Dos factores insinúan buenos tiempos para la FP: el viento se dirige hacia la corrección del desajuste de la pirámide educativa y la exigencia europea y la demanda social empujan al sistema educativo para que se acerque al mercado laboral.En cambio, un indicador sopla en sentido contrario: la FP sigue siendo percibida como una segunda opción ante la alternativa universitaria, aunque cada vez menos.
Dominan los vientos a favor de una formación pensada para la adquisición de unas competencias que permitan a las personas ir incorporando en su mochila particular una serie de competencias básicas y profesionales específicas y transversales, así como habilidades sociales e individuales para desenvolverse como persona y como profesional.
Los conocimientos teóricos son esenciales, pero no suficientes. Las competencias profesionales específicas se consiguen si la FP y la Universidad están muy atentas a las necesidades de los sectores económicos más dinámicos que generan nuevas ocupaciones. La FP también debería ser muy ágil a dar respuesta formativa a las necesidades de los yacimientos de ocupación y a los polos de innovación y excelencia científica.
La FP no debe, tampoco olvidarse de la formación transversal en cuestiones como los idiomas, la informática o la prevención de riesgos laborales, ni menospreciar el interés de trabajadores y empresas en el dominio de las habilidades sociales. (hablar en público, dirigir un equipo, por ejemplo) o individuales (saberse organizar el tiempo o separar el trabajo del ocio, por ejemplo)
La oportunidad de la FP está en adaptarse mejor a las exigencias de los tiempos actuales, sin renunciar a su vocación finalista, o funcionando también como correa de transmisión entre la educación secundaria y la educación universitaria.
Una buena estrategia para extender este tipo de formación es la utilización de las TIC. Bienvenidas sean todas las iniciativas en este sentido, siempre que estén al servicio de los alumnos y sus profesores.
Las TIC pueden llegar mejor en los centros de trabajo, en las zonas rurales o en los barrios más degradados si se invierte en su universalización y en la formación para su uso adecuado.
Enric Renau
Editor
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