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"No es fácil encontrar terrenos en donde las TIC no puedan aportar algo positivo. Lo difícil es construir y acordar los criterios con los que vamos a aplicar las TIC en el sistema educativo"
Entrevista
Se trata de un mercado muy desordenado. Hay un gran desorden en la oferta y mucha confusión en la demanda. Si hablamos de la oferta faltan orientaciones y actuaciones clarificadoras por parte de la Administración, los grandes editores no tienen claro cual es el modelo de negocio y los pequeños buscan sus oportunidades en base a intuiciones particulares. Nadie tiene muy claro qué conviene hacer. En cuanto a la demanda es tímida, muy condicionada por las infraestructuras, y confusa: ¿Cómo utilizar los materiales? ¿Cuál es el canal? Nuestra apuesta es la de un canal de distribución on-line a través de nuestra plataforma GIC (Gestión de la Información y la Comunicación). En cuanto a la disyuntiva entre software libre o propietario… pienso que necesitamos productos que satisfagan requisitos de calidad, idoneidad y deseabilidad. Otra cosa es que sea absurdo tener que pagar licencias de productos para formar usuarios… de esos mismos productos.
¿Qué líneas de investigación se están siguiendo para tratar de mejorar la calidad de los productos?
Habría que distinguir entre la que podríamos llamar alta investigación, la que puedan hacer los departamentos universitarios, que se hace partiendo de teorías cognitivas y modelos de aprendizaje para generar nuevas hipótesis que influirán, o no, en el desarrollo y uso de los productos y la investigación que parte del mercado con el propósito de ofrecer servicios y productos. Yo sólo puedo hablar de ésta. Aunque hay temas que nos interesan a todos como por ejemplo la búsqueda de la magnitud ideal para cada objeto de aprendizaje o, dicho de otra manera, la búsqueda del grado ideal de desagregación de los contenidos digitales. Desde la empresa intentamos saber cuáles son las necesidades, posibilidades, expectativas y capacidades de los usuarios de los productos (instituciones educativas, alumnos, profesores y padres). Estamos muy atentos a los niveles de las infraestructuras existentes en las escuelas y los hogares, valoramos cuidadosamente los requerimientos de dedicación (tiempo) de los docentes, las capacidades de los usuarios (competencias), los límites económicos y, naturalmente, cuáles son sus necesidades y expectativas. Este conocimiento nos limita y nos guía en el desarrollo de productos y servicios. Se trata de una investigación que parte del mercado y que trata de volver al mercado con productos de alta calidad tecnológica y visual, excelente usabilidad y un alto grado de utilidad práctica.
¿En qué punto se encuentra el sector de la tecnología educativa multimedia en España en el sentido de hacia dónde hay que ir, qué líneas de investigación hay que seguir?
Creo que el problema no es de tecnología sino de modelo. La tecnología, en este momento, es la que es y en todo el mundo se utiliza la misma. Las herramientas de autor no tienen fronteras. Los que sí tienen fronteras son los modelos de uso de la tecnología en el sector educativo. Nuestro modelo, me refiero al conjunto de España, tiene muchos déficits: en la inspección del uso de las tecnologías, en la definición de las competencias básicas para los docentes, o para los alumnos, en el establecimiento del equipamiento básico obligatorio… Hay colegios en las proximidades de Barcelona a los que los operadores no hacen llegar una línea ADSL y si quieren hacer algo on-line deben usar una línea RDSI. Hay países en los que la Administración asegura la digitalización de una gran parte del curriculum y deja el resto a la iniciativa empresarial (Gran Bretaña), con lo cual estimula y ordena el sector, otro establece criterios de homologación para plataformas educativas y a la vez promueve su uso mientras plantea exigir a los operadores el suministro de filtros para hacer la navegación más segura a los menores (Francia), otro promociona la edición digital mediante diversas medidas de coordinación entre editores (Canadá)… Lo más urgente es definir los objetivos básicos de nuestro sistema educativo en el terreno tecnológico. Por ahora se ha hecho todavía poco y se da un crecimiento cierto pero algo caótico.
¿Cuál sería el perfil del profesor que utiliza las nuevas tecnologías y los contenidos en el aula?
Voluntarista. A partir de una inquietud por la mejora de los resultados de la enseñanza y una cierta tecnofilia hay muchos docentes que ensayan nuevos procedimientos de aprendizaje mediante las TIC. Esos profesores no están solos del todo, hay direcciones proactivas en el tema y redes de ayuda, pero en muchos centros no se dan las condiciones necesarias para que el uso de la tecnología se extienda y sistematice. Faltan equipos, falta formación sistemática, faltan objetivos formulados y evaluados y también falta orden. En esas condiciones hace falta una buena dosis de voluntad para vencer obstáculos. Paradójicamente el alumnado, que responde bien al uso de las tecnologías, es también, en muchas ocasiones, responsable de la falta de innovación. Innovar en mitad del barullo es algo imposible. Finalmente son muchos los profesores que encuentran en el estilo más tradicional una cierta defensa frente a una indisciplina francamente cargante. Pero, ¡claro!, se trata de una "solución” paralizante.
¿Qué orientación y formación inicial y continua necesita el profesorado para escoger, utilizar e incluso crear materiales didácticos multimedia en lugar de o como complemento a los materiales tradicionales?
¿Formación para escoger y utilizar materiales multimedia? Soy partidario de no exagerar, siendo la exageración una deformación de la realidad. No creo que sea imprescindible, aunque puede ser útil si se enfoca desde y para la práctica docente. Creo que la mejor formación es el uso en colaboración con otros colegas. Las sesiones de buenas prácticas, por ejemplo, son un método excelente, práctico y colaborativo, de formación. Crear materiales didácticos multimedia es otra cosa: se trata de una especialidad y ahí sí que hay que adquirir unas competencias previas que hacen imprescindible una formación específica. Respecto de ese punto creo que hay que ser muy realistas: solamente una minoría de profesores va a crear sus propios materiales. Cualquiera puede escribir un libro, hacer una colección de diapositivas científicas o artísticas, o realizar un video educativo, sí, ¿pero cuántos lo hacen?
¿Cree que los profesores se pierden un poco a la hora de escoger, tienen verdaderamente autonomía para poder elegir las tecnologías y los materiales y recurso didácticos y utilizarlos luego con su alumnado?
La pregunta me hace insistir otra vez en el desorden existente. La oferta y la demanda están alejadas. Hay oferta, sí pero no se corresponde con la demanda porque ésta es difusa. Más que demanda hay una expectativa inconcreta y a menudo fantasiosa en positivo o en negativo. Todavía hay demasiadas opiniones situadas en los extremos: la tecnología es una desgracia que viene a profundizar en nuestros males o la tecnología educativa es el instrumento definitivo para un vuelco revolucionario en la práctica docente. La madurez probablemente generará amplios consensos respecto a un uso razonablemente optimista de la tecnología. Sin olvidar la necesidad de algunas cautelas. La oferta por su lado es poco sistemática. Es un mercado que está en fase de estructuración mientras los actores, instituciones educativas, empresas y administración van definiendo sus objetivos. Respecto a la autonomía de los profesores para elegir tecnologías y materiales no creo que tenga ningún sentido. Quien debe elegir todo eso es el centro. No sé de ninguna organización seria en la que las personas elijan autónomamente sus objetivos, procedimientos e instrumentos de trabajo. No vayamos a perpetuar aquello de que cada maestrillo tiene su librillo. El profesor forma parte de una organización , en la que influye a través de canales participativos, que define sus fines y medios. La plena autonomía del profesor se da en otros terrenos, pero eso nos llevaría mucho más allá de los límites de esta entrevista.
Se ha dicho que el profesorado integrará la tecnología en el currículum sólo si pueden ver beneficios para ellos y sus estudiantes. ¿Cómo beneficia al alumnado y al profesorado el uso de las nuevas tecnologías?
Evidente. Nadie se esfuerza sin finalidad. Creo que hay tres razones para integrar las TIC en el sistema escolar:
a) Por necesidad. La gestión de los centros y los procedimientos de aprendizaje exigen el manejo, archivo y transmisión, de grandes cantidades de información. Hoy eso se hace a través de las TIC.
b) Por responsabilidad. Hay una intuición social, todavía no recogida suficientemente en la ordenación del sector, que asigna a los centros educativos la responsabilidad de formar usuarios competentes, y críticos, en unas tecnologías que van a definir nuevas fronteras para el analfabetismo.
c) Por creatividad. Las TIC posibilitan y obligan a la revisión y a la redefinición del rol del profesorado, de los paradigmas y objetivos de aprendizaje, de la organización interior de los centros, de su política comunicativa,…Hay un segmento vocacional y activo, no sé si minoritario y disperso, en el sistema educativo que quiere participar en la creación de su propio futuro.
¿Qué utilidades más allá de las didácticas puede encontrar el profesorado en el uso de las TIC (gestión del centro, relación con las familias, control del alumnado en cuanto a asistencia, exámenes...)?
No es fácil encontrar terrenos en donde las TIC no puedan aportar algo positivo. Lo difícil es construir y acordar los criterios con los que vamos a aplicar las TIC en el sistema educativo. Las TIC pueden aportar soluciones a grandes retos transformadores de una sociedad dinámica (como los que se citan en la respuesta a la anterior pregunta) y también pueden transformarse en el enésimo gadget de una sociedad que deambula perpleja. En el primer caso las TIC van a contribuir al avance de la humanidad, en el segundo van a ser un eslabón más de una cadena de sinsentidos. Frecuentemente la demanda parece orientarse hacia peticiones superficiales que aparecen como momentáneamente brillantes respecto de las cuales creo que hay que ser extraordinariamente críticos. Desde la empresa creo de debemos tener no solamente una actitud de complacencia de la demanda, sino también de orientación de la demanda.
Y para finalizar, háganos un pequeño balance. ¿Cómo se encuentra España en la introducción de las TIC en la educación en comparación con los países de la Unión Europea?
Tengo la impresión de no estar mal situados en conjunto. Por lo que he podido observar, y no sólo en Europa sino también en América del Norte, las diferencias son más cuantitativas que cualitativas y no necesariamente negativas para nosotros. Es decir que las expectativas y los problemas coinciden aunque lógicamente haya diferencias importantes entre países. La única diferencia cualitativa seria que me ha parecido percibir, no en relación al conjunto sino respecto de algunas sociedades concretas, es la falta de una "hoja de ruta” que oriente el despliegue e implantación de las TIC en nuestro sistema educativo. La situación actual es indudablemente progresiva y dinámica pero, insisto, algo caótica. Implementar las TIC en el sistema educativo no es sólo cuestión de máquinas y programas es también cuestión de operadores: ¿para cuando banda generosamente ancha y gratuita para el sector educativo? y ¿filtros operativos y baratos para uso familiar? Y es cuestión de los administradores públicos: ¿cómo lanzarse a editar o a programar si no se conocen las intenciones del mayor actor del sector?
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