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El alumno como centro del programa

Artículo de opinión

Hay otras cuestiones, de apariencia menos "elevada”, pero que indudablemente todos metemos en el cubilete antes de tomar la decisión, como el precio, la financiación, la disponibilidad de tiempo o la movilidad geográfica. Su importancia consiste en que son factores potencialmente bloqueantes.


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Carlos Arroyo. Director General del Instituto Universitario de Posgrado (IUP)
A uno le surgen varias preguntas cuando se plantea hacer un máster, pero la pregunta crucial que debería hacerse el alumno es: ¿me servirá para desarrollarme profesionalmente? En la respuesta subyacen multitud de claves relevantes, como el prestigio de la institución, la calidad del programa, la excelencia del profesorado, la participación docente de profesionales, la combinación de rigor científico y enfoque profesional, el rigor en la selección de candidatos (con los que desde el principio se configura una comunidad de aprendizaje que a la postre desemboca en una red de profesionales) y la valoración percibida del máster en el mercado. Son factores estimulantes y, sin ellos, cualquier propuesta pierde valor y atractivo.

Hay otras cuestiones, de apariencia menos "elevada", pero que indudablemente todos metemos en el cubilete antes de tomar la decisión, como el precio, la financiación, la disponibilidad de tiempo o la movilidad geográfica. Su importancia consiste en que son factores potencialmente bloqueantes.

Pero hay otros ingredientes de la decisión que, según la experiencia del Instituto Universitario de Posgrado, cada vez cobran más importancia, tanto para el alumno como para los responsables de Recursos Humanos que se ocupan de las actividades formativas en las empresas. Nuestros programas son virtuales: es decir, se imparten a través de Internet.

Los másters virtuales reproducen un entorno de aprendizaje prácticamente idéntico al mundo profesional en el que generalmente nos desenvolvemos hoy día: todos trabajamos con interlocutores lejanos, más que con compañeros en la mesa de al lado. Los equipos actuales son "ciberequipos", el talento está geográficamente y culturalmente distribuido, las ideas van y vienen en mensajes electrónicos, teleconferencias y videoconferencias.

Pues bien, quien hace un máster virtual, además de aprender, está demostrando y perfeccionando numerosas competencias imprescindibles en el trabajo moderno. Y además, cuando el máster es impartido por una institución de alta calidad, el profesional percibe algo a lo que no estaba acostumbrado en la enseñanza convencional: que él es el centro de todo el programa. Y eso es algo muy fácil de decir, pero muy difícil de conseguir.
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