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La perentoria necesidad de acciones conjuntas y globales para la convivencia en las aulas
Artículo de opinión
Esto no es nada fácil, tampoco nuestra propuesta supone la panacea, pero sí la convicción de que aplicando estrategias conjuntas se puede mejorar la convivencia diaria de modo notorio. No resolveremos todos los problemas, pero contaremos con recursos y estrategias suficientes para abordarlos más eficazmente.
Existen numerosas y valiosas propuestas sobre acciones de mejora de la convivencia en las aulas. Un paso previo, imprescindible e ineludible a la ejecución de cualquier programa, taller o actividad dirigida hacia la mejora de la convivencia consiste en la concienciación por parte del equipo directivo, claustro, familias, alumnado y personal no docente de la necesidad de la construcción e implementación de un sistema de convivencia, cuya finalidad fundamental sea la resolución de conflictos de forma conciliadora y potenciando las relaciones interpersonales.
Las variables a tener en cuenta son múltiples: familia, educadores, alumnado, centros de apoyo de los ayuntamientos, servicios sociales, cursos de actualización del profesorado, introducción de valores en los currículos, etc.
Un punto a abordar es la preparación del profesorado en educación secundaria en materias relacionadas con la Pedagogía, la Psicología y la Didáctica, así como la resolución de conflictos. Se debe plantear un reciclaje periódico y una actualización pedagógica del profesorado de la ESO, especialmente orientada a estrategias para afrontar los conflictos en el aula.
Es urgente la creación en los centros de enseñanza de un equipo de apoyo de profesorado que, preparado y capacitado, haga frente a las situaciones de conflicto que se plantean en el aula y que desbordan al profesorado. La acción de este equipo de apoyo debe ser continuada en el tiempo y ejercer sobre el alumnado conflictivo o con problemas un seguimiento, coordinando la labor con el profesorado de las áreas correspondientes. Para ello sería bueno redactar un documento que sirviera para reflejar el seguimiento del alumnado, sus retrocesos y progresos y analizar a qué se deben.
La figura del psicólogo como miembro integrante de la comunidad de cada centro debe convertirse en una figura habitual, a cuya función de asesoramiento en cuestiones relativas al alumnado, debe sumársele la de apoyo al profesorado, contribuyendo a rebajar el nivel de tensión y estrés que padecen los profesores.
Otro factor clave es trabajar desde los centros la implicación familiar, para lo que también se necesitaría un equipo de apoyo que, desde los centros, desarrolle esta labor. En este aspecto, los ayuntamientos y diversas consejerías deben potenciar los equipos de apoyo familiar. Es importante la posibilidad del contacto directo mediante reuniones periódicas con todos los integrantes de la comunidad educativa, incidiendo y concienciando en la función socializadora que posee la familia.
La inclinación de los currículos debe atender a la potenciación de los valores desde todas y cada una de las áreas, contribuyendo mediante ejes inclusores a fomentar la escuela inclusiva que debe responder a las necesidades de la sociedad en la que vivimos.
En este contexto no podemos olvidarnos de una serie de elementos consustanciales y básico en la formación integral del alumnado, como son: respeto mutuo, comunicación, diálogo y participación. Por ello, la existencia de una comisión de convivencia, formada por representantes de los diferentes sectores de la comunidad educativa, constituye un instrumento valioso y eficaz para gestionar la resolución de conflictos, atendiendo a la participación de todos elementos implicados en un clima de convivencia y diálogo.
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