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Reflexiones sobre el Espacio Europeo de Educación Superior

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Ignacio Bellón González, Doctor en CC. Económicas y Empresariales y Director del Departamento de Dirección de Empresas de ESIC-Valencia
El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) es un proyecto cuya finalidad es lograr una convergencia en la enseñanza superior al tiempo que se refuerza la misma en base a la experiencia común y la movilidad entre los países. Este proyecto está actualmente secundado por 40 estados europeos (a excepción de Ucrania, Bielorrusia y Moldavia) los cuales se han ido adhiriendo en las sucesivas reuniones de trabajo y seguimiento: Sorbona (1998), Bolonia (1999), Praga (2001) y Berlín (2003).

En todas las reuniones se han firmado declaraciones de tipo político, es decir, enuncia una serie de objetivos y unos instrumentos para lograrlos, pero no fija unos deberes jurídicamente exigibles. Entre éstas destaca la Declaración de Bolonia la cual sienta las bases para la construcción del EEES, organizado conforme a los principios de calidad, movilidad, diversidad y competitividad. Asimismo, la declaración se orienta hacia la consecución, entre otros, de dos objetivos estratégicos: el incremento del empleo en la Unión Europea y la conversión del sistema Europeo de Formación Superior en un polo de atracción para estudiantes y profesores de otras partes del mundo. El plazo para la puesta en marcha del EEES es 2010.

Para ello se pretende establecer un sistema fácilmente comparable de titulaciones mediante la implantación del Suplemento Europeo al Título Universitario que está regulado en el Real decreto 1044/2003 de 1 de agosto.

Asimismo, la carga lectiva se articulará según un sistema de créditos similar al ECTS (European Credit Transfer System) establecido en el Real Decreto 1125/2003 de 5 de septiembre, que se utiliza en los intercambios actuales de alumnos. Estos créditos reflejan las horas que el alumno debe dedicar para superar las materias de que constan las titulaciones. Así incluyen horas lectivas, estudio, realización de trabajos, documentación, etc. Dicha carga de créditos se resumirá en dos ciclos superiores principales, grado y posgrado, y se intentarán armonizar en lo posible las metodologías y criterios de evaluación de forma que los contenidos sean realmente equiparables de un país a otro. Esta cooperación potenciará el nivel de calidad, como veremos más adelante. Con todo ello se busca, especialmente, la plena movilidad de los alumnos universitarios en el ámbito de una titulación superior dada.

Las denominadas enseñanzas de grado y posgrado están ya reguladas en sendos reales decretos: RD 55/2005 y RD 56/2005, ambos de 21 de enero. En ellos se establece que el ciclo de grado sustituirá alas actuales diplomaturas y licenciaturas. Asimismo, durará entre tres y cuatro cursos, esto es, 180 ó 240 créditos, excepto las titulaciones que tengan una directiva europea, como Medicina o Arquitectura en cuyo caso la duración podrá ser superior. En cualquier caso cada carrera durará lo mismo en todo el territorio nacional y las materias troncales supondrán entre el 50 y el 75% de la carga total de créditos.

En lo referente al ciclo de posgrado, éste se dirigirá a la especialización del alumno y se compondrá de dos niveles: segundo y tercer ciclo. El segundo ciclo tendrá una extensión entre 60 y 120 créditos y otorgará el título oficial de Máster. Estos estudios se dedicarán a la formación avanzada de cara a una especialización, ya sea académica o profesional, o bien a la iniciación en tareas y técnicas investigadoras. En un principio, sólo los masters impartidos en la universidad, que hayan superado un control de calidad, tendrán el calificativo de oficial.

La segunda finalidad del Máster oficial se orienta a aquellos que deseen continuar sus estudios en el tercer ciclo: el Doctorado, al cual se podrá acceder habiendo cursado previamente 300 créditos ECTS. Estos estudios se orientan a la formación avanzada del doctorando en las técnicas de investigación. Además, se podrá incluir en el anverso del título de doctor la mención Doctor Europeus si concurren una serie de requisitos incluidos en el artículo 14.1.

La siguiente reunión tendrá lugar en Bergen (Noruega) el 19 y 20 de Mayo de este año y está previsto que el Consejo de Coordinación Universitaria proponga una lista de titulaciones de Grado que deberá revisar y autorizar el Ministerio de Educación y Ciencia.

Las implicaciones más importantes para los alumnos serían, en primer lugar, que podrían cursar sus titulaciones casi en cualquier parte de Europa, de forma que se puede llegar incluso a un fenómeno que sí se da en Estados Unidos: las universidades compiten por atraer a los mejores alumnos. En segundo lugar la homologación y reconocimiento de estudios sería prácticamente automática en toda Europa permitiendo el acceso a puestos de trabajo públicos y privados de otros países. La motivación última de los países para buscar todos estos beneficios es evidente: si se pretende que en la U.E. exista un mercado laboral único es de sentido común que el sistema formativo superior, el que forma a los profesionales más cualificados, también lo sea.

En cuanto a las instituciones de formación universitaria y de posgrado las consecuencias que por ahora se pueden adivinar son variadas. En el caso de las universidades, la mayor homogeneidad en las titulaciones pondrá de manifiesto la calidad que estas instituciones ofrecen ya que las diferencias ya no se podrán asignar en tanta medida a las disparidades en los planes de estudio. Asimismo, el EEES conlleva una menor autonomía en la elección de la oferta formativa; cualquier titulación susceptible de ser oficial deberá ser compatible con titulaciones de otros países a través del citado Consejo de Coordinación Universitaria y de las respectivas instancias educativas nacionales. Mención especial merece el conflicto que la adaptación al EEES está generando en el seno de las ingenierías superiores y técnicas. Los superiores opinan que la unificación de las dos ingenierías no puede dar lugar a un título de tres años y acusan a los técnicos de querer saltar a ser una titulación superior. Por el contrario los técnicos creen que los superiores quieren imponer sus criterios y dominar en los organigramas universitarios. En el fondo está el hecho de que los técnicos tienen una orientación laboral muy diferente a los superiores y la experiencia muestra que el mercado laboral necesita ambas.

Por el contrario, las entidades privadas especializadas en formación de posgrado, en su mayoría escuelas de negocios, probablemente vean mermada su demanda potencial. Pero ello dependerá de cómo concreten las universidades su oferta de segundo ciclo. Si se trata de formación similar a la ofrecida actualmente por las escuelas de negocios, la competencia oficial obligaría a estas entidades a ser más complementarias y especializadas, o incluso a centrarse en la Executive Education, o bien a transformarse en centros adscritos a las universidades para dar carácter oficial a su formación. No obstante esta última posibilidad aún no está explícitamente contemplada en la legislación española.

En el supuesto de que la formación y el profesorado sean claramente más académicos que lo ofrecido por las escuelas de negocios, su atractivo no debería decaer significativamente. Esta posibilidad tiene no pocas probabilidades de ocurrencia debido a las características del profesorado en cada entidad. Las escuelas de negocios acreditadas se centran en profesionales de prestigio dentro de su sector y ámbito laboral los cuales aportan su experiencia diaria. Por el contrario la reducción en la duración del primer ciclo (grado) obligaría a las universidades a reciclar parte de su profesorado para el segundo ciclo. Consecuentemente, a pesar de las diferentes modalidades de contratación previstas actualmente por la LOU, las exigencias más homogéneas en currículum de los profesores debidas al EEES dificultará una profesionalidad de los máster oficiales comparable a los actuales.

En cualquier caso, la nueva situación sí forzará a una criba en estas entidades y las que no gocen de prestigio serán las que sufran el mayor peso de la competencia oficial. Sea cual sea la situación, las escuelas de negocios deberán retocar su oferta y diferenciarla de la oficial si quieren mantenerse independientes.

Asimismo, otro aspecto que puede cambiar será la forma de dar certificación de calidad a los estudios de posgrado. Por poner un ejemplo del que tengo experiencia directa, en la actualidad la única entidad que observa la calidad de una formación de posgrado es la Asociación Española de representantes de Escuelas de Dirección de Empresas (AEEDE) que es, a su vez, el representante español en EQUAL (European Quality), la organización que aglutina a las asociaciones que en cada país europeo acreditan escuelas de dirección y administración de empresas. Una vez aparezcan como tales los Máster oficiales el papel de organizaciones como AEEDE o EQUAL seguramente sufrirá cambios. O bien se centran en la oferta no oficial o bien se coordinan con las instancias oficiales para aportar su experiencia (siempre que estas instancias lo acepten). En este sentido AEEDE está insistiendo en que los acuerdos de Bolonia no mencionan la adquisición de habilidades directivas en los máster oficiales. De ello se infiere el probable carácter más academicista de estos nuevos máster, como ya he adelantado, y que todavía hay cuestiones importantes por concretar y negociar dentro de la formación superior.

Por último, la previsión de las cláusulas como el Suplemento Europeo al Título Universitario o el Doctor Europeus supondrá que una parte de los titulados superiores, los profesores universitarios, también podrán optar con mucha mayor facilidad a puestos de docencia e investigación en universidades y centros de investigación de otros países de la U.E. Dado que esto se aplicaría también a los profesores de todas las universidades de la U.E. por lo que la consecuencia evidente sería una mayor competitividad tanto de los centros de estudios superiores por contratar a profesores de prestigio, una vez la dificultad burocrática quedase minimizada, como de los profesores por acceder a puestos en universidades de prestigio. Todo ello redundaría en una mayor calidad de la enseñanza superior y, posiblemente, fuerce a hacer más transparentes los procesos de selección del personal universitario.

Quisiera terminar insistiendo en que todas estas reflexiones se basan en lo que poco a poco vamos conociendo del EEES, por lo que necesariamente están sujetas a revisión, especialmente en lo que respecta a las entidades privadas que imparten los máster.

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