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Escuela, educación y nuevas tecnologías
Artículo de opinión
Muchos profesores observamos con cierta preocupación la repercusión que tiene en todos los ámbitos de la vida de nuestros alumnos la creciente influencia de los avances tecnológicos. Esta inquietud es mayor cuanto más extraños son estos medios para una parte del profesorado, que carece de la formación adecuada en esta materia. Por ello, es urgente replantearnos cómo el alumno accede, busca y maneja la información y, por tanto, cómo encara el estudio, pero, sobre todo, debemos cuestionarnos el enfoque con el que realizamos nuestras propuestas de trabajos y ejercicios.
Existen numerosos aspectos positivos que las nuevas tecnologías han aportado a los procesos de enseñanza y aprendizaje. Los medios audiovisuales, por ejemplo, son una herramienta poderosa que se ha ido incorporando progresivamente en el aula. De la mano de Internet, el alumno tiene acceso a un entorno de posibilidades prácticamente ilimitadas, desde las ediciones digitales de los distintos periódicos hasta las enciclopedias virtuales multimedia. No menos destacable es el efecto de estos recursos en lo relativo a la educación a distancia y los sistemas no presenciales.
Así pues, las técnicas de estudio y los procesos de aprendizaje en relación con las nuevas tecnologías exigen que nos situemos ante el asunto desde una doble perspectiva. Por un lado, es básico fomentar el desarrollo en nuestros alumnos de una competencia en el manejo tecnológico, y por otro -y esto es lo fundamental-, es preciso ayudarlos a seleccionar el enorme volumen de información que reciben de manera crítica, atendiendo a su contenido, a su calidad y a su fuente.
Pensemos por un momento en los famosos "buscadores”. Probablemente, Google es el motor de búsqueda más utilizado en nuestro país y la primera herramienta que aprende a utilizar cualquier usuario. Sin embargo, la principal dificultad estriba en la obtención de información pertinente. Por otro lado, estas tareas suelen sucumbir a menudo a la tentación del "cortar y pegar” que ofrece generalmente resultados sin sentido, escasamente razonados. Por lo tanto, es imprescindible que el profesor implique al alumno en las propuestas de investigación que se realizan en clase, recuperando la lectura comprensiva y reflexiva del material encontrado en la red y reforzando el aprendizaje significativo, relacionando las conclusiones de los trabajos con el estudio de la asignatura.
Cualquier asignatura, sea la que sea, debe apelar al papel creativo del estudiante, debe poner en juego su misma «persona». Las nuevas tecnologías aplicadas en la enseñanza pueden ser una herramienta útil para suscitar preguntas en nuestros alumnos, para provocar un diálogo con ellos que les haga emerger como sujetos.
En contrapartida, la «comunicación global» y la sociedad postmoderna pueden convertirse en un desierto desolador para el joven que a menudo puede extraviarse en la carrera vertiginosa de imágenes y lenguajes que no comunican nada. La publicidad y los medios de comunicación de masas muchas veces tienen la pretensión de controlar al individuo e inculcarle una determinada mentalidad dominante. En esta complicada trama, se hace más necesaria que nunca una verdadera educación que ayude a los jóvenes actuales a comprender el mundo y a orientarse sobre el sentido de la existencia.
La escuela es el ámbito privilegiado donde la educación puede concebirse como un reto para afrontar la realidad y descubrir su significado. Cualquier aspecto que tenga que ver con su dinamismo debe respetar esta premisa. Por tanto, cualquier metodología, recurso didáctico o técnica educativa que empleemos debe aplicarse en función del valor de la persona y de sus exigencias radicales.
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