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Prevención de Riesgos laborales: intervención en factores psicosociales

Artículo de opinión


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Mª Angels Carrión García, Francisco López Barón, Jordi Tous Pallarès, Mari Pau González de Olmedo, César R. Molina Leiva de AEPA (Asociación de Expertos en Psicosociología Aplicada)
Quienes venimos trabajando en el ámbito de la psicosociología aplicada en la empresa, observamos que ha sido la promulgación de la Ley de Prevención de riesgos laborales y sus posteriores reglamentaciones las que han favorecido el que pueda hablarse hoy en día de psicología, psicología social, sociología, pedagogía, etc., es decir, disciplinas complementarias que configurarían el marco de la psicosociologia en la empresa.

Desde el punto de vista preventivo, se están realizando notables esfuerzos en la evaluación de los factores de origen psicosocial a través de cuestionarios (Factores Psicosociales del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, en adelante INSHT; Instituto Navarro de Salud Laboral, ISTAS 21, Método PSICOMAP del Instituto de Ergonomía MAPFRE, las desarrolladas por los propios servicios de prevención y por las propias empresas, etc.), si bien todo este trabajo, en muchos casos se refleja en un determinado documento que corresponde a la evaluación, debe plantearse y ¿después qué?.

Pero a la vez, cuando un empleado entra por primera vez a la empresa, sin haber visitado ni tener noticias de cual, ni cómo va a ser su futuro puesto de trabajo, ya está teniendo apreciaciones subjetivas, ya se están poniendo en marcha mecanismos psicosociales, y dependerá de sus expectativas, de cómo sean los lugares de trabajo, de cómo le atienda la persona de acogida, su/s mando/s, compañero/s, etc. Por tanto, en cuanto una persona entra en la empresa y mucho antes, se ponen en marcha mecanismos psicosociales. ¿Y por qué no se les da la importancia que tienen?

En la actualidad la prevención de riesgos laborales no funciona porque no se tienen en cuenta todos los que deben participar: es decir, empresarios, trabajadores, autónomos en todos los ámbitos laborales y desempleados. Así como personas, al margen, que pueden coexistir en las empresas (trabajadores jubilados que continúan realizando algún tipo de trabajo; familiares no trabajadores pero que cohabitan en empresas familiares; empresas que realizan actividades paralelas aprovechando la estructura de la principal, etc.)

Desde el punto de vista psicosocial, si no tenemos en cuenta, por ejemplo, la adicción al trabajo del empresario, siendo este un factor que va a configurar la empresa a su imagen y semejanza, y que por tanto conjugará una cultura determinada. ¿Cómo debemos preocuparnos únicamente de los trabajadores si el verdadero problema empieza por quien dirige?

Los gobiernos deben considerar la cultura preventiva desde la educación y formación en todos los niveles hasta llegar a las altas instancias de dichos gobiernos (por ser ellos mismos quienes deben dar ejemplo de la misma). No debe esperarse que a través de leyes que obliguen a las empresas a mantener un estado de seguridad estas se cumplan por osmosis.

Actualmente a un técnico superior en prevención no se le exigen más de 50 horas a lo largo de su formación en aspectos psicosociales, y puede acceder a esta profesión en forma de capacitación cualquier diplomado o licenciado universitario que realice la formación correspondiente. Por lo que puede actuar en este ámbito desde un licenciado en veterinaria, filología, farmacéutico, etc., cuando su formación universitaria de base no se sustenta en la psicología, sociología, trabajo, organizaciones, etc.

Es necesario reivindicar que el ámbito psicosocial sea restringido a profesionales competentes del mismo. Así como el sector de la construcción está cercado a determinados profesionales ¿por qué el ámbito de la psicología del trabajo y de las organizaciones no lo está? Por tanto, parece necesaria una regulación al respecto.
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