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Los cambios en el empleo

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Luis Arturo Jiménez. Asesor del Director Ejecutivo para México, España, Venezuela y Centroamérica ante el Fondo Monetario Internacional
El reportaje de Educaweb.com identifica acertadamente los factores que influyen sobre la creación de nuevos tipos de empleo. Cabe agregar que la razón por la que este tema ha adquirido gran relevancia hoy en día, es que los cambios en la estructura de los mercados de trabajo se han acelerado de forma notable en las últimas décadas; y si bien ello no ha ocurrido a niveles extremos como vaticinaban diversos especialistas hace unos años, es indudable que en la actualidad se observa un ritmo de transformación vertiginoso.

Dicho fenómeno es resultado principalmente de dos grandes tendencias de nuestro tiempo: la globalización y la innovación tecnológica.

Por un lado, la globalización, entendida como la creciente integración de las economías nacionales mediante canales comerciales y financieros, ha significado entre otras cosas un aumento de la oferta de mano de obra disponible para las empresas a nivel global, que responden reubicando parte de sus procesos productivos de un país a otro; por ejemplo, mediante el traslado de sus fábricas con el fin de reducir sus costes de producción.

Por lo general, esta tendencia ocurre en el ámbito del trabajo menos calificado, debido a que los países "nuevos” que se integran al comercio global son países en desarrollo que poseen una gran cantidad de oferta de mano de obra con estas características. Cada nuevo país que se integra, por pequeño que sea, genera cambios en la estructura mundial del mercado de empleos, como una especie de efecto mariposa. Ahora bien, si los países de nueva incorporación son de gran tamaño, como es el caso de los que conforman la última oleada (diversos países del este de Asia, encabezados por China y la India), es natural que las transformaciones sean de mayor magnitud.

Lo anterior genera preocupación en muchas personas, principalmente en países avanzados como los pertenecientes a la Unión Europea, pues existe la percepción de que el traslado de puestos de trabajo a economías menos desarrolladas necesariamente significará la erosión del empleo, de los salarios, y de los niveles de vida en sus países.

Sin embargo, es necesario contemplar la otra parte de la ecuación. En realidad, lo que se ha observado es que la globalización generalmente ha traído más beneficios que perjuicios en términos de empleo, salarios y niveles de vida a los países incorporados a la economía global, aún cuando se trate de economías avanzadas. Lo que ocurre es que los puestos de trabajo que se "pierden” en estos países se compensan con la creación de nuevos empleos con mayor grado de calificación, mayor contenido tecnológico, o cuando se trata de nuevos sectores de demanda, como los servicios.

Por ejemplo, una empresa de zapatos puede decidir cerrar su fábrica en España y trasladarla a China. Eso no quiere decir que la empresa traslade todos los aspectos de su producción de zapatos al oriente; puede decidir transferir sólo la parte correspondiente a la elaboración manual del producto. A la empresa le puede resultar razonable mantener en España otros rubros de su cadena productiva, como el diseño del calzado, la investigación de nuevos materiales y el marketing, debido a que tal vez le resulte más fácil encontrar gente capacitada en tales profesiones en España que en China.

La especialización en cadenas productivas internacionales permite que la producción sea más eficiente y con menores costes en todo el mundo, lo cual significa menores precios para el consumidor por productos de mejor calidad. Además, ello significa que el mercado en el cual las empresas pueden vender sus productos se torne más amplio, permitiéndoles producir más y, por consiguiente, generar más puestos de empleo, incluyendo trabajos más calificados en los países avanzados.

Por supuesto, en este proceso de cambios, hay países y sectores que se ven más beneficiados que otros; hay incluso ganadores y perdedores durante el periodo de ajuste del mercado laboral. Quién gana y quién pierde dependerá de las ventajas comparativas de cada país, que incluyen el grado de preparación de su mano de obra. Además, no debemos perder de vista que la globalización simplemente ha servido para acelerar tendencias que de cualquier forma son inevitables, incluyendo la innovación tecnológica.

Esta innovación deriva, entre otras causas, de los grandes avances en el funcionamiento de las instituciones educativas y los centros encargados de la investigación científica en el último siglo, que han dado lugar a un crecimiento exponencial del conocimiento humano y de su aplicación práctica. En las últimas décadas, esto ha dado lugar a verdaderas revoluciones científicas y tecnológicas que han aumentado la productividad de la mano de obra, como son la llamada revolución digital, el auge de la informática, Internet, la genética o los avances aplicados a la agricultura. Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional demuestra que este rápido cambio tecnológico, por sí solo, puede tener incluso efectos más dramáticos en los mercados laborales que la simple globalización. (1)

Dados sus beneficios, y por tratarse de un mecanismo que simplemente acelera tendencias inevitables (el cambio tecnológico), no deberíamos tratar de oponernos llanamente a la globalización para evitar los cambios en los mercados laborales, a pesar de que estos pueden ser dramáticos o dolorosos. La forma correcta de actuar es procurando sacar provecho de la apertura de las fronteras mediante políticas públicas que le permitan a un país aprovechar de mejor forma sus ventajas comparativas, paliando así los impactos negativos.

Esto incluye políticas de educación para que los individuos estén mejor preparados y puedan ocupar los nuevos tipos de empleos que se requieren, es decir, las nuevas profesiones. Una de estas políticas consiste en la identificación de los nuevos sectores pujantes, que en la actualidad son aquéllos mencionados en el artículo (información, servicios, medio ambiente y también, en Europa, la provisión de bienes y servicios para las personas de mayor edad, dado el envejecimiento de la población). Con base en ello, pueden diseñarse programas educativos que enseñen las aptitudes que esos sectores de empleo requieren.

No obstante, el diseño de estos programas no debe ser demasiado rígido ni muy específico, pues en un entorno laboral tan cambiante como el actual, estos sectores hoy tan demandados pueden dejar de serlo o continuar evolucionando, y nadie puede predecir cuáles serán las aptitudes profesionales que se requerirán el día de mañana.

Alternativamente, debe buscarse la flexibilidad: son los mercados los que determinarán que tipo de aptitudes deberá enseñarse a los profesionistas el día de mañana. Los gobiernos pueden coadyuvar a ello con políticas que permitan mayor flexibilidad tanto en el mercado laboral como en el educativo procurando, por ejemplo, que los individuos puedan fácilmente cambiar de empleo, o garantizando el acceso a la educación y a programas de capacitación de forma más simple y extendida, y también fortaleciendo la educación continua a diversas edades.

Notas al pie:

1. IMF, "The Globalization of Labor”, World Economic Outlook, March 2007.

Autor:

Luis Arturo Jiménez. Economista del Banco de México, ha escrito sobre la globalización y los efectos del comercio internacional en la distribución de la producción y el empleo manufactureros en el mundo. Actualmente es Asesor del Director Ejecutivo para México, España, Venezuela y Centroamérica ante el Fondo Monetario Internacional.
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