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Enseñar a estudiar con todas las capacidades

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Luis Manuel Martínez Domínguez. Profesor del Centro Universitario Villanueva (Madrid)
Los profesores de secundaria son bastante unánimes en sus apreciaciones sobre la capacitación de sus alumnos para estudiar: "por lo general, estudian de memoria y de forma pasiva; vamos, que les cuesta pensar”. Estas afirmaciones no son vagas valoraciones, sino que además, están respaldadas por importantes estudios como el Programa PISA.

Todos nacemos con múltiples capacidades intelectuales (Howard Gardner, 1994) pero no se desarrollan todas de golpe. Cuando los chicos son más pequeños se observa, en el ámbito del trabajo intelectual, un predominio de la observación y la memoria (Kohlberg,1984). No es un aprendizaje elaborado, abierto y flexible sino más bien, una retención literal, cerrada y poco manejable. De ordinario, este aprendizaje será suficiente para abordar con éxito los requerimientos académicos de las etapas inferiores.

Al entrar en la educación secundaria, incluso antes, los alumnos ya están en disposición de utilizar nuevas capacidades pero su realidad no les invita a ello porque los requerimientos exigidos se pueden seguir afrontando con éxito con las capacidades ya experimentadas, y con las que se sienten seguros e identificados. Poniéndonos en el mejor de los casos: "si ya saco sobresaliente estudiando de memoria, ¿para qué me voy a esforzar en utilizar otras capacidades?”. Existen alumnos audaces que por sí mismos son capaces de abrirse a nuevas estrategias pero de ordinario deben ser los padres y profesores quienes les inviten a un esfuerzo mayor por un fruto que no siempre verán a corto plazo.

Lo primero y fundamental: los padres y profesores deben ser los primeros que no se conforman con que el chico "estudie de memoria y apruebe”… "para qué exigirle más si está aprobando”. Desde un punto de vista pragmático es razonable, pero existencialmente es tan triste como ver a un águila que revolotea como una gallina. No se trata exclusivamente de subsistir, sino de prosperar y estar en condiciones de dar a los demás, condición indispensable para ser feliz (Spaemann, 1991).

Otra premisa esencial es la firme convicción de que el estudiante, aunque no lo parezca, tiene más capacidades de las que manifiesta y como los hábitos, se desarrollan con los actos, en este caso, con los acertados actos intelectuales (Pieper, 1988).

La tercera premisa primordial, ya considerada anteriormente, es que estudiar bien, es decir, utilizando metódicamente todas las capacidades intelectuales, supone esfuerzo. De este modo estudiar se convierte, también, en un medio para desarrollar capacidades humanas (orden, constancia, etc.).

Las capacidades que el estudiante desarrolla en el estudio son las que luego utilizará en su vida para ser apreciado y obtener prestigio (Perrenoud, 2000). El estudio es un medio para prepararse para la vida.
Las capacidades intelectuales que el estudiante puede desarrollar al estudiar. (Martínez Domínguez, 2006)



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Decálogo para estudiar con todas las capacidades

Existe todo un procedimiento global que proponemos a nuestros alumnos para optimizar las sesiones de estudio personal, sin embargo, transcribirlo aquí sería un error porque no se entendería sin un debido curso de adiestramiento previo; se podría pensar que es irrealizable y teórico. Por este motivo, nos limitaremos a indicar sólo aquellos procedimientos que puede realizar cualquier estudiante sin ayuda especializada. Con la práctica estos procedimientos salen mejor y cuestan menos esfuerzo. Al principio, los estudiantes que lo intentan padecen de una especie de "agujetas intelectuales” pero al igual que las físicas se superan ejercitándose más.

No hay que empezar leyendo. Leer requiere mucho tiempo y el aprovechamiento es escaso. Primero es mejor una visión panorámica de la lección: títulos, subtítulos, palabras en negritas, dibujos… A esto se le suele llamar Prelectura. Es recomendable hacerlo antes de que el profesor explique el tema. De esta forma se aprovechan mejor las clases y además, como al hacer la prelectura surgen dudas el profesor las puede resolver.

También es recomendable hacer la prelectura de las asignaturas de ciencias (Matemáticas, Física, etc.). Quien aprende haciendo 100 problemas no aprende matemáticas, aprende 100 problemas, sin embargo, el que entiende la teoría sabrá hacer en el examen el problema 101 aunque nunca lo haya hecho antes.

Estudiar siempre con lápiz y papel. Distraerse leyendo es facilísimo. Debemos apoyarnos en algo; sacar las ideas en un papel y organizarlas un poco. Recomendamos el esquema por ser la representación más rica en el uso de capacidades. Un buen esquema se caracteriza por tener todas las ideas del tema (análisis) en el mínimo de palabras (síntesis) de forma agrupada (relación). Este esquema se completa en la fase que llamamos Lectura activa.

El estudio debe ser activo. Leer sin más, releer mecánicamente, subrayar a granel y copiar en general, suelen ser procedimientos pasivos (poco esfuerzo intelectual). Pasar a papel, reelaborar las ideas es activo.

Flexibilidad intelectual. No ceñirse a la estructura y epígrafes del tema. El alumno debe reorganizar y sintetizar la información de manera que le sea más fácil guardarla en la cabeza. Por ejemplo, un título como: "Los faraones en el maravilloso mundo del antiguo Egipto”, se podría concretar en "Egipto Faraónico”, "Faraones” o lo que mejor sirva al estudiante.

Los esquemas son dinámicos. Un esquema no se hace a la primera, según se avanza, se completa, se simplifica y se agrupa. Por este motivo se utiliza lápiz y goma, y no pasa nada que esté un poco emborronado; eso es síntoma de que el estudiante está pensando y entendiendo el tema cada vez mejor. Esto es la fase de Revisión; se simplifican palabras repetidas o innecesarias para retener toda la información, se completa con ideas que faltan y se agrupan cuando se descubren nuevas relaciones. Un buen esquema sólo se compone de palabras significativas (conceptos), por tanto se evitan artículos, preposiciones y toda aquella hojarasca que no aporte nada a la conceptualización.

Antes de terminar una sesión de estudio se debe Repasar. Es de sobras conocido su positivo efecto en el recuerdo, sin embargo, el estudiantes lo evita porque cuesta esfuerzo. La diferencia entre un estudiante que repasa con otro que no lo hace es abismal. Se puede repasar redactando el esquema o una parte (expresión), o simplemente punteando, es decir, en vez de escribir otra vez el esquema se pone una raya donde va cada palabra tratando de mirar lo menos posible.

Al final, el estudiante sólo va a aprender lo que haya hecho por sí mismo por eso no importa que no sea el esquema perfecto. Para cada estudiante, el esquema perfecto es el suyo porque es lo que el sabe realmente, sólo habrá uno mejor para él si el mismo es capaz de superarse a sí mismo.

Primero se estudia y luego se hacen las tareas. Es una inmadurez hacer los ejercicios mirando las respuestas simplemente para cumplir.

Lo más importante es la programación. Básicamente, es un cauce de rentabilidad en el trabajo que consiste en hacer un plan para estudiar más y mejor en menos tiempo. Apostando por el esfuerzo inteligente y el sosiego que genera el orden, se ahorran esfuerzos inútiles y tensiones innecesarias.


Bibliografía:

MARTÍNEZ DOMÍNGUEZ, L.M. (2006) El estudio de los hijos: soluciones para padres. Madrid: Palabra.
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