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Miquel Bonet, abogado, profesor y consejero de Select
"Si no sabes lo que quieres, al menos debes saber lo que no te gusta” esta idea la incluí en mi libro ¡Búscate la vida! porque la considero esencial para hacer algo positivo en el mundo del trabajo y probablemente en la vida.

Cuando salimos a la calle, es frecuente ver muchas caras serias a nuestro alrededor, desde la escalera de vecinos, en el bus y no digamos al entrar en un bar, parece que saludar a los demás ha dejado de ser un acto social para convertirse en la invasión de la intimidad del "otro”.

Me pregunto a veces que es lo que ha cambiado en esta sociedad para que la gente haya hecho del coche su coraza y convertido un móvil en su mejor amigo. Pienso que algo tendrá que ver la elección profesional, teniendo en cuenta que trabajamos casi media vida.

Se supone que en la universidad tratamos de ayudar a la gente para que descubra su talento y pueda rentabilizarlo en el mundo laboral, sabemos que cuando las empresas piden gente preparada, en realidad quieren personas con ciertos conocimientos, unas ganas enormes de experimentarlos y toda la actitud para seguir aprendiendo.

Hay gente que dice que el mundo está cambiando y muy especialmente desde que Internet pone el conocimiento en manos universales, sin embargo, el mundo siempre ha estado allí, lo único que ha cambiado es la velocidad para mover la información de un sitio a otro.

Las personas tenemos la capacidad de adaptarnos y así evolucionar dentro de los cambios que se suceden constantemente. No obstante, trabajo, esfuerzo y compromiso continúan inalterables.

Por eso, lo único que está pasando es que se están transformando las profesiones. Aunque siguen siendo lo mismo en su función y sólo cambian las palabras, al buhonero le llamamos comercial, al alquimista farmacéutico o biólogo y al curandero naturópata, un escribiente es ahora un administrativo y un financiero tiene que ver con el tenedor de libros, los informáticos ayudan a gestionar y optimizar los números y las letras, pero necesitamos comida, como hace miles de años y seguimos sirviéndonos de los demás, emulando una forma de esclavitud, pero con salario tarifado.

En el fondo, el lugar del patrón lo ocupa ahora la hipoteca, el consumo y la tiranía de una sociedad mucho más dependiente que en la antigüedad y que necesita más cosas para vivir.

Están surgiendo nuevos nombres para profesiones viejas, normalmente surgidas al albor de la tecnología y los servicios, pero desgraciadamente, el camino para adquirir las destrezas necesarias para desempeñar un oficio ha llegado a tal nivel de perversión que permite a alguien obtener -que no poseer- varias maestrías (másters) antes de empezar a trabajar ¿ciencia ficción? nada de eso; durante siglos cualquier trabajador, en cualquier ámbito ya sea la milicia, las artes, el comercio, la manufactura o la política debía pasar un aprendizaje al lado de un "maestro” o mentor de experiencia reconocida para llegar -si le acompañaba el talento- a convertirse en experto.

En la actualidad, la mayor parte de la formación se realiza alejada del mundo del trabajo, sólo algunas prácticas, especialmente en la formación profesional, acercan al educado hasta el conocimiento real. Se expiden licenciaturas y paralelamente másters y postgrados, simplemente por la obtención de determinados resultados, evaluados desde un modelo teórico y claro, así nos va, hemos conseguido desde fracasos escolares a profesionales mediocres y encima "cabreados”.

Por último, y si nos asomamos a la sociedad, los modelos públicos que siempre han sido un referente de nuestros jóvenes, acostumbran a valorarse simplemente por el éxito económico, pero como diría Maquiavelo ¿dónde queda la "virtud”?, tan necesaria para gobernarse a uno mismo y desde allí entender a los demás. No me digan que esos fantoches de la tele son el modelo de éxito, tampoco hablemos de monopolios que acaban sacudiéndonos el bolsillo, mejor tratemos de imaginar en que nos gustaría vernos trabajando y trazarnos un camino mental y personal, después, dispongámonos a recorrerlo, pero si además, ponemos un poco ilusión, seguro que alguien nos pagará por hacer lo que realmente deseamos.

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