La empresa, pequeña o grande, siempre ha desarrollado un papel formativo. La dinámica del conocimiento y las nuevas técnicas organizativas tienden a reforzar el papel de la empresa como agente formativo. Pero el papel activo de la empresa frente a la formación no será del todo eficaz si no existe un talante igualmente activo de los trabajadores para aprovechar las oportunidades formativas. La llamada "experiencia laboral” es reconocida ya como una especie de activo formativo traducible a un bloque o crédito de un título o certificado profesional. En España, este reconocimiento tiene su máxima expresión en la Formación Profesional, uno de cuyos módulos se realiza íntegramente en la empresa. Así la empresa se ha convertido en una organización que aprende y enseña, es decir, que asimila y transmite valores profesionales.En nuestras Asociaciones de Jóvenes Empresarios estamos comprobando últimamente que además de la formación universitaria es destacable la formación en Formación Profesional que han recibido los emprendedores que se acercan a nuestras Asociaciones para solicitar asesoramiento, y es que el hecho de haber realizado prácticas en una empresa, conociendo in situ el funcionamiento de la misma puede provocar en el estudiante, al menos, una curiosidad por conocer los trámites para crear una empresa, cuando no la propia decisión de ponerla en marcha.
Existen beneficios recíprocos de la cooperación educación-empresa. Entre los beneficios para las empresas: favorece la motivación y el desarrollo personal de la plantilla, crea oportunidades de comprensión, influencia y aprendizaje desde el campo educativo, mejora el marco de referencia para la contratación de nuevos trabajadores a corto y largo plazo y da acceso a nuevos recursos como la realización de proyectos conjuntos. En cuanto a los beneficios para el sistema educativo, puede favorecer la motivación de los profesores y estudiantes, crea oportunidades de comprensión, influencia y aprendizaje desde la empresa, ayuda a los estudiantes a estar mejor informados sobre las perspectivas de las distintas carreras, y lo que es más importante, el alumno ve más cercana la posibilidad de crear su propia empresa.
La formación y la enseñanza profesional deben ser objetivos prioritarios para aumentar la competitividad de un país y mantener esos mismos niveles de competitividad en un plano internacional.
Las cualificaciones profesionales son cada vez más decisivas para determinar la empleabilidad de un individuo y la competitividad de un país. La existencia de una población activa bien formada genera más y mejores posibilidades para desarrollar sectores tecnológicamente adelantados y con mayor valor añadido. Los programas de Formación Profesional dan resultados óptimos cuando las políticas macroeconómicas fomentan el crecimiento del empleo y cuando se atienden meticulosamente las necesidades y problemas de trabajadores y empleadores.
Desde AJE Confederación, que agrupa a más de 18.000 jóvenes empresarios, donde siempre hemos abogado por la formación y la innovación, y por supuesto por la creación de empresas, nos parece clave que se apoye y se promuevan las prácticas en las empresas como método para fomentar las vocaciones empresariales y difundir la cultura y el espíritu empresarial. Sería necesario así mismo, y es otra de las reivindicaciones asiduas de nuestra organización, introducir en todos los niveles de la enseñanza en España la formación empresarial, para que los estudiantes consideren a lo largo de su etapa académica la posibilidad de crear una empresa como alternativa al trabajo por cuenta ajena para su futuro profesional.
En definitiva, para lograr el éxito en este proceso, es imprescindible la "complicidad” entre todos los agentes que intervienen en el mismo, investigadores, profesionales, empresas y el apoyo de la administración.
