Septiembre es el mes del año en el que los medios de comunicación dedican mayor atención al mundo de la educación. El inicio de la actividad escolar, después de un largo período de vacaciones marca el disparo de salida de la "normalidad” urbanita, con sus atascos, problemas de aparcamiento y la jornada de ocho horas.En el ámbito educativo correspondes a las familias comprar libros, material escolar, ropa de deporte y ropa para destrozar durante el curso. Toca organizar las actividades extraescolares a partir de las preferencias de sus hijos e hijas, las necesidades de gestión del tiempo y lo que aportan como complemento a la actividad docente.
A los niños y las niñas más pequeños lo que les preocupa durante el mes de septiembre es finalizar los deberes, conocer el nombre del nuevo profesor y saber con qué compañeros compartirá las sillas de su aula y disfrutará del tiempo de patio.
Los estudiantes universitarios tienen en septiembre el mes de los viajes o del trabajo temporal que les permitirá llegar, con algunos apuros, a final de año. ¡Quién pudiera volver a aquella época!
El profesorado de escuelas, institutos y universidad, se ponen, lentamente, las pilas aunque, el día del inicio del curso, más de uno recibe un electrochoque o una descarga de alta tensión que no cesa hasta el mes de junio siguiente.
Los políticos de las distintas administraciones nos explican en septiembre cuántas guarderías han construido, qué inversiones en TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) tienen previstas y nos prometen que van a fomentar la autonomía de los centros, el estímulo a los docentes que asuman responsabilidades de dirección y a invertir en investigación científica.
Mientras, los periodistas contarán cuántos alumnos empezarán en "barracones”, cuántos universitarios de primer curso no podrán estudiar su carrera preferida y nos presentarán datos sobre alguna encuesta sobre preferencias de los estudiantes.
¿Qué haríamos, pues, sin el mes de septiembre?
Debemos vigilar que no aparezca algún iluminado influyente y, del mismo modo que tenemos el Año del Libro o el Siglo de las Luces, nos proponga, solemnemente, que se proclame el mes de septiembre como el Mes de la Educación,para favorecer la sensibilidad, los presupuestos y el interés mediático por el sector educativo ya que durante el resto del año las noticias del mundo de la enseñanza desaparecen de los periódicos, las políticas educativas quedan sobrepasadas por las luchas electorales, las OPAS hostiles y las guerras, y los grandes retos del sector se confunden con las luchas sindicales y/o corporativistas. Ya que durante el resto del año, muchos adultos se olvidan de su responsabilidad educativa con sus hijos o de dar ejemplo con su comportamiento cívico.
Enric Renau
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