es negar la realidad, sino poner medios adecuados y enfatizar las estrategias de resolución pacífica y creativa del conflicto. Como dijo Pallarés, 1982 "El conflicto no es malo en sí, aunque las personas puedan responder al mismo en forma perjudicial”.
La clave no está en eliminar el conflicto, está en regular y resolver de forma justa y no violenta y para ello deberemos aprender y practicar los métodos más adecuados para obtener una resultado productivo.
La resolución de los conflictos generados en la cotidianidad del ámbito educativo, se debe relacionar con la racionalidad. Ésta será uno de los principales factores que determinará la forma de cómo nos situamos ante el conflicto. La intervención se dirigirá a los tres protagonistas de la comunidad educativa, profesorado, alumnado y padre/madre y abarcando los espacios de aula y el propio centro.
Ante la propuesta de la resolución de los conflictos, se ha de tener una actitud positiva ante el aprendizaje y enseñanza de los propios conflictos siendo lecciones de relaciones humanas. Se ha de tener en cuenta también que esa resolución no es inmediata y que se necesita un tiempo para conocer las causas que lo produjeron, estudiar las posibles salidas, trabajar las habilidades y técnicas para, por último, evaluar la actuación. A lo anterior se debe añadir la necesidad de tratar ese tema en un espacio adecuado que se conozca y se relacione con "la resolución”.Y por último, una premisa importante es la de estimular a los alumnos para que aprendan ha resolver sus conflictos conociendo diferentes formas y adquiriendo compromisos con ellos, con los compañeros, con los profesores y, por último con los padres en esta convivencia diaria.
Los profesores debemos en el aula tener, una actitud de entrega, de honestidad con el que hacer, de implicación y de transmisión ya que, al igual que los padres, somos modelos con los que los alumnos conviven. No se puede pretender que ellos aprendan y pongan en práctica lo contrario de lo que nos ven hacer y de lo que nos oyen decir. La forma de estar en el aula, la forma de contactar con los alumnos, la forma de enfrentarse a esos "pulsos” que los alumnos nos obligan vivir, la manera de ganarse al grupo, en general, la capacidad de ser líder, va ha determinar que la enseñanza-aprendizaje de los implicados en la resolución de los conflictos.
Ante esta situación nuestra actuación, como implicados en la educación, debe ser directa al problema, acorde a las necesidades del grupo, dentro de las capacidades del entorno y dando respuesta a los intereses que muestran. No hay que olvidar que nuestro papel primero ha de ser de prevencionista de estas situaciones conflictivas, mediador/a en el momento del planteamiento del conflicto y guionista-actor en la resolución.
Las entrevistas individuales para conocer a cada uno de los implicados en el conflicto, los juegos de roles para trabajar la empatía y el trabajo de motivación y modificación de la actitud negativa con la que nos encontramos son las principales actuaciones ha realizar para conseguir, no sólo resolver el conflicto generado sino aprender todos del proceso y evitar en la medida de lo posible su repetición.
Es un trabajo duro y lento que con el esfuerzo de todos se avanzará en la consecución. Padres, madres, profesores, centro educativo, familia y la sociedad en general debemos unir nuestro trabajo, de poco sirve trabajar en un ámbito de la juventud, la convivencia, si en otros se fomenta la violencia, la agresividad, la falta de respeto, etc.
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