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Matricularse en el postgrado
Artículo de opinión
Al ir avanzando, el fantasma de la sociedad de la información, en la que ya cualquiera podía tener a su alcance las verdades y mentiras de los libros con una búsqueda por Internet, se hacía poco validarse en el trabajo con un documento en el que se leyera un grado académico, ahora es necesario demostrar competencias básicas y especializadas en el área de desempeño laboral o profesional, por lo cual se requería comprender, elaborar, entender, utilizar y mejorar toda esa información para convertirla en conocimiento que permitiera optimizar el desempeño en el trabajo.
Son pocas las profesiones u oficios que no requieren de conocer por lo menos un idioma diferente al propio del lugar donde se vive, pocos los que no requieren un cierto nivel de especialización en el trabajo que se desempeña o conocimiento mínimo de computación o informática.
Las universidades están apuradas por pretender adaptar sus currícula a las pretensiones actuales del mercado laboral, no sólo de su comunidad, provincia o país, sino de las exigencias que la globalización ha traído consigo, con la intención de que los egresados tengan un amplio abanico de posibilidades para desempeñarse profesional y laboralmente, consiguiendo con esto renombre y probabilidades de sobrevivir ante la dura competencia en la que se convierten las nuevas instituciones educativas, no necesariamente formales, las cuales son creadas mayoritariamente por empresarios que intentan formar a sus obreros (mano de obra) o gerentes con el perfil requerido.
Estas "nuevas instituciones” se convierten en una válvula de escape para acoger a todos aquellos recién egresados o menos afortunados -los que no superaron el filtro de evaluaciones para ingreso a alguna universidad- para que los primeros incrementen o potencien sus competencias profesionales básicas o especiales y, los segundos, a los que llamaré subproductos de la elitización académica (o desechos no reciclables de las universidades, las cuales se deben sólo a los mejores estudiantes, a los que tienen un valor agregado), que buscan "no perder el tiempo” y utilizarlo para prepararse a una nueva oportunidad de evaluarse y, quizá, matricularse en alguna universidad.
Ante el discurso internacional de importantes instituciones, entre ellas la UNESCO, acerca de pretender una educación a lo largo de la vida, fomentando que el adulto regrese a la escuela, no es para nada gratuito, más que todo es una causalidad de los nuevos órdenes empresariales en los que a medida que las exigencias de producir más o producir cosas nuevas, mejores, innovadoras, creativas y todo ello con la palabra eficiencia de por medio, son los más aptos y flexibles los que de mejor manera se adaptaran a las nuevas indicaciones, requerimientos y necesidades de la empresa.
Los postgrados oficiales o no, institucionalizados o no, son espacios de inminente mejoría para los trabajadores que ya sea para mantener su empleo o para encontrar uno nuevo o para los que desean mantener actualizados sus conocimientos o competencias son la salida más idónea y regularmente menos compleja, hablo de menores requisitos para inscribirse, no solicitan algún nivel educativo en especial, no tienen tarifas tan altas como las instituciones añejas, tiene programas flexibles y con horarios pensados en las personas que laboran o estudian, de manera que permiten una real opción de preparación y\o capacitación.
Liderazgo, trabajo en equipo, manejo y resolución de conflictos, asertividad, inteligencia emocional, inteligencia social, motivación, negociación, uso de la comunicación con empleados, subalternos o gerentes, lectura rápida de textos, idiomas diversos e informática son sólo algunas de la opciones de postgrados ofrecidos por instituciones de renombre (o de prestigio) y por sociedades civiles o personas en lo individual, con el halo de hacer escalar en la empresa, así sea pisando la cabeza de los compañeros.
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