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El triángulo mágico del Conocimiento en Europa

Editorial

Quizás ahora toca contaminarse de los virus -beneficiosos, aunque poco fáciles de controlar- del sector productivo. Si no, Europa no será un triángulo mágico de Conocimiento, sino un espiral centrípeto ilimitado de académicos encantados de haberse conocido.


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Enric Renau, Editor de Educaweb.com
De forma muy gráfica, señala Benjamín Suárez, coordinador del Programa de Convergencia Europea de ANECA, en la entrevista que le hemos realizado, que existe un triángulo mágico que puede situar a Europa en el liderazgo de la competitividad de su economía y la competencia profesional de sus ciudadanos. Los tres vértices del triángulo son la Educación (Espacio Europeo de Educación), la Investigación (Espacio Europeo de Investigación) y el Sistema productivo y laboral (Mercado Europeo Único). El triángulo sería la sociedad y la economía europea del conocimiento.

En los Estados Unidos, el impulso del triángulo lo ejerce el sistema productivo, a través de un modelo totalmente liberalizado y altamente privado, donde en ocasiones es difícil de interpretar si la investigación puntera se produce en la empresa, la universidad o los institutos de I+D+I (algunos de ellos directamente vinculados a la industria armamentística). La formación, tampoco es un monopolio del sistema educativo, sino que se distribuye fácilmente en el ámbito empresarial.

En Europa, el énfasis del triángulo mágico se ha puesto en el sistema educativo, especialmente en su nivel superior. Han sido las instituciones públicas del megaestado de bienestar europeo las que empujan la vinculación de las universidades con el sector productivo a través del impulso altamente subvencionado del I+D+I.

Son modelos distintos, pero la ambición europea de convertirse en la primera economía del conocimiento difícilmente se alcanzará sin la plena participación de las empresas y profesionales del "mercado”.

La difícil tarea de la harmonización y compatibilidad entre las titulaciones, la estructuración de las mismas en los ciclos de grado y postgrado, el establecimiento de un sistema de créditos compatible (ECTS) y de unos estándares de calidad y del desarrollo curricular no nos permite ver que el proceso se está realizando de una forma excesivamente endogámica.

¿Dónde están los empresarios, trabajadores, profesionales liberales, autónomos, colegios profesionales? ¿Cuándo se les ha invitado a participar? ¿En que condiciones? ¿Con que medios?

Comprendo la complejidad del proceso de construcción del Espacio Europeo del Conocimiento. Pero también me doy cuenta que mientras se discute puertas adentro del EEES, se deja para un futuro excesivamente lejano la implicación de las otras partes.

Como se puede observar por la alta participación de articulistas en este monográfico, la sensibilidad universitaria respecto un Proceso de Bologna cada vez más definitivo es alta.

Quizás ahora toca contaminarse de los virus -beneficiosos, aunque poco fáciles de controlar- del sector productivo. Si no, Europa no será un triángulo mágico de Conocimiento, sino un espiral centrípeto ilimitado de académicos encantados de haberse conocido.
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