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Mirando al futuro. El reclamo del líder emocional en las organizaciones escolares
Artículo de opinión
A la función directiva, en estos momentos, se le está reclamando nuevos retos propios del contexto en el que estamos viviendo caracterizado, entre otros aspectos, por: la globalización, la descentralización, la indefinición de políticas educativas, la rápida acumulación y desarrollo del conocimiento científico, la sociedad del conocimiento, etc. Aspectos que también están incidiendo en el reclamo de un tipo de liderazgo que algunos autores como Goleman y Otros (2002), denominan liderazgo resonante. Liderazgo en el que predomina una manifestación relevante a la inteligencia emocional. Inteligencia emocional que se concreta en un gobierno adecuado de nuestros sentimientos y en la capacidad para conectar con los demás, intuir sus sentimientos y respetar sus intereses. Goleman (1996), describe la inteligencia emocional como una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos y engloba habilidades tales como, el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc., que configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, indispensables para una buena y creativa adaptación social.
Al director/a de las organizaciones escolares se le está requiriendo el que posea una serie de cualidades y características muchas de ellas relacionadas con la capacidad de: reconocer los propios sentimientos y los sentimientos de los profesionales que trabajan en la organización, motivar al personal y manejar adecuadamente las relaciones que sostiene con los demás y consigo mismo. Es decir, se trata de manifestaciones muy relacionadas con lo que supone ser considerado como líder emocional. Líder que entre otras consideraciones presenta las siguientes:
1-La autoconciencia o el conocimiento y reconocimiento de las propias emociones. Sólo quien sabe por qué se siente, como se siente, puede manejar sus emociones, moderarlas y ordenarlas de manera consciente.
2-El autocontrol o la capacidad de controlar las emociones y adecuarlas al momento y a las circunstancias. No podemos desconectarnos o evitar algunas emociones, pero si podemos conducir nuestras respuestas emocionales y manejarlas de forma inteligente.
3-La automotivación o la capacidad de motivarse a uno mismo para perseguir unos objetivos o logros. Los buenos resultados en nuestra vida dependen de cualidades como la perseverancia, la confianza en uno mismo y la capacidad de sobreponerse a los malos momentos y derrotas.
4-La empatía o la capacidad de reconocer las emociones ajenas, entender lo que otras sienten, así como comprender pensamientos y sentimientos que no se hayan expresado verbalmente.
5-Las habilidades sociales o la capacidad de controlar las relaciones sociales manteniendo nuestra habilidad para crear y mantener relaciones, reconocer conflictos y solucionarlos, encontrar el tono adecuado en cada momento y percibir los estados de ánimo de los demás.
6-La colaboración frente al individualismo. Una cultura profesional y forma de trabajo en equipo.
7-La estrategia de liderazgo que promueva el mantenimiento y desarrollo de rasgos relacionados con la cultura de la organización.
8-El acuerdo y consistencia entre los miembros del equipo directivo y entre los profesores sobre los objetivos, la visión y la misión de la organización.
9-La potenciación e incentivación de normas de mejora y desarrollo profesional para el profesorado.
10-El compartir el poder y la responsabilidad con otros compañeros/as de la organización.
Indudablemente la mejora de la escuela pasa, en estos momentos, por potenciar un liderazgo emocional que sea capaz de potenciar el trabajo en equipo del profesorado como elemento básico para canalizar la tan demandada autonomía pedagógica, organizativa y de gestión de los centros. Un liderazgo que desempeñe una función estratégica compartida y comprometida, en su dimensión transformacional y en su papel potenciador de la cultura de la organización, así como también en su habilidad para manejar los sentimientos y emociones de si mismo y de los demás profesionales que trabajan en la organización. Es decir, un liderazgo que favorezca el bienestar personal y social de todos los miembros. Un reto complejo pero imposible de lograr para el buen funcionamiento y el éxito de la organización.
Referencias bibliográficas
GOLEMAN, D y Otros (2002). El líder resonante crea más. Barcelona. Llasa y Janes.
GOLEMAN, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona. Kairós.
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