El superior desempleo juvenil, la mayor separación entre formación y participación laboral de los menores de 25 años -que evidencia dificultades de compatibilizar empleo con formación-, la menor calidad del empleo juvenil y su alta temporalidad tienen una explicación basada en las trayectorias de inserción, la falta de emprendedores y los valores y actitudes de los jóvenes.
En cuanto a la inserción, los jóvenes españoles entran antes en el mercado laboral, pero no consolidan su posición o se quedan un tiempo en el paro. Hay un desajuste particular entre el nivel y tipología de estudios cursados y los empleos relacionados, particularmente, en el caso de las mujeres.
Ello nos lleva a concluir que el sistema educativo tiene mucho que ver con las características y deficiencias del mercado laboral juvenil. Algunos ejemplos:
- La altísima y creciente proporción de abandono escolar -especialmente masculino.
- La baja proporción de graduados en estudios de secundaria y especialmente de Formación Profesional que contrasta con el mayor porcentaje de titulados universitarios, a pesar de las mejores oportunidades de empleo de la FP.
- Los resultados de competencias básicas del informe PISA.
- La falta de orientación profesional en los centros educativos y a lo largo de la vida.
- El refuerzo del papel de las prácticas laborales durante los estudios de secundaria y para recién titulados.
- El uso inadecuado de las prácticas no laborales como sustitutos de empleo.
Pero el reto que aquí me gustaría señalar es el de la orientación académica y profesional que, objetivamente, está subvalorado en este Estado, en comparación con los otros países de la Unión Europea. La orientación no es un lujo de las sociedades desarrolladas. Debería ser una apuesta potente por adecuar los esfuerzos formativos a la realidad laboral y las capacidades, valores y posibilidades de los y las jóvenes y del conjunto de la población, a lo largo de la vida. La orientación, además, permite abrir la visión a los jóvenes y sus familias y puede comprender no sólo aspectos académicos y laborales, sino también elementos de apoyo a las personas en su conjunto.
No consigo comprender porqué las políticas públicas educativas y laborales en España realizan tan poco esfuerzo en este ámbito. Quizás el cambio de Ministra de Educación puede ser una buena oportunidad para modificar el rumbo y contribuir a intensificar el esfuerzo en la orientación.
Disculpad la inmodestia, pero es lo que creo.
Enric Renau
editor
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