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¿Qué contradicciones te encuentras entre las propuestas para lograr un Consumo Responsable y el comportamiento real de niños, padres y madres, jóvenes, educadores, etc.?

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Maite Martínez. Coordinadora de contenidos de la página web jugueteseguro.coop y socia de Marinva, juego y educación
Los juguetes ocupan un lugar importante en el universo infantil. Sólo con entrar en la habitación de un bebé podemos comprobarlo: sonajeros, cajas de música, móviles, ositos de peluche, muñecas de trapo... ¡juguetes por todas partes!

Nadie discute sobre los beneficios de juegos y juguetes como mediadores y motivadores de la actividad lúdica. Su principal función es la de estimular el juego, favoreciendo los momentos de diversión y el ejercicio de las diversas habilidades y capacidades del niño. Sin embargo, todavía la sociedad no valora el juguete en su justa medida lo que, con toda seguridad, no favorece un consumo responsable por qué, en cuanto a juguetes se refiere, la línea entre consumo y consumismo se desdibuja muy fácilmente.

Entendemos que esto responde fundamentalmente a dos aspectos que seguidamente analizaremos:

- La falta de concepción del juguete como objeto cultural, como elemento transmisor de cultura, necesario para el desarrollo.

- La extensa cantidad de juguetes que un niño adquiere/recibe sin pasar, en muchos casos, por un proceso de selección razonada y razonable.

El juguete es un objeto necesario en la vida de un niño. De la misma manera que no se puede concebir la vida de los niños y niñas sin juego, no puede concebirse sin los elementos que le dan soporte.

Si bien es evidente que un niño que no tiene juguetes, se los inventa y que con este sano ejercicio disfruta, hemos de tener en cuenta que los juguetes explícitamente construidos para proporcionar juego a los niños también son necesarios. Son objetos culturales que nos ofrecen recreaciones en miniatura del mundo real y exhiben los últimos dominios técnicos del momento. Son testigos de su época que invitan a los más pequeños a realizar diferentes acciones que influyen notablemente en su socialización y en la inmersión cultural (de la cultura imperante o de otras culturas en función de la selección que se haga).

Esta perspectiva de transmisión cultural, determina una reflexión implícita en la selección que, no sólo nos ayuda a conocerlos y analizarlos, si no que también nos facilita prever la forma en la que serán presentados a los niños, valorando como manejan e interpretan la información que les proporcionamos.

Concebir el juguete como elemento transmisor de cultura provoca un consumo diferente: un muñeco de un superhéroe representa, así, un elemento fantástico que anima la imaginación; un juego de mesa, la oportunidad de poner en marcha una sana forma de diversión compartida con otros; un monopatín, la oportunidad de ponerse a prueba y disfrutar de las habilidades… Y lo más importante, transmitimos que lo importante no es tan sólo el objeto, si no apropiarse de él, dominarlo, disfrutarlo, conocerlo, cuidarlo y responsabilizarse, para así conseguir que sea un elemento a través del cual recrear la realidad que perciben y sus fantasías, un elemento que les invita a comunicarse y a compartir o a disfrutar de sus logros.

A la vez, esta posición nos lleva a valorar la importancia de pasar el suficiente tiempo con ese juguete, por lo que entenderemos que tener muchos juguetes, lejos de favorecer esta apropiación, la dificulta.

Pero todavía estamos lejos de esta concepción y el juguete es uno de los muchos productos que forman parte de la cultura del tener. Este valor se hace explícito en determinados momentos del año, pero no exclusivamente, ya que cumpleaños, finales de curso o incluso inicios, son excusa para regalar a un niño o niña un juego o juguete.

A menudo, este acto tiene al niño como destinatario sin tener en cuenta la diferencia entre necesidad, ilusión o simple capricho ¿Hasta que punto somos conscientes que, a través de nuestros regalos, hemos hecho explícito entre los niños una determinada filosofía de vida en la que cuantas más cosas tengo más éxito adquiero? ¿Qué capacidad de ilusión, espera o escudo contra la frustración están desarrollando nuestros niños que viven en la cultura de la inmediatez, en la que se puede querer todo y además de forma inmediata?

Elegir un regalo para un niño puede ser un acto de comunicación en el que compartir con los futuros consumidores reflexiones que les ayuden a vivir en una sociedad de consumo. Para ello deben poder manejar ciertas habilidades:

- Aprender a valorar la oferta, para ello es necesario que la conozcan a través de diferentes vías, la televisión es una, pero también lo son las tiendas, las ludotecas, las casas de los amigos, amigas o familiares de su edad.

- Saber seleccionar y valorar sus prioridades, comprendiendo que no todo es necesario y que elegir un juguete conlleva desestimar otros sin que ello suponga una carencia.

- Responsabilizarse de sus pertenencias, apropiarse de ellas como comentábamos anteriormente y para ello es preciso que cuenten con una colección gestionable y no con una excesiva y difícilmente controlable.

En definitiva, conocer la oferta, dedicar tiempo a imaginar cual será la propuesta más interesante, valorando las necesidades y las preferencias, pero también lo que ya tiene y el espacio en el que jugará, así como el tiempo que podrá dedicar a jugarlo son elementos fundamentales.

Desde la web Juguete Seguro ponemos a disposición de los consumidores reflexiones, informaciones y estrategias que permitan poner en práctica estas consideraciones. En él se presentan contenidos relacionados con el juguete desde tres ópticas: la pedagógica y cultural, la del consumo y la de la seguridad. Los contenidos, aunque mayoritariamente se dirigen a los adultos, tienen muy en cuenta las consideraciones de los niños y niñas y ofrecen elementos que permiten abordar el tema del consumo con los pequeños.

Los juguetes son artículos muy significativos en la vida de un niño y de una niña, saber seleccionarlos y consumirlos es un aprendizaje al que no podemos renunciar, pues tendrá importantes repercusiones en la sociedad del consumo en la que viven. La visita de Papá Noel o de los Reyes Magos nos ofrece una oportunidad magnífica para poner en marcha los mecanismos que faciliten este aprendizaje. La carta en la se les comunica los deseos e ilusiones acumulados durante un año es una inestimable oportunidad para que pequeños y mayores hagamos una reflexión compartida en la que poner en práctica hábitos de consumo responsable.
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