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La paradoja de las profesiones de la seguridad

Editorial

Para fomentar el atractivo de estas profesiones, quizás toca estimular la movilidad horizontal (distintas organizaciones) e interterritorial (distintas ciudades, autonomías y estados) que permitan progresar a sus profesionales. Asimismo, invertir en formación, en tecnología, en gestión de la información y en técnicas de gestión y de organización, pueden ayudar a mejorar el interés por ellas.


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Enric Renau, Editor de Educaweb.com
La seguridad es una creciente demanda social. Los valores y la organización social de los países desarrollados fomentan o, al menos, expresan, una necesidad ciudadana de proteger los bienes materiales, naturales, culturales o inmateriales que han acumulado. En las sociedades en vías de desarrollo, esta necesidad no existe, excepto para las elites económicas privilegiadas que viven aisladas de sus paisanos.

Esta necesidad de protección, de seguridad, la tienen los individuos, los hogares, las instituciones, las empresas, el patrimonio cultural y natural, los equipamientos e inmuebles públicos y privados.

Existe, pues, por lo tanto, una demanda laboral de profesionales de la seguridad: bomberos, fuerzas y cuerpos de seguridad, ejército, vigilantes, escoltas, detectives, etc.

En cambio, paradójicamente, esta demanda es difícil de cubrir y, en muchas ocasiones, sólo se satisface con los colectivos humanos que tienen mayor dificultad de insertarse en otros ámbitos de actividad económica.

Debe haber varias razones que lo expliquen. A mí se me ocurren dos posibles motivos. El primero es que las profesiones de la seguridad conllevan intrínsecamente una parte de riesgo que muchas personas no están dispuestas a asumir. Incendios, violencia, incivismo, malos tratos, guerras, infidelidad, extorsión, son palabras que existen, pero comportamientos que los ciudadanos prefieren no ver.

La segunda razón tiene que ver con la carrera profesional y las expectativas de futuro de los profesionales de la seguridad. La movilidad vertical en estas profesiones es baja y muchas veces, muy estructurada, al estilo de la función pública más anticuada y de las organizaciones más jerarquizadas, siguiendo una lógica militar. La progresión en las empresas y instituciones de seguridad se fundamenta más en los años de antigüedad que no en las competencias de los empleados. Los sueldos, además, tampoco son muy atractivos.

La posibilidad del autoempleo y de la creación de nuevas organizaciones del sector se hace más difícil al formar parte de un sector muy regulado -lógicamente- por las instancias correspondientes.

Seguramente el modelo estadounidense donde la seguridad es, en buena medida, una cuestión privada, da más juego a la movilidad laboral en el sector y más beneficios económicos. Pero como modelo social, no me parece el más conveniente.

Por lo tanto, para fomentar el atractivo de estas profesiones, quizás toca estimular la movilidad horizontal (distintas organizaciones) e interterritorial (distintas ciudades, autonomías y estados) que permitan progresar a sus profesionales. Asimismo, invertir en formación, en tecnologías, en gestión de la información y en técnicas de gestión y de organización, pueden ayudar a mejorar el interés por ellas.

Enric Renau
editor

Editor@educaweb.com
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