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Universidades endogámicas y empresas poco investigadoras
Editorial
La importancia económica y laboral de la Universidad no se corresponde con la percepción que tienen los empresarios. Seguramente, éstos llevan razón, porque una cosa es la actividad económica y laboral que generen las Universidades internamente y otra muy distinta es el valor que transfieren a la sociedad y al mercado.
Los resultados no son novedosos pero sí importantes de recordar.
En primer lugar, en cuanto al impacto económico de las Universidades, cabe señalar que el gasto público y privado en Educación Superior es el 1,2% del PIB español, con un gasto por alumno un 75% inferior que la media de los 15 países de la Unión Europea (UE).
Las actividades económicas de las Universidades públicas emplean 245.000 personas, entre las que trabajan en ellas y el impacto que generan inducidamente, el 1,5% del total de la población ocupada y el 1,3% del VAB (Valor Añadido Bruto).
En cambio, la importancia económica de la Universidad no se corresponde con la percepción que tienen los empresarios y, seguramente, llevan razón, porque una cosa es la actividad económica y laboral que generen las Universidades internamente y otra muy distinta es el valor que transfieren a la sociedad y al mercado.
En realidad, las instituciones de educación superior no son más que parcialmente aceptadas como motor de desarrollo económico, algo que las empresas desearían que la Universidad realizase.
El hecho es que las empresas no piensan en las Universidades como proveedores de formación, no van a las facultades e institutos para desarrollar proyectos de investigación.
Los datos positivos nos señalan que el gasto en I+D de las Universidades es del 30,3% del total de gasto en I+D español y que se ha crecido un 11%, aunque el retraso que llevan acumulado es todavía muy importante.
Pero donde más fallan las Universidades es en la transferencia de tecnología desde la academia a las empresas. La falta de investigadores en las empresas (30% del total en España sobre 48% en la UE) y la poca presencia de sectores de alto valor añadido en la actividad productiva española son un lastre importante para el desarrollo de una economía sostenible del conocimiento.
De todas maneras, el estudio señala como indispensable una inversión en transparencia y, sobretodo, en interés por disponer de datos estadísticos y económicos fiables, continuos y útiles sobre la Universidad.
Hay mucho que hacer y, a menudo, parece que la endogamia de Universidades y la escasa inversión en I+D, en formación y conocimiento sólo sean culpa de los gobiernos. Exijamos a la administración y al poder legislativo que estimule la economía del conocimiento, pero miremos también, qué puede hacer cada una de las partes -Universidad y empresa- para mejorar.
Enric Renau
editor
editor@educaweb.com
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