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Nuevos tiempos, nuevas lenguas

Artículo de opinión

Uno de los efectos más inmediatos de la globalización, como lleva tiempo diciéndose, es la rapidez con la que las decisiones tomadas en una mitad del globo pueden afectar de forma inminente a la otra mitad. Y es que nuestra Tierra se nos hace, cada vez, más pequeña.


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Sergio Gazeau. Editor del método Assimil en España. Ediciones Assimil, S.L.
La diversidad de culturas y religiones ya no sólo se nos muestra en los libros y medios de comunicación sino que la experimentamos cada día, y cada vez más en nuestras calles.

Todo nos hace pensar que en un futuro inmediato las lenguas hasta ahora reinas de las academias de idiomas y de las estanterías de librerías, como el inglés, el alemán o el francés, van a compartir su protagonismo con otras no tan tradicionales.

Las nuevas lenguas que el mercado demanda son consecuencia directa de los movimientos migratorios, de los cambios que está experimentando la economía mundial. Occidente mira a Oriente y viceversa, es un hecho. Ya no sólo porque nuestras empresas vean nuevos mercados que explotar, ni porque resulte más económico trasladar los procesos productivos a países con menores rentas. Nuestra privilegiada posición como primer mundo nos ha convertido en anfitriones de culturas que queremos comprender.

Recuerdo mis inicios en la facultad de Derecho de la UAB cuando uno de mis profesores nos dijo solemnemente: "Lo mejor que podéis hacer con vuestras vidas es dejar esta carrera e iros a aprender chino”. Las carcajadas se oyeron por todo el campus. En esos años, a principios de los noventa, esa solemne frase nos pareció un chiste, pero la realidad es que hoy la demanda de lenguas como el chino, el árabe o el ruso empieza a hacer sombra al clásico inglés de toda la vida, ése de "My tailor is rich” (la primera frase de nuestro método editado en 1929).

Así pues, si no queremos quedarnos atrás, debemos admitir que el conocimiento de estas lenguas tradicionalmente "extrañas” significará un valor añadido en nuestras relaciones con estos nuevos mercados. Nos ayudará a comprenderlos mejor y nos permitirá anticiparnos a sus expectativas, en definitiva: nos hará más competitivos.

Si me preguntan si va a haber mucha diferencia entre estudiar un inglés o una de estas lenguas, obviamente, sí. No descubro nada diciendo que se trata de lenguas con raíces totalmente diferentes a las que estamos acostumbrados a estudiar. La diferencia no sólo está en la escritura, la construcción de las frases nos exige un cambio de mentalidad radical. No se trata únicamente de traducir, se parece más a aprender a hablar. La "asimilación” de estas lenguas exige por parte de los estudiantes que abran por completo sus mentes. Una nueva actitud para los nuevos tiempos y las nuevas lenguas que llegan.
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