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Ante el fracaso escolar: inversión, estabilidad y libertad de elección
Editorial
Tenemos un sistema educativo que no permite a los jóvenes desarrollar todo su potencial, con la excusa de la equidad. Demos valor al esfuerzo, premiemos la excelencia y valoremos la calidad. Dediquemos, además, el presupuesto que haga falta a ayudar a los que más lo necesiten sin que ello reste capacidad de coexistencia de una oferta educativa pública y privada.
Los datos del Eurostat son claros: el sistema educativo español actual provoca abandono escolar. Sólo un 61,8% de los jóvenes españoles de 20 a 24 años han acabado la enseñanza secundaria, al menos, mientras que en Europa la media es del 76,7%. El 22 de 24 países europeos.
El informe PISA ya señaló, además, que en el ranking de conocimientos en matemáticas, ciencias y comprensión lectora los estudiantes del estado español siempre estaban por debajo del puesto 20.
En cuanto al porcentaje de trabajadores que habían realizado formación continua, España tiene un 5,1% y Europa un 9,9%.
Lo peor de todas estas cifran es la posición comparativa respecto al resto de países y, sobretodo, la tendencia a la baja, mientras Europa mejora.
Entre tanto, el sábado 12 de noviembre, decenas de miles de personas se reunieron en la capital del Reino para manifestarse contra la LOE, convocados por la Confederación Católica de Padres (Concapa) y otras nueve organizaciones próximas a ella. La defensa de la libertad de enseñanza y de la capacidad, por parte de la Conferencia Episcopal, de elegir los docentes de formación religiosa, así como el mantenimiento de la religión como asignatura fueron los motivos esgrimidos. Además, hay quien aprovechó la manifestación para posicionarse y criticar al Gobierno socialista.
Más allá de las simplificaciones, es evidente que la cuestión educativa está en el centro del debate político porque afecta a los valores de las personas, el modelo de crecimiento económico y qué tipo de sociedad queremos tener en las próximas décadas.
En los dos temas estrella de la semana, habrá excusas y argumentos de todo tipo. Que si los datos son negativos debido al elevadísimo incremento de población joven inmigrada. Que si las estadísticas no comparan cosas exactamente iguales. Que si en la manifestación había intereses políticos y, en cambio la LOE no modifica para nada ni la libertad de elección de centro, ni la viabilidad de las escuelas concertadas ni la capacidad de impartir formación católica. Que si...
Lo cierto, lo verdaderamente cierto, es que la inversión pública de España en educación está estancada en el 4,4% del PIB desde 2002, mientras que Europa está en el 5,2%. Y esto, para los profanos en estadísticas económicas, es mucho dinero. Demasiado.
Lo cierto, también, es que desde finales de los años 90, España ha tenido una Ley de Educación y una Ley de Universidades cada legislatura, según el vaivén político. Hace falta estabilidad en el sistema, un acuerdo global, participativo y lo más rápido posible, de todas las partes y cerrar los litigios por intereses políticos o corporativos.
Lo cierto, finalmente, es que se tiene que aceptar que la igualdad y la cohesión social no se consiguen por Decreto. La doctrina igualitarista, sin dinero, ni estímulos para mejorar, ni capacidad de elección, ni autonomía, es un fracaso absoluto.
Tenemos un sistema educativo que no permite a los jóvenes desarrollar todo su potencial, con la excusa de la equidad. Demos valor al esfuerzo, premiemos la excelencia y valoremos la calidad. Dediquemos, además, el presupuesto que haga falta a ayudar a los que más lo necesiten sin que ello reste capacidad de coexistencia de una oferta educativa pública y privada.
Enric Renau
editor
Editor@educaweb.com
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