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La movilidad como opción y como actitud
Editorial
La movilidad no tiene ser vista como una obligación. No obstante, el conformismo vital, la comodidad de nuestra sociedad opulenta y la pereza de enfrentarse al sacrificio de pequeños o grandes cambios, pueden convertirse en un déficit personal y social futuro. Uno no tiene que sentirse obligado a vivir o estudiar fuera. Pero probarlo voluntariamente durante un tiempo no hace daño. Y después, que cada uno elija.
Para muchos jóvenes universitarios, los programas Erasmus son la primera oportunidad de vivir un período largo fuera de casa -de emanciparse temporalmente del hogar materno-, aprender realmente un idioma y formarse desde otra perspectiva. Algunos de estos estudiantes, quizás han podido pasar algunas semanas estudiando inglés u otra lengua extranjera en verano. Algunos otros, quizás, se verán más capaces de realizar un postgrado o máster de especialización. Es la movilidad vinculada a la formación.
Otro tipo de movilidad sería la movilidad obligada. 4,1 millones de personas del Estado Español nacieron fuera del país y, mayoritariamente emigraron porqué consideraron que tendrían más oportunidades laborales y vitales si conseguían un empleo fuera de su tierra. La mayoría de inmigrantes, a pesar de los sacrificios del cambio de residencia, están satisfechos de su decisión.
También existe un tipo de movilidad laboral no directamente obligada que consiste en aprovechar las oportunidades de progresar que aparecen en la carrera profesional, sin que el destino sea un límite, sino una variable más. Cada vez hay más directivos, más profesionales y más técnicos que acceden gustosos a este tipo de movilidad laboral voluntaria, aunque sea de forma temporal limitada.
Los representantes políticos y muchos profesionales de las ciencias sociales (economistas, sociólogos, politólogos, etc.) consideran que la movilidad es una necesidad para ha construir la Europa política y social, para consolidar un mercado laboral único y una economía competitiva a nivel mundial.
Creo interesante que los ciudadanos perciban la movilidad como una oportunidad. Como una opción para mejorar personalmente o profesionalmente. Si hay algo que uno no encuentra en su propio entorno territorial natural, quizás existe una alternativa a no muchos centenares de quilómetros, a pocas horas de vuelo o de tren.
La movilidad, sin embargo, no tiene ser vista como una obligación, porqué toca. Tiene que ser una actitud opcional, que no deje de plantearse por falta de competencia lingüística o inexperiencia vital en el extranjero.
El conformismo vital, la comodidad de algunas personas de nuestra sociedad opulenta y la pereza de enfrentarse al sacrificio de pequeños o grandes cambios pueden convertirse en un déficit personal y social.
Uno no tiene que sentirse obligado a vivir o estudiar fuera. Pero probarlo voluntariamente durante un tiempo no hace daño. Y después, que cada uno elija.
Por eso me parece muy acertado el Programa de Apredizaje Permanente 2007 que permitirá, también al alumnado de FP acceder a las Becas ERASMUS.
Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com
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