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ONGs con profesionales bien formados
Editorial
Sin dejar de buscar fórmulas para que todo el mundo que tenga interés en colaborar con una ONG lo pueda hacer, el siguiente paso del tercer sector pasa por la profesionalización bien entendida y por la eliminación de cualquier duda sobre el carácter diferencial de ser una asociación o una fundación y no una empresa del ámbito social, un gobierno encubierto o un proyecto de interés estrictamente personal.
Como señala José Ignacio Ruiz de Olabuénaga, hay más de 4,2 millones de españoles que dedican, al menos una hora al mes a tareas de voluntariado y más de 1,75 millones que dedican más de 16 horas mensuales. Las ONG ocupan, además, a casi 700.000 personas a jornada completa y tiene un importante peso respecto al PIB, aunque difícil de ponerse de acuerdo en su cálculo.
Su evolución hacia la profesionalización ha permitido que una buena parte de sus voluntarios se hayan establecido laboralmente en la organización a la que han dedicado su tiempo y pasión. Pero por otro lado, este tipo de asociaciones y fundaciones son, cada vez menos reivindicativas y más prestadoras de servicios, lo que exige una buena gestión y tener las ideas claras. Una cosa es la voluntariedad, la buena fe y el tiempo libre y otra la continuidad, la eficacia y los compromisos, aunque lo ideal es que todos estos atributos se combinen. Por eso, por ejemplo, los cooperantes estarán sometidos al mismo régimen fiscal y de la seguridad social como si estuvieran trabajando en España.
La formación, por lo tanto, es un grado en el tercer sector. La formación continua, una necesidad, con lo cambiante que está el mundo en el que se mueve. Abogados, economistas, sociólogos, psicólogos, expertos en marketing y comunicación, en recursos humanos, en contabilidad, en derecho internacional, etc. Pero también ingenieros, arquitectos, médicos o veterinarios. Aquí y allí.
Ha llegado pues el momento que el tercer sector se auto-exija y, que les sea exigido el cumplimiento de sus responsabilidades, al integrar en su función social las voluntades de los donantes, la dedicación de los voluntarios y el compromiso de los cooperantes.
Sin dejar de buscar fórmulas para que todo el mundo que tenga interés en colaborar con una ONG lo pueda hacer, el siguiente paso del tercer sector pasa por la profesionalización bien entendida y por la eliminación de cualquier duda sobre el carácter diferencial de ser una asociación o una fundación y no una empresa del ámbito social, un gobierno encubierto o un proyecto de interés estrictamente personal.
Enric Renau
editor
editor@educaweb.com
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