La sociedad y el mercado laboral están en continua transformación. Nuevas necesidades aparecen y el sistema productivo, las comunidades cívicas o la administración pública acaban dando respuestas. Algunas complementarias. Otras contradictorias. Si Internet y a informática nacieron, en buena medida fue para conseguir mejor información y comunicación en decisiones y acciones militares y geoestratégicas. Sin embargo, actualmente, la sociedad de la información y del conocimiento se ha extendido en todo el primer mundo y parte de los países en desarrollo y afecta la economía, la vida social y la cultura.
La población, gracias a los avances científicos e higiénicos, vive cada vez más años y de con una mayor calidad. No obstante, cada vez hay más gente mayor que vive sola y requiere el apoyo médico y socio-sanitario.
Las industrias, cada vez son más productivas y las personas cada vez tienen más capacidad de consumo y de movilidad. Sin embargo, los efectos colaterales del crecimiento económico provocan devastadores efectos en nuestro entorno natural y, por ende, consecuencias negativas en el conjunto del planeta.
Estos son tres ejemplos de los cambios socio-económicos que acaban implicando transformaciones radicales sobre nuestra vida en comunidad. Cada uno de estos cambios y sus múltiples secuelas genera impactos en el mercado de trabajo porqué existe una nueva demanda que satisfacer y alguien que puede ofrecer su capacidad laboral y su formación para resolverla.
Dado que es difícil la prospectiva en este ámbito, lo que si tiene sentido es que las instituciones educativas y los agentes sociales y políticos estén atentos.
Las Universidades y centros de formación, adaptando el curriculum a los sectores y profesiones emergentes. Los sindicatos y patronales favoreciendo un entorno que acepte el movimiento y no se cierre a privilegios del pasado o a defensas corporativistas y por último, la clase política aceptando que los cambios sociales exigen, también, cambios en las priorizar las políticas públicas
Aprender a aprender no sólo es la recomendación para los estudiantes. Dirigentes de centros educativos, sindicatos y patronales, legisladores y gestores públicos deberían asumir que si quieren seguir ejerciendo un papel de liderazgo también tendrán que readaptar su papel.
Enric Renau
Editor
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