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Errare humanum est
Artículo de opinión
Las informaciones recabadas con relación a la subcomisión de Humanidades evidencian que muy posiblemente la misma ha tomado sus decisiones de forma apresurada, sin disponer de todos los datos objetivos sobre los que reflexionar: ¿cómo si no puede interpretarse que la propuesta de exclusión de los títulos de grado de Humanidades e Historia del Arte se tomase antes de la entrega del libro blanco de ambas licenciaturas?. Un trabajo exhaustivo en ambos casos, fruto de intensas jornadas y elaboración de las comisiones creadas al efecto, que ha cumplido con los plazos previstos y de cuyo proceso de redacción habían sido informados algunos miembros de la subcomisión.
En el proceso de reducción del número de grados en el área de Ciencias Humanas no deberían primar consideraciones economicistas. Es evidente que una reducción de la oferta no propiciará la redistribución de los alumnos entre las nuevas titulaciones. Al contrario, en algunos casos se pierde la necesaria especialización en los conocimientos recibidos antes de completar el ciclo formativo, por lo que cabe replantearse si será válida la adecuación entre contenidos, demanda y aplicación laboral. La idea del regreso cíclico a las aulas para actualizar conocimientos es en sí loable - y absolutamente necesaria - pero, seamos realistas también, realizable tan sólo por un número reducido de los egresados en función de dos premisas, la disponibilidad económica y temporal. Por ello, en los grados debe primar la inclusión de contenidos amplios que sirvan a un tiempo como base teórica y como un primer nivel de especialización dentro de un mismo recorrido temático. Sin olvidar, además, que el modelo europeo se fija en la pauta 3 + 2, es decir 180 créditos para el grado y 120 en el postgrado y que el sistema de créditos ECTS puede reducir sensiblemente el número de horas lectivas de cada asignatura. ¿Convergerá realmente España con Europa o consigo misma? ¿Con un modelo que potencie el acceso al nivel de educación superior o con un modelo a la baja?.
Las razones aducidas por la subcomisión para la propuesta de supresión del título de Humanidades no resisten un análisis lógico. La demanda de plazas es superior a la de otros grados aprobados; se trata de títulos consolidados con un alto índice de éxito y realización posterior de trabajos de investigación y tesis doctorales; los postgrados y másters ofrecidos por diversas universidades como continuación de los estudios de Humanidades superan en demanda a la oferta de plazas; y el número de egresados que consiguen integrarse en el mercado laboral poco después de finalizar la carrera es muy elevado, ayudando a ello la versatilidad y polivalencia de las materias estudiadas. ¿Qué fin tiene entonces suprimir lo que funciona? Esperemos que no sea la idea peregrina de reducir la aportación económica de las administraciones públicas al sufragio de las matrículas y la dotación subsiguiente a las universidades. Es evidente que cuanto menor sea el tiempo que el alumno permanezca en las aulas menor será la inversión que el estado realice. Si eso es así, este país parece haber olvidado el viejo aforismo que reclamaba el mayor esfuerzo posible en sanidad y educación como base de la competitividad y el desarrollo en I + D + i, y que el carácter público y de calidad de ambas es no sólo necesario sino irrenunciable. Cualquier modelo que no se fundamente en ello deriva hacia conceptos de diferenciación en el derecho a la educación que parecían superados.
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