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La organización del tiempo
Editorial
Como sociedad, somos capaces de hacer las vacaciones de verano más largas de la Unión Europea y a la vez, los horarios laborales más extensos durante el resto del año. No tiene sentido que, habiendo transformado nuestras vidas en tantos ámbitos, no seamos capaces de reorganizar nuestro tiempo laboral y conciliar mejor la vida profesional, la vida familiar y el tiempo libre individual.
Ello, probablemente, responde a la tradición histórica ancestral de las distintas culturas europeas, donde el clima determinaba las economías agro-ganaderas. Cierto es que la climatología sigue siendo distinta en el norte que en el sur, pero, la sociedad terciaria moderna, reduce el impacto de la temperatura en las condiciones laborales de los trabajadores del siglo XXI y permitiría hacer algunos cambios.
No tiene sentido que, habiendo transformado nuestras vidas en tantos sentidos, no seamos capaces de reorganizar nuestro tiempo laboral y conciliar mejor la vida profesional, la vida familiar y el tiempo libre individual.
Como las vacaciones de verano son tan extensas, el corte estival representa una tensión anterior tan impactante que llegas a los días de descanso tan extenuado que requieres una semana para recuperarte. Como se dejan cosas sin cerrar, el retorno vuelve a ser demoledor. Se une lo que quedó pendiente con lo que llega de nuevo y los temas olvidados (que reaparecen irremisiblemente).
Para los que tenemos hijos, mientras tanto, el sistema educativo obligatorio y post-obligatorio no arranca definitivamente hasta mediados o finales de septiembre, con los que se complica la organización familiar y los canguros y entidades que organizan actividades extraescolares hacen su agosto en septiembre. Las abuelas y abuelos que pueden y quieren, se convierten en el pilar básico de apoyo a sus hijos e hijas asalariados.
Después todo vuelve a su sitio. Unos a la escuela. Otros al trabajo.
Y vuelta a empezar, planificando ya los días de puente que quedan libres de un calendario de otoño digno de frenopático, pero fantástico para alargar la sensación de vacaciones.
Sin embargo, somos así. Que le vamos a hacer.
Otra cosa es que la economía se va globalizando y ello dificulta, cada vez más, según que calendarios y horarios. Quizás serán las influencias exteriores que nos cambiarán los estilos de vida.
O quizás no. Y el resto de europeos y de ciudadanos del primer mundo descubrirán que tampoco está tan mal este desbarajuste estival.
Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com
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