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La formación de maestros, trabajadores sociales y psicólogos requiere adaptarse a la realidad de las aulas
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Violencia, fracaso escolar, xenofobia e indisciplina. El profesorado se enfrenta a estos problemas en las escuelas, que según los expertos son un reflejo de la sociedad. Ante esta situación, los decanos de las titulaciones de Maestro, Trabajo social y Psicología piden que estas carreras duren un año más para ampliar los temarios y que la universidad prepare a los futuros profesionales para afrontar estos retos.q
Fernando Gómez, decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Salamanca, encuentra explicación a tanto pesimismo: «La problemática ha cambiado y aunque el verdadero meollo está fuera del centro educativo, los profesores no pueden permanecer ajenos a esa nueva realidad social».
El experto cree que la formación universitaria que deben recibir los futuros docentes también debe cambiar. «En las carreras de Magisterio, han de mantenerse las áreas clásicas, pero añadiendo otras asignaturas que les ayuden a formar a sus alumnos». Cita como ejemplos Educación para la Salud, Educación Vial o cualquiera que fomente valores como el respeto, la integración o la consideración del otro. Eso sí, asegura que para que los docentes enseñen todos estos contenidos deben aprender a cómo hacerlo antes en las aulas universitarias.
El debate se centra ahora en la nueva duración de las carreras. Los decanos de Magisterio apuestan por 240 créditos (cuatro años). «Es lo que le hemos pedido al Ministerio de Educación, pero no hemos obtenido ninguna respuesta todavía», dice el decano de Salamanca. La propuesta surge en el escenario de discusión y adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que debe ser una realidad en 2010 y que implica la reforma total de las actuales carreras.
La misma estructura solicitan los responsables de Trabajo Social, de tres años de duración en la actualidad. Argumenta la necesidad del cambio Blanca Girela, directora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Granada: «La nueva realidad obliga a todas las titulaciones relacionadas con las ciencias sociales aplicadas a adaptarse en sus discursos, en sus conocimientos».
En el caso de Trabajo Social, ya existen asignaturas optativas y de libre configuración vinculadas a la infancia, la discapacidad, la violencia o la inmigración. Lo que falta, en opinión de Girela, es que los trabajadores sociales encuentren empleo dentro del sistema educativo. «Es lo lógico y, sin embargo, ahora cuentan con escasa presencia».
Respecto al maltrato entre escolares, cree que, en la mayoría de las ocasiones, se silencia el problema e incluso «se naturaliza». Aboga por ampliar la relación profesional entre los centros educativos y los servicios sociales. «Las campañas de sensibilización y los programas de intervención deben estar coordinados».
Alumnado inmigrante
Otro de los nuevos retos de las aulas españolas es la integración de alumnado extranjero. Se ha pasado de 53.213 en el curso 1994-1995 a cerca de 500.000 el año pasado. Los expertos explican que la integración del alumnado extranjero es todavía una asignatura pendiente en España. Una de las mejoras podría ser la incorporación de equipos profesionales interdisciplinares en los colegios públicos. Es lo que opina Girela: «La participación de profesores, trabajadores y educadores sociales, psicólogos, mediadores interculturales... y, por supuesto, la implicación de padres y madres e incluso instituciones sociales comunitarias se hace imprescindible».
Las tradiciones culturales y religiosas del inmigrante deben ser compatibles con las del país de acogida, según considera Jesús Gómez Amor, decano de Psicología de la Universidad de Murcia. «El problema puede aparecer cuando los planteamientos políticos son vistos por el nativo o residente como demasiado intervencionistas o cuando las actitudes religiosas del inmigrante son radicales y contrarias a la integración».
También cree que la violencia, la indisciplina, la apatía o el fracaso escolar son problemas que se dan en las clases, pero cuyo origen está fuera: en la calle. «Lo que sucede en las aulas es reflejo de los males que padece la sociedad».
Como causas, destaca tres factores: la familia —«incapaz de transmitir a sus miembros con claridad qué reglas y comportamientos son los adecuados»—, la violencia y la agresividad «que inculca la sociedad» y el propio sistema educativo, «que se está cambiando continuamente». Como soluciones, apuesta por la utilización de gabinetes psicopedagógicos en los colegios y un consenso educativo «a nivel del Estado».
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