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Acciones que se pueden llevar a cabo desde la orientación para que los y las docentes puedan construir su plan de carrera

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Maria Luisa Rodríguez-Moreno. Catedrática de Orientación Profesional de la Universitat de Barcelona
¿De verdad estoy preparado para ser profesor?

Antes de que terminen su carrera como docentes, ya sea si están estudiando carreras técnicas o carreras humanísticas, los Institutos de Ciencias de la Educación (que para eso fueron creados a finales de los años setenta) deberían organizar, además de los cursos sobre técnicas y estrategias didácticas, un módulo para concienciar a los futuros docentes de lo que significa enseñar y formar a los demás.

1. ¿Qué temas debería tratar ese módulo?

A) De las responsabilidades que comporta enseñar a personas diversas y de diferente condición social, intelectual y afectiva;

B) De la dificultad de la comunicación con las familias de su alumnado, y del trato y guía de dicho alumnado;

C) De la necesidad de estar constantemente actualizado;

D) De la complejidad de las nuevas tecnologías engarzadas con la didáctica de las materias;

E) De la dificultad de enseñar al alumnado a utilizar con madurez su tiempo de ocio y sus relaciones sociales y con el grupo; etc.

2. Eso significa que la formación que se diese en los ICEs habría de ser no sólo teórica sino también experiencial (podría ser un ejemplo, la teoría de D. Kolb, de 1984).

Una vez hayan terminado su carrera y hayan optado por colocarse en un centro educativo de cualquier nivel, velar

- Porque la Administración les facilite la formación continuada a horas laborales

- Porque los equipos de orientación les enseñen a planificar el desarrollo de la carrera, con la construcción de su proyecto profesional a medio y a largo plazo

- Y, finalmente, animándoles a que superen los inconvenientes de la rutina diaria, mostrando que existe un horizonte muy amplio y rico en el mundo de la docencia. Una de las tareas más interesantes es la redacción de manuales de enseñanza, libros de ejercicios, ensayos sobre la práctica, narrativa de la historia de vida, etc., etc. Antes (finales del siglo XIX y principios del XX, los maestrillos competían por tener sus librillos. ¡Es una gozada leerlos! Ahora se está dejando la labor de la escritura pedagógica en manos de las editoriales, con lo cual se pierde la originalidad y la variedad.

¿Qué hago a continuación?

Conectando con lo dicho en el punto anterior, hay que decir que existen múltiples soluciones para no salir quemado prematuramente de la hoguera de la enseñanza. Es un fuego constructivo, en principio, pero si se llega al tedio, puede ser destructivo. Por eso, un docente, una docente, tiene en sus manos magníficas oportunidades de desarrollarse en otros campos. No en vano sus competencias laborales son muchas y muy profundas.

En nuestro contexto globalizado hay maneras flexibles de seguir trabajando en tareas como: redactar libros de texto a todos los niveles; ilustrar libros de narraciones infantiles y juveniles, asesorar a editoriales; organizar y dinamizar grupos de trabajo de jóvenes en riesgo de exclusión social; atender a poblaciones diferentes; iniciar a las personas en el mundo laboral; educar a grupos de familias; trabajar en organizaciones no gubernamentales en el país y en el extranjero, dedicarse a promocionar a las mujeres que viven y/o trabajan en precario; atender a personas adultas extranjera s que desean alfabetizarse; colaborar en curso de informática para personas adultas; trabajar en curso on-line; codirigir talleres y cursos de formación para el personal y recursos humanos de las empresas; supervisar el acomodo de estudiantes que desean ir al extranjero; inspeccionar y evaluar su progreso, etc., etc.

Examinando a fondo las competencias que uno domina, seguro que se sorprenderá de la cantidad de tareas que va a poder hacer que, a primera vista, no parece que estén estrechamente relacionadas con el mundo de la docencia. Pensemos que la formación y la enseñanza se da en todos los ámbitos: en restauración, turismo, formaciones profesionales, cocina, estética, contabilidad, biblioteconomía, y muchos otros.

Los/las orientadores/ras profesionales saben cómo reorientar y recolocar a las personas que desean rehacer su vida profesional. ¡Confiemos en ellos/ellas!

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