En profesorado de educación primaria, pero, sobre todo, secundaria y universidad supera de media esta edad. Ello conlleva que generacionalmente no han crecido con las TIC sino que han tenido que formarse voluntariamente o por obligación para incorporar la informática e Internet en su vida cotidiana y profesional.
La edad, la rutina laboral y un cierto temor o pereza al cambio han provocado un cierto rechazo en una parte del profesorado, mientras que otra parte ha incorporado las TIC de forma entusiasta.
El uso de contenidos docentes de Internet, por ejemplo, es aún muy bajo. Ni la administración ha apostado claramente, ni las editoriales parecen muy entusiasmadas, ni los equipos docentes, ni los catedráticos, ni los profesores individualmente han evolucionado de forma substantiva.
Por eso, el e-learning tampoco ha crecido espectacularmente. No existe tradición ni entre los profesores ni entre los alumnos.
Las empresas pensaron que era un método más económico para formar a sus empleados. Los trabajadores soñaban con compaginar vida profesional y familiar con la formación. Las universidades creyeron que la formación virtual podría sustituir las clases magistrales. Y no fue así.
Ello no significa que no exista, aún, un importante potencial, para la formación on-line. De hecho, este tipo de formación va substituyendo la formación tradicional a distancia y también aumentando de alumnos de grado y postgrado, especialmente en su versión híbrida.
Pero a mi entender, hasta que no haya una renovación generacional de cohortes habituadas a utilizar Internet de forma natural, será difícil que este proceso de normalización de las TIC se realice de forma definitiva. Hasta que en las Escuelas de Magisterio y en las facultades no se formen a los futuros profesionales de una forma natural con el uso de las TIC, seguramente no habrá un salto cualitativo en la formación on-line.
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Enric Renau
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