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Formación de postgrado, la formación al día

Artículo de opinión

Es evidente que el postgrado oficial incorpora una serie de aspectos a tener en cuenta, como son la regulación de la creación del título, mecanismos de validación de la calidad del máster, requisitos en cuanto al profesorado, precio público, reconocimiento para ejercer en determinados trabajos…


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Carles Comin Colet. Administrador de Postgrado de la UOC y Director académico de EducaciOnline
Como ya sabemos, el EEES apuesta, entre otras cosas, por la adopción de un sistema de estudios oficiales basado en dos ciclos principales, el grado y el postgrado.

En el ámbito del postgrado se incluyen los másters, que desde un inicio han incorporado la etiqueta de "oficial” (master oficial) para distinguirlos de los másters () existentes hasta el momento. En un primer momento, se generó una cierta confusión ya que se trata de másters diferentes y parecía, en cierto modo, que con esta etiqueta se cuestionaba la formación de postgrado que durante años ha permitido a muchos profesionales actualizarse.

Pero, dejando de lado aspectos terminológicos, en el fondo, el panorama actual compuesto por el postgrado oficial (integrado por los másters universitarios) y el postgrado (integrado por los actuales másters, postgrados y especializaciones, títulos propios de la universidad) no tiene porqué cambiar mucho las cosas ya que se está evidenciando que se trata de dos ámbitos formativos complementarios.

Así pues, los másters universitarios responden más a una continuación de los estudios de grado que permiten una especialización académica o profesional y en muchos casos están orientados al doctorado y la investigación, en definitiva, van dirigidos especialmente a los estudiantes de grado que quieren completar los estudios, mientras que la formación de postgrado pretende cubrir las necesidades formativas de los profesionales que necesitan los diferentes sectores económicos y sociales y se dirigen, especialmente, a personas que ya están trabajando y pretenden progresar desde un punto de vista profesional.

Es evidente que el postgrado oficial incorpora una serie de aspectos a tener en cuenta, como son la regulación de la creación del título, mecanismos de validación de la calidad del máster, requisitos en cuanto al profesorado, precio público, reconocimiento para ejercer en determinados trabajos…

Pero también es cierto que el postgrado integrado por los títulos propios presenta aspectos positivos que también hay que tener muy en cuenta. Por un lado, es una formación orientada al ámbito profesional pensada para cubrir las necesidades de los profesionales de hoy que quieren progresar en sus puestos de trabajo o reorientar su carrera. Además, la capacidad para generar con rapidez nuevos programas de especialización, postgrado o máster le permite adaptarse mejor a las necesidades que surgen en un contexto laboral cambiante. Por otro lado, permite acceder a formación especializada que puede no ser viable ofrecer en el marco de un master universitario.

Este ámbito de formación se acostumbra a organizar en cursos de especialización, postgrados y másters, que representan actividades formativas con diferente carga de trabajo para el estudiante y, por tanto, duración, lo que permite adaptarse mejor a su disponibilidad de tiempo e interés, al mismo tiempo que posibilita la planificación de un recorrido formativo específico.

Para el centro, la organización de los diferentes niveles permite la creación de itinerarios, presentar un portafolio completo y un mejor aprovechamiento de los recursos, tanto económicos, como organizativos como en el ámbito docente.

A todo esto, hay que sumarle otros valores añadidos a los másters y postgrados propios de la universidad como son la colaboración como docentes de los programas de profesionales que aportan la experiencia del mundo laboral, la flexibilidad en relación a la matrícula, la especialización en sectores concretos, su actualidad,…

Si además de todos estos valores le añadimos los que proporciona la metodología no presencial y asíncrona, como es el caso de la UOC, nos encontramos ante un ámbito de formación de calidad, adaptada a las necesidades de los individuos y las organizaciones, pensada para un perfil de estudiante que debe compatibilizar su formación continua con su actividad profesional y personal, etc.

Por lo tanto, nos encontramos ante dos ámbitos formativos que se complementan y que se ofrecen a la sociedad desde la universidad. El estudiante tendrá que reflexionar y decidir que tipo de formación (máster oficial, máster propio, postgrado o especialización) le es más adecuada en función de su objetivo (completar estudios, especializarse, ampliar su ámbito de trabajo, reconocimiento mediante un título de su experiencia profesional,…), la metodología (presencial, semipresencial o on-line) , la calidad del programa (competencias que promueve, objetivos, temario, tipo de actividades, profesorado,…), la duración que contempla (unos meses, un año, varios años), las ediciones que lleva, el prestigio de la institución, los servicios complementarios que ofrece,…

Quizás, el tema pendiente a desarrollar en la formación de postgrado título propio es conseguir el reconocimiento "oficial” de la calidad de sus programas para disipar las posibles dudas. Tenemos que tener en cuenta que la formación de postgrado (sea oficial o título propio) se diseña e imparte desde la universidad, sin considerar calidades diferentes, simplemente se trata de propuestas formativas con planteamientos diferentes. Al final, la respuesta del mercado es la que manda y si la formación es de calidad no tiene nada que temer.
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