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Los ingenieros anuncian protestas contra el Gobierno

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A escasas semanas de que se conozcan las nuevas carreras que se cursarán en España, los técnicos amenazan con manifestarse si siguen existiendo dos tipos de ingenierías


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El nombre de las carreras ya no será el mismo. Tampoco su duración, estructura, el título que se obtendrá al final, las asignaturas, la forma de examinarse... Todo cambiará de aquí a dos años, cuando entre en vigor el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Tamaña denominación viene a significar una única cosa: la homologación de los sistemas universitarios de más de 40 países, entre ellos España. Es decir, la traducción del euro al ámbito educativo.

Con la convergencia se busca fomentar la movilidad entre alumnos, docentes e investigadores, de forma que los primeros puedan comenzar la carrera en un país y concluirla en otro, sin tener que pasar por los actuales -y larguísimos- trámites para convalidar asignaturas. Los segundos y terceros podrán impartir clase o desarrollar proyectos sin límite de fronteras. También se persigue crear un título comprensible en toda Europa. Países como Reino Unido, Alemania o Suecia lo tienen fácil, ya que sus sistemas no distan demasiado del nuevo, basado en dos niveles (grado y posgrado) y formación práctica.

Las coincidencias son escasas en España, donde se estilan carreras más largas y más teóricas. Nuestras licenciaturas y diplomaturas tienen, por tanto, los días contados y en la transformación viene trabajando ya desde hace varios cursos. En el caso de las ingenierías, sus responsables no se ponen de acuerdo sobre el camino a seguir. En la mayoría de los países europeos no existen dos tipos de ingenieros y arquitectos, al contrario que aquí, lo que dificulta la adaptación. Para clarificar las cosas: dentro de la misma rama, el ingeniero de Forestales sería el técnico y el de Montes el superior. Con este panorama como telón de fondo, ingenieros superiores como los de Industriales y Caminos creen que deben mantenerse las diferencias entre ellos (que cursan carreras de cinco o seis cursos, aunque en la práctica se alargan tres o cuatro más) y los peritos (tres). Éstos dicen que así no se avanza hacia Europa y que lo único que pretenden sus homólogos mayores es perpetuar sus privilegios. Por eso, anuncian movilizaciones contra el Ministerio de Educación y el Gobierno si las diferencias se mantienen y continúan existiendo dos tipos de ingenierías.

Cada parte aporta argumentos. A favor de los primeros, Javier Cobo, presidente del Consejo General de Colegios de Ingenieros Industriales. Su teoría: si algo funciona bien, ¿por qué cambiarlo? «La carrera como está planteada ahora funciona estupendamente en Europa; lo hemos comprobado con los buenos resultados que obtienen nuestros alumnos en los intercambios y las numerosas salidas laborales: prácticamente el 99% de las empresas acepta el título como está». Y se cuestiona: «El título está consolidado tras 150 años de historia, por lo que pedimos que los europeos aprendan de nosotros, no todo tiene que ser al revés».

La razón de que la Ingeniería Superior Industrial sea una de las más demandadas por alumnos y empresas la encuentra en la versatilidad de una carrera generalista, «que se adapta perfectamente al mercado laboral». De cara a Europa, aboga por que estos ingenieros cursen un grado de tres años (180 créditos ECTS, la nueva unidad de medida académica) y, después, un posgrado -concederá la especialización- de dos (120 ECTS).

Es lo que se conoce como 3+2 o lo que Cobo llama «máster integrado». En cuanto a la permanencia de los dos tipos de ingenieros, tiene claro que debe seguir existiendo. Lo ejemplifica: «También seguirá habiendo médicos y enfermeros, porque estos podrán saber mucho de anatomía pero no les dejarán operar nunca; se trata simplemente de competencias diferentes». Las que deberán tener, en su opinión, los industriales superiores y técnicos. «Dentro de esta rama, deberán salir los mecánicos, químicos o electrónicos, como ya ocurre», valora.

La solución no satisface a los peritos, que se manifestaron en diciembre y febrero bajo el lema Adaptación justa de las ingenierías a Europa para expresar en voz alta sus reivindicaciones. La primera: que cada futura carrera de ingeniería sea única y tenga plenas atribuciones. «Es decir, que un ingeniero o arquitecto técnico pueda firmar cualquier proyecto, no como ahora. Si no, no se estará convergiendo hacia nada ni se harán títulos competitivos, que es lo que quiere Europa», replica Juan José Medina, presidente del Instituto de Ingenieros Técnicos de España (INITE), que agrupa a 300.000 profesionales y alumnos.

La segunda de sus peticiones tiene que ver con la duración de las futuras ingenierías. Sus miembros proponen un grado de 240 créditos ECTS o, lo que es lo mismo, cuatro cursos académicos. A su término se obtendrían los suficientes conocimientos generalistas para poder incorporarse al mundo laboral. La especialidad vendría con un posgrado posterior. Medina se encargó de transmitir las dos propuestas a la ministra de Educación, María Jesús San Segundo, pero ninguna fue tenida en cuenta al elaborar los reales decretos que fijan las pautas de lo que serán los estudios de grado y posgrado, presentados el mes de enero.

MOVILIZACIONES. La ministra sí incluyó la tercera sugerencia del INITE: que los actuales ingenieros y arquitectos técnicos puedan acceder a los cursos de posgrado directamente. «De esta forma, los actuales profesionales y estudiantes de ingeniería -no sólo los futuros- que quieran adaptarse a las nuevas titulaciones podrán hacerlo», continúa.

El representante del INITE es consciente de que el listado de las futuras carreras que se podrán estudiar en España se está debatiendo ahora en el Consejo de Coordinación Universitaria. Por eso, anuncia movilizaciones si, una vez más, sus ideas son marginadas. «Y no somos nada optimistas, la verdad», resume. «En Europa no hay ingenierías tan largas y anchas como aquí, es decir, que duren tantos años y que tengan tantas especialidades. Funciona mucho mejor la idea de una carrera generalista única y que luego se busque la especialización a través de un máster», declara.

El experto cree que la tendencia de algunos ingenieros superiores a querer seguir manteniendo las dos modalidades responde tan sólo a una cuestión de «orgullo» fuera de lugar. «Quieren seguir con los privilegios de ahora al ser carreras más largas con más competencias que arrastran un prestigio de siglos; es una opción muy digna pero poco práctica porque lo que se está buscando es la competitividad. Es como si no quisiéramos el euro porque estamos muy orgullosos de nuestra peseta; muy bonito».

GUERRAS INTERNAS. Pero no todos los ingenieros superiores apuestan por la manida desmembración. Es el caso del director de la Escuela Superior de Ingenieros de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid. Su nombre es Alfonso Maldonado y su propuesta, una única ingeniería que dure cuatro años (240 créditos). La especialización vendría dada a través de los futuros másteres, de carácter oficial y financiados con dinero público. Al proceso de convergencia universitaria europea lo califica de «oportunidad única» para modernizar la educación en España.

Por eso, no entiende las «guerras» que se están produciendo entre unos y otros. «Si no unificamos criterios, nos estamos equivocando porque lo que exige Europa es un título transparente que se entienda en todos los países, no seguir con las diferencias actuales para ver quién tiene más poder», recalca el director.

Maldonado achaca las luchas internas a un «empobrecimiento del debate» en torno a la convergencia. «El debate como tal está muy bien, pero ha llegado un momento en el que se está pudriendo; es dar vueltas a lo mismo porque el Ministerio no acaba de decidirse sobre el futuro de las carreras», expresa. En cuanto a la de Minas, vaticina un futuro halagüeño, basado en tres títulos distintos: ingeniero de Minas, geólogo y de energía. Es la distribución que espera que aparezca reflejada en el mapa de titulaciones que está elaborando el Ministerio de Educación. Dará como resultado la lista de las carreras que podrán estudiar los españoles en los próximos años.

Con esta nueva perspectiva, espera que el tópico del ingeniero cavando en la mina desaparezca. «Se piensa en nosotros como si estuviéramos todo el día ahí metidos, algo falso. Si ya casi no hay minas... Existen muchas más posibilidades laborales que apenas se conocen». Entre ellas, la gestión de recursos naturales y medio ambiente, la prevención de riesgos geológicos, la petroquímica, el reciclado de residuos, las energías renovables...

La lista sigue, lo que hace que sólo el 3% de los ingenieros de Minas se encuentre en el paro, según una encuesta realizada por el Consejo de Colegios de Ingenieros de Minas. Al Ministerio de Educación Maldonado le lanza un último aviso: «Lo que necesitamos son carreras más ágiles e ingenieros más jóvenes (no pueden salir con 27 o 28 años, como ahora, siendo los que más tardan en titularse de Europa) y que dominen también las lenguas y la informática».

EDUCACIÓN MEJORABLE. Que la educación universitaria española es «muy mejorable» es una opinión que comparte Francisco Michavila, director de la cátedra UNESCO de Política Universitaria en la Politécnica madrileña, que acaba de coordinar unas jornadas sobre Los ingenieros y los arquitectos ante Europa. Destaca algunos botones de muestra: el alto nivel de fracaso escolar -entre los más altos de Europa- y el escaso porcentaje dedicado a I+D y a la creación de empresas en nuestro país. Para invertir las cifras, el catedrático de Matemáticas Aplicadas señala algunas pautas. Primera: Ajustar la oferta a la demanda. «Hay campos en los que no se ofertan estudios en España, como puede ser la energía, cuando sería necesario».

Segunda: «La reforma universitaria no se puede quedar en un mero catálogo de titulaciones, en crear carreras con nombres más modernos, porque eso sería maquillar la realidad». El experto apuesta por renovar la relación alumno-profesor, reducir las horas pasivas en el aula, hacer que el profesor no sea la única fuente de información... Y tercera: «Implicar al profesorado en el proceso, formándole e introduciendo incentivos». Piensa que este nuevo concepto de educación encaja perfectamente en el futuro título de grado, «donde tiene cabida un único tipo de ingeniero». Los posgrados los reserva para la especialización y la innovación tecnológica.



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EL PRÓXIMO ENCUENTRO SERÁ EN MAYO
La próxima cita de los ministros de Educación europeos para debatir el proceso de reforma universitaria será en Bergen (Noruega) en mayo. La previa del encuentro se acaba de celebrar en Glasgow, organizada por la Asociación de Universidades Europeas. En la ciudad escocesa se han reunido alrededor de 650 representantes educativos, que han visto respaldadas sus propuestas por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Ante él han debatido la creación de un Consejo de Investigación Europeo y de un Instituto de Tecnología, que promuevan una mayor inversión en I+D. También defienden el incremento de la financiación universitaria.



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EL MODELO QUE PREDOMINA EN LA UE
La estructura de una doble ingeniería para cada especialidad (Montes/Forestales; Caminos/Obras Públicas; Arquitectura/Arquitectura Técnica; Telecomunicación Superior/Técnica...) que existe en España no es mayoritaria en el resto de Europa, sobre todo en los países nórdicos y Reino Unido. Allí predomina un único ingeniero de carácter más generalista que consigue la especialización a través de másteres y posgrados. Es la propuesta que defiende la reforma universitaria europea, que afectará a más de 40 países, entre ellos España y Francia.

En este último, la adaptación también está provocando más de un quebradero de cabeza entre los ingenieros y sus prestigiosas Grandes Écoles de estudios técnicos, comercio y administración de empresas, creadas en la época de Napoleón y donde se forma la elite francesa. Ahora se mantienen al margen de la educación universitaria y sus responsables estudian si continuar así para poder seguir gozando de su reputación actual.



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AGRÓNOMOS Y MONTES SE FUNDEN
Algunos colectivos, como el de los ingenieros superiores industriales y Caminos y sus homólogos técnicos (llamados también industriales y de Obras Públicas, respectivamente), todavía no se han puesto de acuerdo sobre el futuro de su profesión. Otros, en cambio, tienen claro cómo deben adaptarse a Europa.

Es el caso de los 44 directores de las Escuelas de Agrónomos, técnicos Agrícolas, Montes y técnicos Forestales. Han acordado proponer al Gobierno la creación de tres títulos para sustituir a los ocho que ahora imparten. Así, las futuras titulaciones de Ingeniero Agrónomo y Agroalimentario reemplazarían a los actuales Agrónomos y Agrícolas en todas sus especialidades y el título de Ingeniero Forestal y del Medio Natural englobaría al de Montes y Forestales. Cada una de estas carreras duraría entre tres y cuatro años. Es lo que piden también los técnicos de Teleco, que apuestan por un grado con «atribuciones plenas» para incorporarse al mundo laboral nada más finalizarlo.
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