Las Universidades del Estado Español ya son mayores de edad. Como instituciones adultas deberían volar, emanciparse, abandonar el hogar materno y demostrar que se valen por si solas.Tienen capacidad intelectual, tienen inteligencia, tienen presupuesto, tienen legitimidad institucional y bastante prestigio social.
Las Universidades, pueden, ser mucho más autónomas, como lo son la mayoría de sus parientas europeas. Así ellas podrán decidir su propia ruta, su especialización profesional, su vocación local o internacional.
Con más y mejor autonomía, las Universidades buscarán ser más cercanas a la sociedad a la que pertenecen, más eficientes en la gestión y más eficaces en los resultados de inserción laboral de sus titulados, de investigación e innovación y de servicio a la comunidad y a las empresas. Podrán, si quieren, coordinarse entre ellas, crear redes y/o empresas e invertir en proyectos transnacionales.
Si lo hacen bien, serán una herramienta clave de la sociedad del conocimiento. Si fracasan, desaparecerán. Esto es la autonomía.
La propuesta de reforma de la Ley Orgánica de Universidades (LOU) que ha presentado el Ministerio de Educación otorga mayor autonomía a la Universidades y Comunidades Autónomas, en la línea Zapatero, para que ellas puedan escoger su modelo de elección del alumnado, profesorado y sus órganos de gobierno -Rector incluido-.
Aunque con amplio retraso, las modificaciones han llegado desde el Ministerio de Educación y Ciencia y parece que la propuesta responde a las expectativas de los universitarios.
Sería positivo que el texto fuera consensuado al máximo entre Universidades, Comunidades Autónomas y Gobierno, y que obtuviera un amplio refrendo en el Congreso de los Diputados, con lo que se podría intentar garantizar un período prolongado de estabilidad que permita a las instituciones educativas superiores afianzar las estrategias de futuro y adecuarse, de una vez por todas, al Espacio Europeo de Educación Superior, que ya toca.
Enric Renau
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