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Una década de prevención en riesgos laborales y su aplicación al ámbito educativo

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Aurora Mas. Responsable de Prevención de Riesgos Laborales de la Fundación Pere Tarrés
Una primera aproximación al sector concreto de la educación, desde una óptica preventiva, nos sitúa ante una realidad compleja. De esta manera, nos encontramos con un 15% de profesores de educación media que aseguran haber sido agredidos físicamente alguna vez, y un 73% verbalmente, lo que esconde una triste realidad, un 13% reconoce que siente miedo a entrar en clase (1). Con respecto a la escuela primaria las cifras se reducen: así, las agresiones físicas son del 7%, las verbales del 47% y el miedo a entrar en clase representa un 9%. Las soluciones planteadas en la citada encuesta pasan por la "concesión de autoridad al docente para hacer frente a la situación”, reclamado por un 81% del colectivo educativo. En cuanto a los accidentes laborales, entre abril del año 2005 y marzo del 2006 se produjeron 184 accidentes de trabajo en el sector educativo (181 leves y 3 graves).

La situación que se vive en España no dista mucho de la de nuestros vecinos europeos puesto que la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud establece que un 15% (1.650.000 trabajadores de la educación) han sufrido malos tratos físicos o psicológicos en su trabajo.

La educación, ¿profesión de riesgo?

Según la mencionada agencia, estos actos violentos contra los educadores y educadoras proceden de padres, alumnos e incluso personas ajenas al centro escolar. Las consecuencias de estas situaciones en el profesorado son los daños físicos, el estrés, el trauma emocional, la sensación de impotencia, la desmotivación, etc. De hecho, este organismo ha llegado a declarar la docencia como "una profesión de riesgo”. ¿Qué está ocurriendo en nuestra sociedad para que su propia socialización de haya pasado a ser considerada, por los educadores, un riesgo?

Podríamos decir que estamos ante la crisis del consenso social educativo, aquel que suponía que la movilidad social, ascendente sobre todo, se encontraba en una buena y provechosa etapa académica. Una crisis que ha acaecido ante una serie de circunstancias sociales que se han impuesto en nuestras vidas sirviéndonos de ejemplo, sin pretensión de realizar una exhaustiva taxonomía de éstos, los siguientes:

- Aumento de la intensidad del trabajo que esta sufriendo nuestra sociedad en los últimos años.
- Necesidad de mantener un nivel elevado de atención durante la jornada laboral junto a la necesidad de mantener un alto ritmo de trabajo.
- Aumento de los turnos y ritmos (uno de cada cinco trabajadores europeos trabajan a turnos incluyendo noches y uno de cada 20 trabaja más de 48 horas por semana)
- Modificación del tiempo necesario para la atención de los hijos.
- Aumento de la entrada de agentes socializadores en juego tales como los mass media y los juegos electrónicos.
- Cambio en cuanto a la socialización de los padres que son sustituidos por abuelos, canguros, etc.
- Aumento de las exigencias de las familias sobre los enseñantes.
- Aumento de las peticiones públicas para que el sistema educativo haga frente a los nuevos desafíos sociales
- Complejidad en cuanto al comportamiento y composición del alumnado
- Desmotivación de los agentes educativos, alumnado y enseñantes.

De esta manera, se ha perfilado un complejo y novedoso entorno en el que son necesarias actuaciones urgentes, pero ¿desde donde?, y aquí se plantea el núcleo del presente artículo ¿desde la prevención o, solamente, desde la prevención?

Balance de la prevención de riesgos laborales

La prevención de riesgos laborales ha sufrido una mutación importante. De esta manera, ha pasado de ser un tema totalmente desconocido a convertirse, a los más de 10 años de su publicación, en la panacea de todo. Es indudable que las cosas no son ni lo uno ni lo otro.

Evidentemente, nuestra actividad ha de ser mejorada en muchos aspectos: en cuanto a la implantación de una verdadera cultura preventiva, en el incremento de inspectores, en la simplificación de las normativas, en el cumplimiento de éstas, etc. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se ha prosperado en el aspecto preventivo aunque queda mucho por hacer: las muertes diarias en nuestras industrias son testigos mudos del camino que queda por recorrer.

Pero es en el contexto de búsqueda de soluciones rápidas donde las personas e instituciones se hacen la pregunta de: ¿como estamos a nivel de siniestralidad después de más de diez años de entrada en vigor de la ley? La respuesta estadística y social es elemental: estamos mal.

Sin embargo, permítanme fijarme en el sentido común y en la reflexión, no se puede cambiar la mentalidad de una sociedad, país, en diez años, e incluso en veinte y, si contamos generacionalmente, quizás en veinticinco años. Hablo de mentalidad cultural, de "savoir faire”, de esa forma que fluye, además de, por imposición legal, por propio convencimiento. Esta cuestión puede compararse con un ejemplo práctico, diario y personal: el uso del cinturón seguridad. ¿Cuándo nos lo ponemos es para proteger nuestra vida o para evitar la multa? Creo que ya se está llegando a ese convencimiento pero nos ha costado aprender a sentarnos y automáticamente abrocharnos el cinturón.

Los retos de la prevención de riegos en la educación

Con respecto al tema de los educadores/as y la prevención de riesgos, las medidas de prevención son insuficientes, especialmente en los temas psicosociales. Pero, ¿qué puede, y debe, hacer la Prevención de riesgos laborales? El ISTAS (Instituto sindical de Trabajo, Ambiente y Salud) establece las actuaciones preventivas basándolas en:

- Planificar la evaluación de riesgos
- Identificar los peligros(2)
- Decidir quiénes pueden resultar lesionados, cómo y dónde
- Evaluar el nivel de los riesgos
- Tomar las medidas necesarias
- Seguimiento y revisión
- Evaluaciones específicas de riesgos

La pregunta es ¿a partir de aquí, qué? La respuestas es implementarlo, siendo necesario para ello recursos, tanto públicos, como privados, estableciéndose aquí el claro límite y tope de la prevención de riesgos laborales. Es de entender que una situación como la descrita presenta la suficiente entidad y complejidad como para adivinar la necesidad ineludible de la presencia y concreción de políticas sociales y públicas para hacer frente a ésta situación.

Es desde ésta óptica bajo la que tenemos que entender que no podemos situar la prevención de riesgos laborales en el centro del debate sobre los riesgos de la profesión de educador/a como si se tratase de una cortina de humo para intentar desviar la atención de las verdaderas causas de este problema. La prevención de riesgos es importante, pero al fin y al cabo, sólo es una pieza en un entramado de políticas públicas más amplio.

Tenemos que ser conscientes que toda la comunidad educativa se está jugando su destino en cuanto a las soluciones que se han de establecer. También es necesario comprender que si no apostamos por políticas públicas y recursos dentro de la óptica del Estado del Bienestar, el propio sistema puede plantear otras "soluciones” basadas en otra óptica más liberal. Estas últimas posturas ante el problema de la agresividad en las aulas opta por criminalizar al colectivo de estudiantes o familias y apuesta por recetas típicas de una visión "atlántica”: Guardias de seguridad en las aulas, chalecos antibalas a los profesores, arcos de detectores de metales en las entradas de los centros educativos, teniendo en cuenta que esto supone una apuesta decidida por la privatizacion de la socialización, a través del desvío de recursos y alumnos a los centros privados en detrimento de una educación pública.

Es decir que o atacamos por todos lados o la prevención se va a quedar muy, pero que muy corta. La situación no va a cambiar mientras los padres dejen a los niños horas y horas sin atención por los horarios laborales incompatibles, mientras no se incida por parte de los medios audiovisuales en la necesidad de fomentar la no violencia y el respeto a las personas, por poner sólo algunos ejemplos. En conclusión, que será muy difícil alcanzar una mejora de la situación sin la apuesta decidida de las autoridades y la concreción de políticas públicas adecuadas.

Finalmente cómo reflexión esquemática, les presento unos apuntes de políticas que se entienden necesarias, sin ser exhaustivas, para afrontar el reto de la educación en el S XXI. (3)


Notas al pie

(1) Datos extraídos de un estudio realizado por CSI-CSIF sobre una encuesta a partir de 12.376 enseñantes, y trasladado a la opinión pública por un teletexto de TVE el pasado día 27/IX/2006

(2) Peligro, riesgo y daño:
- Un peligro es cualquier cosa que puede causar daño.
- Un riesgo es la posibilidad de causar daño.
- Un daño es la consecuencia negativa para la seguridad y la salud (por ejemplo, heridas, enfermedad).

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