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¿Orientar a los ciudadanos para el mercado o bien orientarlos para sobrevivir, en la economía de mercado?

Artículo de opinión


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Pilar Cámara, Licenciada en Filosofía y en Psicología, doctorando en Pedagogía, Orientadora en el Departamento de Orientación del Colegio Sant Ignasi (Barcelona)
Llevo muchos años ejerciendo la orientación profesional "de base”. Me refiero, a la que va encaminada a la elección de los estudios, que llevan a los jóvenes a prepararse, para lo que será su profesión.

Hace ya tiempo, solía ver a los jóvenes soñar ser esto o aquello, en función de sus gustos, sus capacidades y su recorrido académico. Posteriormente, empezaron a dar muestras de estar condicionados por el fantasma del paro y antes de soñar, empezaron a preguntarme: ¿Si estudio "x”, tendré trabajo? Entonces, mi respuesta solía ser que, quien hace lo que le gusta y vale para ello, suele siempre tener trabajo.

Después, apareció una nueva pregunta: ¿Estudiando "x”, ganaré mucho dinero? Aquí, se imponía una nueva reflexión, que iba más allá de los gustos y las capacidades, pero que los incluye: ¿Podrá el dinero compensarte de la frustración de no ser tú mismo? ¿Cuánto tiempo serás capaz de resistir el estrés que genera el hacer algo que no te gusta? Claro que, si vales y te gustan varias profesiones; nada está en contra de que elijas aquella, que esté mejor remunerada…

Pero últimamente, ha surgido una pregunta que me resulta muy difícil responder y que es la que motiva esta reflexión: ¿Por qué tengo que esforzarme tanto y llevar una vida de actualización continua de conocimientos, en la que desarrollaré incluso varias profesiones, si a los 50/55 años, como le ha pasado a mi padre/madre, te prejubilan (si eres afortunado/a) o te echan de la empresa y si quieres seguir trabajando, tienes que aceptar salarios, incluso más bajos, que cuando empezaste? Dejo la respuesta en el aire y me lanzo a comentar la reflexión, que dicha pregunta me genera.

Por una parte, la sociedad de la información demanda profesionales cada vez más versátiles, que se formen constantemente y sean capaces de evolucionar dentro de su profesión o incluso cambiarla por otra afín, siempre que las necesidades del mercado lo requieran. Eso supone orientadores en constantemente actualizados y la posibilidad de acceder a ellos a cualquier edad. Por otra, cuando las empresas afincadas en dicha sociedad, tienen un gran número de profesionales, bien orientados, que han acumulado años de experiencia y en los que sus respectivas empresas han invertido miles de euros, en formación, los sustituyen por trabajadores más jóvenes o simplemente más baratos, en los que deben volver a invertir miles de euros en formación y en orientación y así, sucesivamente…

Además, si el sistema no se autorregula, ahí estamos de nuevo, los orientadores, esos que el Consejo de Europa desea que existan y a los que pueda recurrir cualquier ciudadano. ¿Para qué? Para que se ocupen de recomponer profesionales literalmente "rotos” y buscar entre los resquicios del sistema, un lugar en el que éstos puedan trabajar. Incluso, para recomendarles cómo y dónde iniciar una nueva profesión. Una situación tan dura que sólo se me ocurre pensar que parafraseando el título de una famosa película, se podría decir: El sistema casi los mata. Los orientadores limpiamos la sangre.

Ante situaciones tan reales como duras, me pregunto:

-¿Cómo podemos orientar al que ha creído en el sistema y su loada economía de mercado y luego, es excluido de él, porque la empresa cree que es caro o porque los beneficios han disminuido?
-¿Cómo es posible que por un lado, en todos los medios de comunicación, políticos y empresarios digan que sería bueno retrasar la edad de jubilación y por otro, la realidad de la búsqueda del máximo beneficio, fuerce a miles de personas a adelantarla?
-¿Han calculado, alguna vez, las empresas y los estados lo que les cuesta formar miles de profesionales, para descartarlos, cuando mejor han asimilado dicha formación?
-¿Cómo formar a los que dirigen las empresas, para que no malgasten ni desperdicien tanto potencial humano?
-¿Se han preguntado, alguna vez, las grandes empresas, cuánto aumentarían sus beneficios empresariales, si aprovechasen de una forma más creativa toda esa fuerza de trabajo y toda esa riqueza de conocimientos y experiencia?...

Pero mientras alguien intenta responder tantas preguntas, yo seguiré orientando a los jóvenes, con realismo, pero animándoles, al mismo tiempo a:”soñar, lo imposible soñar…” como dice el famoso estribillo del Hombre de la Mancha y ser fieles, a sus gustos, a sus capacidades y a sus intereses, para poder así, ser aquello que realmente desean ser. Suceda lo que suceda, en el famoso mercado de la aldea global…
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