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La experiencia internacional: un toque de distinción en el currículum
Artículo de opinión
La importante responsabilidad la tienen que tomar los jóvenes a los 17 ó 18 años, cuando en muchos casos ni siquiera tienen clara su auténtica vocación. Por ello existe la figura del profesional orientador en los centros de Educación Secundaria y, actualmente, en la mayoría de instituciones dedicadas a la formación.
La finalización de estudios universitarios marca el punto de partida de la carrera profesional. A partir de aquí, y probablemente durante toda la vida, se inicia la imprescindible formación continua.
Cuando el profesional de selección deba elegir entre diversos currículos, buscará de forma especial aquéllos que incluyan valores añadidos. Ante una selección de titulados en algún estudio específico, destacarán los candidatos que, además de la titulación solicitada, dispongan de algún máter o los que puedan ofrecer un nivel de idioma realmente bueno, mejor si está avalado por una experiencia internacional.
La experiencia demuestra que son pocos los jóvenes españoles que viajan al extranjero. Muchos simplemente no lo hacen por miedo a lo desconocido y muestran no ser conscientes de la importancia real que tienen los idiomas en el acceso y movilidad del mercado laboral. A veces, se descarta la idea sin dedicarle demasiado tiempo de reflexión e incluso, a veces, no llegan a planteársela. Una vez que empiezan a trabajar y a añadir otro tipo de obligaciones, se convierte casi en imposible volver atrás.
Otros serían verdaderamente felices si se les brindase la posibilidad, pero encuentran una barrera infranqueable: ¿cómo costear los gastos?. No hay que esforzarse mucho para imaginar cuánto cuesta un año académico en cualquier capital europea o americana, los destinos más solicitados: alojamiento, manutención, transportes, matrícula... Aunque el joven decida trabajar a jornada parcial o los fines de semana durante su estancia en el país para costearse algunos gastos, la inversión no deja de ser considerable, o incluso impracticable, para muchas familias. Las subvenciones que se ofrecen desde organismos públicos para realizar este tipo de experiencias son mínimas así que son los padres los que deben hacerse cargo de los gastos de la estancia.
Sólo un pequeño porcentaje de jóvenes cuenta con la motivación y los recursos económicos suficientes para cursar estudios en el extranjero o para realizar una práctica laboral internacional. A ellos les corresponde decidir el destino y la institución dónde realizarlos. El primer paso es dirigirse al departamento de relaciones internacionales de la propia universidad. Casi todas las universidades catalanas tienen convenios de colaboración con instituciones extranjeras. Una recomendación importante: ser previsor e informarse con antelación de las condiciones de los programas que ofrece cada facultad. Segunda: esforzarse al máximo en el aprendizaje de idiomas. Las universidades de destino permiten el acceso de alumnos extranjeros siempre que el conocimiento del idioma permita seguir las clases con facilidad. La selección de estudiantes Erasmus, por poner un ejemplo, se basa tanto en el expediente académico como en el conocimiento de idiomas. Un último consejo: viajar sólo, no buscar la compañía de amigos para emprender la odisea. El provecho siempre será mayor si el alumno se enfrenta solo a las dificultades.
Una vez finalizados los estudios universitarios, el graduado también puede realizar un curso de postgrado o un master en el extranjero. La oferta formativa es impresionante, así que se hace imprescindible acotar el destino (un máximo de tres ciudades) y estudiar qué centros son los más prestigiosos. Podemos acceder con facilidad a los rankings de las mejores universidades europeas y americanas. Se trata de llevar a cabo un estudio de mercado y ver si lo que ofrecen las más prestigiosas es lo que nos interesa y si está a nuestro alcance. Pero entramos de nuevo en el qué hacer, volvemos a cuestionarnos qué será lo más conveniente. Debe primar el aprendizaje del idioma y la rica experiencia personal que podemos obtener, sobre el contenido del curso. Intentando siempre mantener la coherencia del currículo, no debemos obsesionarnos con el contenido del master o postgrado. De entre toda la oferta formativa que ofrece la universidad escogida, seguro que encontramos algún curso relacionado con nuestra formación de base que nos motive, ya sea de contenido general o específico. A partir de aquí, conocer los requisitos de admisión del centro.
Por último, ser conscientes de que se necesita un período de adaptación a las costumbres, al idioma, al espacio y a las gentes del país. La falta de apego a lo desconocido y la poca identificación con lo que nos rodea producen, al principio, una sensación de irrealidad que se supera tras las primeras semanas de estancia. Después se empieza a disfrutar...
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