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La juventud inmigrante es más autónoma, familiar y previsora que la española

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El colectivo representa ya el 7% de la población de entre 5 y 29 años. Casi el 40% vive de sus ingresos, frente al 23% de sus coetáneos autóctonos. Los jóvenes inmigrantes son más maduros, más familiares y más preocupados por el futuro. Este es el retrato que dibuja el Informe 2004 del Instituto Nacional de la Juventud, que por primera vez les dedica un informe específico.


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Diario Vasco
Tras cartografiar a la juventud española, ahora les toca el turno a los jóvenes inmigrantes en España. El Informe 2004 del Instituto Nacional de la Juventud se detiene en los perfiles de los chicos y chicas extranjeros asentados en este país. Su entorno familiar, emancipación, economía, perspectivas laborales, valores y participación social son cuestiones que dibujan un fenómeno nuevo en la España nueva de acogida. El retrato les muestra parecidos pero diferentes de sus coetáneos españoles: más precoces en su maduración personal y social, más familiares y más preocupados por el futuro.

El informe presentado en junio es una relectura pausada más sociológica, de los datos ofrecidos por el Injuve en enero sobre el conjunto de la juventud española. La fuente es la misma, las 5.014 encuestas personales realizadas a finales de 2003 a otros tantos jóvenes entre 15 y 29 años. Como novedad, este análisis más depurado ahonda por primera vez en un concepto, el de juventud inmigrante -casi el 7% del total de jóvenes- propio de una realidad social de nuevo cuño.

Las circunstancias en que viven y los ámbitos culturales de procedencia les conducen a una autonomía personal más temprana que en los jóvenes españoles. El 70% de éstos vive en el hogar paterno, frente a una tercera parte, escasa, de los inmigrantes. En este colectivo, casi la mitad vive en casa propia o de alquiler, más del doble que sus homólogos nacionales, y casi una quinta parte (el triple que los españoles) habita en piso compartido.

Dado que la mayoría emigra por motivos económicos y laborales, y sin el colchón familiar, no extraña que casi el 40% de los extranjeros viva de sus ingresos frente al 23% de los españoles. Y aun con ingresos personales medios inferiores -672 euros netos al mes frente a los 762 de los españoles-, los jóvenes inmigrantes se valen por sí mismos en mayor medida. La mitad se declara autónoma económicamente, por un tercio escaso de sus colegas nacionales. Suelen ser, en un 61%, los principales sustentadores de sus hogares.

El mercado laboral, duro para todos, trata peor a los foráneos. Tienen su primer empleo a edades más tempranas aunque les cuesta más encontrarlo; está menos relacionado con sus estudios; y acusan mayores tasas de temporalidad, empleo sumergido y a tiempo parcial que los chicos y chicas españoles.

Familia y pareja
También son más precoces a la hora de emparejarse y formar un núcleo familiar. Un 45% de los extranjeros convive con su pareja, opción que sólo secunda el 18% de los jóvenes españoles. Casi un tercio (28%) se anima a tener un hijo antes de la treintena; entre los españoles, apenas un 10% se lanza a esa aventura.

La familia es para los jóvenes inmigrantes el epicentro de su vida y primer motivo de felicidad (lo dice el 21%, frente al 13% de los españoles). La pareja y la salud conmueven por igual a unos y a otros, y mientras los amigos son cruciales para los nacionales, los extranjeros destacan más el empleo seguro y los hijos.

El informe del Injuve les presenta, además, más inquietos por el futuro que los españoles de su misma edad. Entre estos últimos, el 39% se declara libre de preocupaciones personales. Sólo una cuarta parte de los inmigrantes admite estar igual de tranquilo. La política les ocupa y preocupa menos que a los españoles, pero son más religiosos. Usan menos las nuevas tecnologías y su ocio es algo diferente. Salen mucho menos a divertirse de copas o a discotecas y ven un poco más de televisión.
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