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¿Océanos de incertidumbre?
Artículo de opinión
Resulta relativamente frecuente escuchar voces altamente cualificadas que consideran la coyuntura en la que actualmente se encuentra la universidad española como una situación en la que, a través de aproximaciones sucesivas, es preciso repensar la Formación Continua y, además, diseñar los nuevos Programas Oficiales de Postgrado sin que la incertidumbre legal, conceptual y pragmática que nos rodea sea un obstáculo insalvable para conseguirlo.
En esta coyuntura, la del Espacio Europeo de Educación Superior, no resulta fácil definir de manera precisa lo que será -o debería ser- un programa oficial de postgrado. El escenario inmediato está regulado por la aparición el pasado mes de enero de dos Reales Decretos que sientan las bases y establecen el marco para proceder al diseño de los nuevos programas de estudio (RD de Grado 55/2005; RD de Postgrado 56/2005).
El mencionado RD de Postgrado prevé que los nuevos postgrados y másters oficiales deberán ser de 60 o 120 créditos ECTS (European Credit Transfer System) a diferencia de lo que venían regulando las normativas vigentes hasta este momento. Otro de los cambios fundamentales, implica, como es sabido, contabilizar la formación a través de los llamados créditos ECTS que se utilizarán a partir del 2010 en todas las universidades europeas. Esta nueva concepción permite valorar como tiempo lectivo no sólo las horas en que el estudiante recibe clase presencial -tal como venía siendo habitual- sino que también incluye la carga de trabajo personal del estudiante para apropiarse de los contenidos así como la tutoría personalizada en el momento de resolver sus dudas o de recibir orientación en su trabajo personal.
Tal como se recoge también en el mencionado Real Decreto de Postgrado, los Programas Oficiales de Postgrado que las Universidades deberán presentar a las administraciones educativas a partir del próximo mes de Noviembre tienen tres características generales:
a) Pueden incluir diferentes itinerarios que, a su vez, pueden dar lugar a diversas titulaciones de másters oficiales.
b) Constan de 60 o 120 créditos ECTS.
c) Permiten el acceso al Doctorado siempre y cuando se hayan obtenido un total de 300 créditos entre Programas oficiales de grado y de postgrado.
Naturalmente, en este nuevo escenario, también van a ofrecerse titulaciones de postgrado no oficiales que, de manera parecida a lo que ya sucede en la actualidad, darán lugar a títulos aprobados por las diversas Universidades y expedidos por estas mismas Universidades
Ello nos obligará en un plazo de tiempo relativamente corto a esclarecer cuál va a ser la nueva denominación de estas titulaciones que tradicionalmente venían recibiendo el nombre de máster o postgrado según fuese el número de créditos impartidos y los requisitos de acceso establecidos.
Sea cual fuere esta nueva denominación, los títulos propios, que recogen la larga tradición de formación continua de nuestro país, van a seguir siendo no sólo necesarios, sino pertinentes y de actualidad en una sociedad que cada vez más exige reciclajes específicos a sus profesionales.
A pesar de ello, va a ser necesario también ampliar nuestra representación cultural y colectiva de lo que supone cursar estudios de Postgrado. Los ejes de los nuevos títulos oficiales de postgrado se apoyan como ya hemos comentado:
a) en una decidida voluntad de propiciar la movilidad de estudiantes a través del espacio europeo e internacional de educación superior,
b) en una formación calificada más allá de los estudios de grado iniciales y
c) en un perfil de estudiante de postgrado a tiempo completo antes de acceder al mercado laboral.
Estos tres ejes apelan a una revisión y ampliación de nuestro concepto de "estudios de postgrado” y a una diferenciación evidente entre los Estudios Oficiales de Postgrado y los títulos propios que cada Universidad va a seguir impartiendo a profesionales en activo, con intereses y objetivos claramente diferenciados de los anteriores.
De todo lo dicho se deduce que el momento no es fácil para las universidades españolas aunque también es cierto que resulta altamente interesante aprovechar la oportunidad que la Convergencia Europea nos brinda para revisar y ampliar el carácter de nuestros estudios de postgrado. Dada la dificultad de la empresa, puede ayudarnos en el intento el hecho de tener bien presentes las palabras de Edgar Morin que ya en 1999 nos recordaba "Es necesario navegar por océanos de incertidumbre a través de pequeños archipiélagos de certezas”.
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