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"La introducción de la educación para la salud en los planes de estudio ha dependido del buen hacer de muchos profesores y profesoras, que han tomado la iniciativa de incluir contenidos de salud en los currículums"
Entrevista
¿Qué diferencia existe entre las dos perspectivas? ¿A qué aspectos concretos de la salud se refiere cada una?
Hoy en día y pensando en la evolución que han ido realizando los diferentes programas de educación para la salud que hemos visto implementar en estos años, se puede decir que una de las dos perspectivas a dado lugar a la otra.
Inicialmente, muchas de las personas que en el ámbito de la educación formal o no formal empezaron a diseñar y ejecutar programas de educación para la salud, lo hacían con una finalidad fundamentalmente preventiva; pensando en abordar los diferentes problemas relacionados con la salud de los y las jóvenes. Así, cuestiones como el aumento de las drogodependencias o los embarazos no deseados en chicas adolescentes, fueron considerados como problemáticas de salud de primer orden. De este modo, había que dar una respuesta a la situación observando como necesaria la puesta en marcha de campañas y programas preventivos.
Fundamentalmente, estábamos pensando en evitar o reducir "el problema”, de modo que cuando creíamos haber encontrado las estrategias o metodologías que nos parecían idóneas, aparecían nuevos factores a los que atender (cambios en los modelos de consumo, en el uso del tiempo de ocio etc...). De este modo, y poco a poco, fuimos viendo que las soluciones tendrían que apuntar más allá de la prevención, cobrando protagonismo la "promoción de la salud” como punto de partida para la reducción de riesgos, la formación en competencias individuales de las personas, y el desarrollo de comunidades saludables.
¿Cómo introducen las escuelas la educación para la salud en los planes de estudio?
Siendo realistas, la introducción de la educación para la salud en los planes de estudio ha dependido del buen hacer de muchos profesores y profesoras, maestros y maestras, que han tomado la iniciativa de incluir contenidos de salud en los currículums escolares.
No cabe duda que la existencia de un marco legal que determina que la promoción de la salud ha de ser abordada desde la escuela, incidiendo además en que se deben diseñar y programar acciones concretas introducidas de forma transversal entre los contenidos escolares, ha apoyado el trabajo de muchos profesionales que no siempre contaban con la simpatía de sus colegas.
Pero esa misma transversalización de los contenidos de educación para la salud, ha servido para que muchos profesionales se sintiesen sobrecargados en su tarea, o no encontrasen las estrategias metodológicas adecuadas para abordarla. Quizás tendríamos que pensar en que a un modelo educativo que continúa basándose en la transmisión de contenidos e información, y en la reproducción de un estilo de enseñanza-aprendizaje que no ha evolucionado demasiado, no le podemos pedir que resuelva y aborde correctamente las nuevas necesidades que la sociedad demanda.
De este modo, las diferencias entre las escuelas son muy grandes; desde aquellas que introducen programas de intervención en todas las etapas y de forma integrada, hasta las que no están dispuestas a restar horas a materias que consideran más importantes (matemáticas, lenguaje etc...) para abordar contenidos de salud. Pasando por las que dedican sesiones de tutoría o de orientación a temas como salud, medioambiente, empleo, género, inmigración etc...
¿Cuáles serían las características clave de los programas de Educación para la salud en las escuelas?
Particularmente, en el caso de la educación para la salud el abordaje deberá ir más allá de la inclusión de contenidos o asignaturas específicas. En primer lugar, los centros de enseñanza tendrían que detallar en sus "proyectos de centro” finalidades y objetivos relacionados con la promoción de la salud, que hubieran sido consensuados por el profesorado, adquiriendo un compromiso real de aplicación. Esto es especialmente difícil, porque requiere que los responsables de la educación de jóvenes y adolescentes, revisen sus propias actitudes y conductas respecto a la salud individual, y a la de la comunidad.
Seguidamente, y partiendo de una situación de consenso y compromiso, de un posicionamento común del centro y sus agentes, se tendrían que establecer metas concretas, definir a donde se quiere llegar y qué resultados se esperan obtener. Esto no se puede hacer sin tener en cuenta el entorno sociocomunitario en que se sitúe la escuela y el perfil del alumnado. De modo que los logros esperados han de ser realistas, partiendo de las necesidades de formación y las carencias que se detecten.
Lo siguiente a tener en cuenta tendría que ser el conjunto de estrategias metodológicas a utilizar para el logro de los objetivos: qué acciones, actividades y hasta qué dinámicas concretas tendríamos que diseñar. La definición de los tiempos y los momentos para la evaluación. Teniendo en cuenta, por supuesto, que las personas beneficiarias de estas acciones tendrían que ser los alumnos y alumnas de las diferentes edades, y no solamente los de determinado curso o edad.
Además de los profesores y jefes de estudios de la enseñanza reglada, ¿qué otros agentes están o deben estar implicados en la educación para la salud?
Los centros de enseñanza forman parte de una comunidad más amplia, non son "islas” para la educación de nuestros hijos e hijas. Por supuesto que las finalidades en educación para la salud deberían ser conocidas y respaldadas por los padres y madres del alumnado, que no siempre siguen las iniciativas y estrategias de los centros. A veces, incluso no se facilita en el entorno familiar el modelo de promoción de salud que se pretende inculcar desde la escuela.
Es por ello que la existencia de entornos sociocomunitarios promotores de salud, es fundamental para que la educación que se aporta al alumnado se consolide. Esto le da un papel de gran relevancia a otros agentes sociales, como las administraciones locales y autonómicas, el ámbito asociativo, los centros de salud etc... que deberían de coordinarse y aunar esfuerzos y recursos (materiales didácticos, informativos, personal técnico etc...).
¿Qué protagonismo juega la escuela en la transmisión de hábitos sobre alimentación y salud? ¿Y la familia? ¿Cómo se complementan?
La escuela tiene la capacidad de hacer visible y concreto todo lo que el entorno nos enseña, ayuda a la formación del espíritu crítico, al análisis y el conocimiento de la realidad. A la escuela no le debería ser ajeno ninguno de los aspectos relacionados con la salud de sus destinatarios. Por eso, los hábitos alimenticios, el consumo y su relación con la salud, debería ser uno de los temas fundamentales de la educación en el centro.
En el ámbito familiar no siempre se le da la trascendencia necesaria a los hábitos de consumo y alimentación, por lo que una estrecha colaboración entre familia y escuela sería fundamental para poder tratar el tema y seguir los cambios y avances que puedan ser observables en el medio familiar.
¿Qué hábitos, actitudes, etc. se deberían tratar con adolescentes? ¿Qué características deben cumplir los programas destinados a este grupo de edad?
Sería necesaria la revisión de actitudes relacionadas con la autoestima personal, la relación con el grupo de iguales, la toma de decisiones, las escalas de valores relacionados con los consumos (uso o abuso etc...); todo aquello que tiene que ver con los factores de riesgo o protección relacionados con los hábitos de salud. Fundamentalmente, potenciar destrezas y habilidades para el fomento de la asertividad y la toma de decisiones; es decir, contenidos que mejoren en el alumnado las competencias individuales para la gestión de la salud.
En referencia a la prevención de lo que llamamos conductas poco saludables, ¿en qué aspectos se suele hacer énfasis? ¿Por qué? ¿Hay alguno al que no se le dé la importancia que requiere?
Actualmente, se suele dar mucha importancia a la información sobre los riesgos y las consecuencias de las conductas poco saludables, aportando datos sobre problemáticas que los chicos y chicas no sienten como algo cercano y que les afecte. Todo esto se realiza partiendo de la idea de que "entender las consecuencias” de los actos podría ser un argumento para modelar las conductas. Pero la realidad demuestra que el conocimiento de los efectos no es argumento suficiente, ya que es necesario tener en cuenta otros aspectos como:
- Las actitudes y valores que predisponen.
- La percepción de los riesgos asociados a un hábito o una conducta.
- Los modelos de comportamiento que se reproducen en el entorno de referencia.
- Los hábitos adquiridos a través de las costumbres y la cultura.
El aumento de la obesidad infantil y de los trastornos alimenticios ha generado la necesidad de proyectos específicos sobre nutrición. ¿Cuál cree que es la mejor manera de educar a niños y jóvenes en la adquisición de unos hábitos alimentarios saludables? ¿Cuál sería su propuesta para abordar esta educación desde la perspectiva de los distintos agentes que intervienen en ella?
Creo que cualquiera de las estrategias y metodologías que se utilizan tanto para la educación para la salud, como para la formación en valores nos pueden valer para incidir en una mejor adquisición de hábitos alimenticios. Se trataría, en este caso, de redefinir objetivos de salud adaptándolos al ámbito de la nutrición y los hábitos de consumo. Además como la alimentación nos afecta a toda la población, a diario; contamos con la posibilidad de visualizar e identificar conductas concretas fácilmente, de forma que puedan ser mejor comprendidas por el alumnado. Esto, al mismo tiempo podría valer para ensayar hábitos alternativos de consumo al modelo dominante, que está causando problemas de obesidad en la población infantil y juvenil.
Revisando los programas y acciones creados para la educación para la salud se comprueba que muchos de ellos son en formato online. ¿A qué cree que es debido?
Desde mi punto de vista, se trata de una adaptación a los elementos de motivación y estimulación del alumnado que hoy en día se están imponiendo en el ámbito educativo. Pueden funcionar bien, puesto que tienen la capacidad de atraer a chicos y chicas hacia contenidos de salud, utilizando imágenes y texto, y facilitando la interacción, de modo que el receptor no es un elemento pasivo.
De todos modos, y como ocurre con cualquier otro recursos didáctico, un buen uso dependerá de la integración de las actividades on-line dentro de un programa de salud más amplio, que incluya varios niveles y estrategias de actuación; y en los que el profesorado pueda realizar un seguimiento de los pasos y avances que el alumnado realiza. Es decir, non se trata sólo de "dejar jugar”, sino de programar qué, cómo y para qué.
¿Cuál es la situación de la educación para la salud en el resto de España? ¿Tiene conocimiento del estado de la materia en el resto de Europa?
La situación de la educación para la salud varía de una comunidad autónoma a otra, como también varía entre centros de una misma comunidad. En lo que coinciden hoy en día desde todos los ámbitos, será en la necesidad de que debe ser abordada y planificada. Por ello, nos encontramos con iniciativas y programas de intervención en todas las comunidades autónomas que cubren una ratio mayor o menor de alumnado. Pero, pese a esto, y aunque en este momento no disponga de datos contrastados, creo que falta mucho por hacer, y todavía no se puede afirmar que la totalidad de los chicos y chicas que en la actualidad cursan la enseñanza obligatoria en España, se han beneficiado de formación en contenidos específicos de "educación para la salud”.
En relación a otros países de la Unión Europea, sabemos que existen marcos diferentes, e incluso filosofías opuestas en cómo abordar temas de salud desde la escuela. Raramente se cuestiona la necesidad de "informar”, pero varía enormemente el cómo, el dónde, y el para quién. Podemos considerar que España no es un país mal situado con respecto al espacio europeo, ya que existe una gran preocupación desde las políticas sanitarias, hasta el ámbito educativo. Se ensayan proyectos, se investiga, se forman profesionales desde un punto de vista interdisciplinar; aunque los recursos disponibles esta claro que todavía son insuficientes.
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